Participaciones preferentes: El corralito español

Participaciones preferentes: El corralito español

María Loza tiene 91 años y pasa los días muy apaciblemente en su vivienda de Santoña, un pueblo de la ribera oriental de Cantabria. Mantiene buen apetito y no se amarga la vida con preocupaciones. Porque padece Alzheimer, y en un grado tan avanzado que mentalmente es como un vegetal.

El único beneficio que ha sacado de esta salvaje enfermedad es que no se ha enterado de que prácticamente ha perdido los ahorros que ella y su marido tenían en el banco. Son sus dos hijos quienes se preocupan por todo, y mucho más desde que supieron, a raíz de la muerte de su padre en 2011, que el dinero acumulado durante toda una vida por este matrimonio estaban secuestrados en La Caixa. Son 107.000 euros que habían de servir para que, entre otras cosas,  María pudiese tener una vejez sin aprietos, y con más razón ahora, que necesita tantos cuidados.

Su hijo mayor, José Luis Salgado, es quien está tratando de recuperar el dinero de su familia. Ellos son un ejemplo de los miles de afectados por las participaciones preferentes. Este término, anodino e incomprensible para cualquier neófito en temas económicos, esconde uno de los mayores escándalos bancarios cometidos en España. Juan Manuel Brun, abogado de Adicae, la principal plataforma de víctimas de esta engañifa, explica que se trata de “un producto de alto riesgo vendido como si fuera un depósito a plazo fijo, irregularmente y sin suministrar la información previa imprescindible”.

12.000 MILLONES

Se colocó sobre todo a mayores de 65 años, ahorradores sin conocimientos financieros que solo buscaban la mejor manera de mantener sus pequeñas fortunas en el banco. Les aseguraron que tendrían buena rentabilidad y que podrían recuperar en 48 horas todo su dinero. Pero lo que en realidad vendían las cajas era producto sin vencimiento y que no está cubierto por el Fondo de Garantía de Depósitos, por lo que si el banco entra en quiebra, se pierde todo. Pueden no pagar los intereses prometidos si la empresa no ha tenido beneficios ni ha pagado dividendos. Y se pueden vender, pero al precio que diga su cotización real, que suele ser un 60% inferior al precio que se compraron.

La devolución en 48 horas ha resultado una media verdad. Los bancos no tienen esa obligación según el contrato, pero cuando había demanda del producto, si un cliente quería recuperar el dinero podía devolverlas porque la caja se lo endosaba a otro cliente que las quería. Ahora el mercado va mal, todos quieren deshacerse de ellas y nadie compra, con lo cual el cliente no tiene más remedio que quedárselas o cambiarlas por otro producto. La inversión, en todo caso, no se devuelve.

En España se han colocado desde 2009 más de 12.000 millones de euros en participaciones preferentes. Cantabria es una de las comunidades donde este “corralito” ha sido más grave, con más de 15.000 familias afectadas y ahorros retenidos por valor de 400 millones de euros, según datos de Adicae. Un 95% de ellas las colocaron La Caixa y Caja Cantabria. Y Santoña es uno de los casos más llamativos. La única sucursal de La Caixa que hay en todo el municipio vendió este producto a más de 300 clientes, entre ellos, al padre de José Luis.

APROVECHANDO LA LETRA PEQUEÑA

¿Cómo es posible que tanta gente se llevara a engaño? Las víctimas coinciden: es un ejemplo de los abusos del sector financiero a pequeños ahorradores aprovechando los contratos con letra pequeña. Entra en juego la confianza que da a una persona mayor su banco, a cuyo director en muchos casos se le conoce “de toda la vida”. El caso de los padres de José Luis es muy representativo. “Mi padre, Rufino, no tenía conocimientos de banca –cuenta José Luis- y por eso se extrañó de que le vendieran duros a cuatro pesetas”.

Pero el director insistió en que era un producto especial, para los mejores clientes, y que podría sacar el dinero cuando lo necesitara, en un plazo de 48 horas”. Rufino terminó aceptando y firmó sin leerse la letra pequeña ni siquiera. “Esta es la excusa que ahora esgrimen los bancos para lavarse las manos”, se queja José Luis. “¿Pero quién lo hace, sobre todo cuando te fías ciegamente de quien ha manejado tu dinero toda la vida? Ni siquiera tuvo conocimiento del test que advierte de los riesgos de esta operación y que es obligatorio firmar, debieron firmarlo por él”, asegura, en referencia al test Mifid, obligatorio desde 2008 según la normativa europea.

“Mi padre, Rufino, no tenía conocimientos de banca –cuenta José Luis- y por eso se extrañó de que le vendieran duros a cuatro pesetas”.

Rufino compró participaciones en 1999, en 2000 y en 2009, y murió en paz sin saber que todos sus ahorros quedaban en el limbo. Pero cuando José Luis quiso poner todo a nombre de su madre, La Caixa le advirtió de que no podía devolverle el dinero, aunque le daba otras opciones: canjear el 30% de los ahorros en acciones de la entidad y el otro 70% en deuda recuperable en diez años. No le quedó más remedio que aceptar porque le avisaron de que, si no, perdería todo el dinero definitivamente.

José Luis aceptó ante la falta de alternativas pero no se quedó de brazos cruzados. Contactó con el ya citado Juan Manuel Brun y Alejandro San Millán, delegado de Adicae en Cantabria, y se pusieron manos a la obra. En los últimos meses han realizado multitud de actos que han convertido a esta Comunidad en una de las más activas en cuanto a movilizaciones: asambleas informativas, demandas, reclamaciones, reuniones con políticos, sindicatos y hasta con el presidente del Gobierno cántabro, Ignacio Diego. A mediados de abril se reunieron unas 150 personas en Santander para cortarse el cabello en público.

A continuación lo metieron en bolsas y lo llevaron a las sucursales para pedir que a cambio de haberles tomado el pelo, les devolvieran el dinero. Otro día obligaron a cerrar más de veinte sucursales de toda la región porque introdujeron bombas fétidas cuyo olor incluso hizo vomitar a algunas personas. Organizaron a mediados de mayo la caravana de las preferentes, que partió de Santander con 50 coches, recorrió más de 20 localidades de Cantabria y terminó en Santoña con un centenar, han contratado vallas publicitarias gigantes que denuncian el fraude del que han sido objeto y hasta han grabado un disco.

"DEVUÉLVAME LA PASTA"

El disco de las preferentes, titulado Ande yo caliente con las preferentes, incluye seis versiones libres de temas de pop-rock español con letras alusivas a su problema. De momento se han editado 150 copias para ser vendidas a los ciudadanos por el precio simbólico de 1 euro. Entre ellas está la versión del tema de David Bustamante, Devuélveme la vida, rebautizado como “devuélveme la pasta”, que ya tiene más de cinco mil visitas en internet. Hasta han pedido al artista que haga un videoclip de protesta con ellos. Y rara es la semana en que no organizan protestas a las puertas de las sucursales bancarias que les engañaron.

Tras meses de lucha, en junio el banco Liberbank, donde se integra Caja Cantabria propuso canjear estos activos tóxicos por depósitos tradicionales de ahorro con una rentabilidad del 2% y por el 100% del importe consignado. La idea fue acogida con optimismo por los afectados de la entidad regional, pero casi un mes después, aún no se conocen más detalles. La Caixa, sin embargo, sigue callando

María no se ha enterado de que se ha quedado sin los ahorros de toda una vida, pero José Luis sigue luchando día tras día luchando, pidiendo el apoyo de los medios de comunicación y con la esperanza de recuperar el dinero que a sus padres les costó tanto esfuerzo reunir.

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Rodrigo Carretero es Traffic Editor Manager en 'El HuffPost' y trabaja desde Madrid. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Valladolid y Máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid, ha trabajado en 'El Día de Valladolid', en 'El País' y en las radios musicales del grupo Prisa. Puedes contactar con él en rodrigo.carretero@elhuffpost.es