Cómo el café en la Casa Blanca perpetúa o erradica la pobreza

Cómo el café en la Casa Blanca perpetúa o erradica la pobreza

Desde que recuerdo, los Estados Unidos han afirmado trabajar para apoyar el comercio y el desarrollo en América Central a través de iniciativas de ayuda y comercio. La región, como los estados en el sur de México, está una vez más hundida en una profunda crisis económica y humanitaria que obliga a cientos de miles de personas a intentar emigrar a Estados Unidos debido a la roya del café, la sequía, la crisis económica y la violencia.

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Foto: JOHN PRYKE/REUTERS

El 24 de febrero, los presidentes Salvador Sánchez Cerén, de El Salvador, Jimmy Morales, de Guatemala, y Juan Orlando Hernández, de Honduras tomarán café en Washington con Joe Biden vicepresidente de Estados Unidos para discutir la Alianza para la Prosperidad. Sin lugar a dudas la Casa Blanca es el lugar más importante del mundo para beber café. Cada grano de café utilizado en la Casa Blanca tiene una historia que contar, y su origen en una bella región montañosa. La mayoría de los 26 millones de caficultores y sus familias son pobres o extremadamente pobres, mientras que la industria mundial del café genera cada año decenas de miles de millones de dólares en valor agregado, impuestos y ganancias en los Estados Unidos y otras naciones desarrolladas.

Cada café bebido en la Casa Blanca aporta menos de un centavo de dólar por taza para erradicar la pobreza en las comunidades que lo producen, mientras sigue habiendo hambre en las comunidades productoras de café. (Véa el informe de la SCAA, Specialty Coffee Association of America).

El insignificante valor compartido para los agricultores es una realidad, a menos que el café en la Casa Blanca sea proveniente de Hawai. Según Matt Viser, corresponsal del Boston Globe, la Casa Blanca a veces sirve café hawaiano. El precio actual del café hawaiano de la marca que la Casa Blanca prefiere varía entre 35 y 45 dólares por libra de café.

En comparación, quienes producen el café en El Salvador, Guatemala y Honduras, o en la Kenia de Obama, reciben en promedio menos de 1.30 dólares por libra por sus granos de café. Los pequeños productores venden su café a intermediarios o cooperativas que consolidan grandes volúmenes para grandes compradores y exportadores de café. Las ganancias en el café están reservadas principalmente para los exportadores, traders, tostadores y para las cadenas de cafeterías, restaurantes y hoteles.

El mal llamado "Comercio justo" no es la solución

La prima para erradicar la pobreza en los sistemas que los estadounidenses y europeos se atreven a llamar "comercio justo", " café ético" o "sostenible" representa menos de un tercio de un centavo de dólar por cada taza. No es suficiente para erradicar la pobreza, es apenas suficiente como para aliviar y perpetuar una pobreza light, o suave que se convierte en una trampa de pobreza para los agricultores y sus familias, una suave pero también inaceptable forma de esclavitud moderna.

Desde que recuerdo, los Estados Unidos han afirmado trabajar para apoyar el comercio y el desarrollo en América Central a través de iniciativas de ayuda y comercio. La región, como los estados en el sur de México, está una vez más hundida en una profunda crisis económica y humanitaria que obliga a cientos de miles de personas a intentar emigrar a Estados Unidos debido a la roya del café, la sequía, la crisis económica y la violencia. Detener la migración es una prioridad para Estados Unidos, pero la verdad es que a la mayoría de los migrantes les encantaría poder quedarse en sus países cerca de sus familias, si sólo pudieran ganar un sustento decente en sus países. La vida en El Norte no es el sueño perfecto para la mayoría.

CICIG: Un parteaguas histórico

Estados Unidos apoya la CICIG (Comisión Internacional contra la impunidad en Guatemala), la cual ha creado un parteaguas histórico, al llevar ante la justicia a algunos de los intocables que habían secuestrado a Guatemala para su provecho personal. Pero hay cientos de personas que siguen haciendo de las suyas, y nada parecido existe aún en otras naciones.

Lamentablemente, las medidas más importantes para el desarrollo económico y social están pendientes, como se evidencia en cada taza de café guatemalteco, hondureño o salvadoreño vendido por Starbucks, Keurig, Green Mountain, Tim Horton's, McDonald's, Dunkin ' Donuts, Krispy Kreme, etc... Esto incluye el café servido en la Casa Blanca, cuyos más prominentes bebedores de café, a menudo abogan por el derecho a la educación de todas las niñas y niños. Ellos y ellas parecen no saber que en muchas de las comunidades productoras de café solo una en veinte niñas consigue graduarse de la secundaria debido al modelo de explotación de la industria.

Cómo la Casa Blanca podría cambiar el mundo con valor compartido

El vicepresidente Biden, Valerie Jarrett o el mismo presidente deberían invitar a los líderes de la industria del café (Howard Schultz, presidente de Starbucks, Brian Kelley, CEO de Keurig Green Mountain, Steve Easterbrook, CEO de McDonalds, Nigel Travis, CEO de Dunkin Donuts y otros en el negocio de bebidas calientes) para un café en la Casa Blanca para evaluar y discutir la implementación de un sistema transparente de valor compartido para la erradicación de la pobreza con 10CentavosPorTaza para erradicar la pobreza en todas las comunidades productoras de café, cacao y té en todos los continentes con la participación de los consumidores, como proponemos en CAFÉ FOR CHANGE.

Casi todos los cafés bebidos por funcionarios del Gobierno de Estados Unidos hoy en día perpetúan la pobreza, a pesar de sus declaraciones oficiales y de las políticas públicas de apoyo a los objetivos del desarrollo sostenible.

Los Estados Unidos, Canadá y la UE deben acelerar seguro agrícola

La mayoría de los pobres en el mundo son agricultores. Cientos de millones trabajan en plantaciones que no están aseguradas y donde los trabajadores no tienen seguridad social o beneficios de pensiones, incluso si producen los alimentos y bebidas consumidos por la población de los Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y otras naciones desarrolladas.

Los Estados Unidos, Canadá y la UE deben colaborar con todas las otras naciones desarrolladas para crear un seguro agrícola integral contra todo riesgo para todas las plantaciones, los agricultores, los campesinos y sus familias para proteger su propia cadena de suministro y «poner la riqueza al servicio de la humanidad» como lo requirió el papa Francisco al Foro Economico Mundial en enero del 2014. Una vez más, esto puede requerir de un café en la Casa Blanca con los directores ejecutivos de las compañías de seguros más grandes, además de conversaciones en el G7 y la OCDE, para crear un grupo de trabajo mundial que establezca un sistema de valor compartido transparente para proteger todas las plantaciones de café y el resto de su cadena de suministro agrícola. Este mecanismo de seguro agrícola protegería a los EEUU de la ola de migrantes a consecuencia de las malas cosechas, sequías, exceso de lluvia, etc. También protegería a bancos locales e internacionales de los riesgos de la agricultura e incluso de las más importantes consecuencias del cambio climático.

Las remesas son más importantes que la ayuda

Las remesas que trabajadores migrantes en Estados Unidos envían a sus familias en América Central y a otros países en vías de desarrollo son mucho más importantes que la AOD (Ayuda Oficial al Desarrollo). El triángulo norte de Guatemala, El Salvador y Honduras recibieron en el año 2015 cerca de 14.500 millones de dólares de sus migrantes, una cantidad que es casi 20 veces los no tan impresionantes 750 millones de dólares en ayuda de EEUU para la región, aprobada por el Congreso para la "Alianza para la Prosperidad", un plan que la Administración Obama asegura transformará a estos países y detendrá la migración.

Además del hecho que la ayuda oficial no es tan efectiva como se cree, debido a prioridades equivocadas, desperdicio, mala gestión y corrupción, en ambos extremos, es importante tener en cuenta que la gente del triángulo del norte pierde entre 1.100 millones y 1.200 millones de dólares anuales en los costos de transferencia de las remesas desde Estados Unidos a los beneficiarios de estos tres países.

Esta cantidad astronómica, considerada durante décadas un costo normal de transferencia, es el equivalente a que los ricos cobren un impuesto a los pobres por trabajar y mantener a sus familias. Los bancos y otros en el negocio de transferencias, timan a los trabajadores migrantes con altos márgenes en las tasas de cambio de dólares estadounidenses a moneda local y también cobran un costo inaceptablemente alto por servicios y cargos de tarjeta de crédito o débito. En el siglo XXI, nadie debería pagar más del 1% para transferir dinero a ninguna persona, en ningún lugar del mundo.

Las remesas por país en el año 2015 se estiman en 4.500 millones de dólares para El Salvador, 6.300 millones de dólares para Guatemala y 3.800 millones de dólares para Honduras. Una vez más, si la Casa Blanca quisiera liberar mil millones de dólares por año en poder adquisitivo para los pobres en estos tres países, tal vez podrían tomarse otro café con gente como : Tim Cook, CEO de Apple, Sundar Pichai, de Google, Daniel Schulman, CEO de PayPal, y otros como James S. Henry, Senior Fellow de Columbia y ex economista en jefe de McKinsey, para crear un equipo de trabajo y así actualizar a la altura del Siglo 21 el sistema de remesas en el triángulo norte y en el resto del mundo, a modo de ayudar a erradicar la pobreza y detener las prácticas abusivas de empresas de transferencias y bancos en el Norte y en el Sur.

Sueño de tener una casa y un trabajo en su país de origen

Es bien conocido por el Gobierno de Estados Unidos, el Banco Mundial, el BID y en el BCIE que los tres países del triángulo norte de Centroamérica tienen un déficit habitacional de más de dos millones de viviendas. Esto es debido en parte a políticas absurdas, corruptas e ineficientes de vivienda, tierra y crédito. Si los locales tienen acceso al crédito, que no es común, los pobres y la clase media paga entre cuatro y siete veces las tasas de interés vigentes en los países desarrollados.

La Alianza para la Prosperidad y las políticas de los Gobiernos de los países del triángulo norte pasan por alto esta necesidad muy importante, que es una de las mayores oportunidades para la creación de cientos de miles de puestos de trabajo para empresas locales de tamaño pequeño y mediano relacionadas con el rubro de la construcción. Cualquier esfuerzo serio para desarrollar y traer paz a la región debe resolver el déficit habitacional y hacerlo mediante la creación de oportunidades para decenas de miles de pequeñas y medianas empresas para participar en construir sus propios países. Cuando el vicepresidente Biden tome café con los presidentes de El Salvador, Guatemala y Honduras, debe poner en la agenda el sueño de poseer una casa y un trabajo en su país de origen.

La pregunta sigue siendo si, en el futuro, el valor compartido del café que se sirva en la Casa Blanca perpetuará o erradicará la pobreza, no sólo en El Salvador, Guatemala y Honduras sino también en cualquier otro lugar donde se cultiva café, incluyendo Kenia.

Señor presidente Obama, Sra. Obama, Sr. vicepresidente Biden y Sr. secretario Kerry, estoy seguro que 10 centavos de dólar por cada taza es justo, mientras que menos de un centavo por cada taza de café no sólo es injusto, es explotación. Espero sus 10 centavos... por taza y cualquier comentario o pregunta.

Fernando@cafeforchange.org

Una versión en inglés de este artículo fue publicada el 13 de enero 2016 en la edición estadounidense de 'El Huffington Post'