Hasta 25.000 personas protestan en Atenas contra Angela Merkel y su "Cuarto Reich" de austeridad

Hasta 25.000 personas protestan en Atenas contra Angela Merkel y su "Cuarto Reich" de austeridad

REUTERS

Puede parecer que Angela Merkel aterrizó en Atenas dispuesta a meterse en la boca del lobo. Mientras ella pisaba la alfombra roja de un recibimiento con honores militares, unas 25.000 personas se manifestaron en la capital griega para acompañar la primera visita de la canciller en cinco años. En las calles de Atenas se escucharon gritos contra la austeridad, se vieron algunas esvásticas que acabaron ardiendo y sobre todo un gran descontento por una pobreza galopante a consecuencia de los llamados rescates de la eurozona. "No eres bienvenida, Imperialisten Raus" ("imperialistas fuera"), o "No al Cuarto Reich", fueron parte de las proclamas.

Christina Vassilopoulou es una profesora de 37 años que ha salido a protestar "por las decisiones tomadas en las reuniones europeas en las que Merkel manipula a los participantes", aseguró en declaraciones a la agencia Reuters. "Tengo un doctorado y gano 900 euros al mes, 400 menos que antes. Tenemos niños (en edad escolar) que pasan hambre y muchos de sus padres están en el paro", lamenta.

Pudiese parecer que la visita de Merkel a los palacios del primer ministro y del presidente de la República sea una provocación mientras en la plaza Síntagma se concentran decenas de miles de personas y la Policía reprime con humo y pelotas de goma a los manifestantes más violentos.

Sin embargo, Merkel se ha limitado a repetir el esquema de su viaje a Madrid. Y se parece más a una visita para pasar revista (algo que hizo, como es tradicional, nada más bajar del avión) que para conocer la realidad del país o encauzar alguna gran negociación.

Llegó casi a la misma hora que el pasado 6 de septiembre a España. Y el orden del día es calcado. Primero, una reunión con Antonis Samaras, el primer ministro, comparecencia ante la prensa incluída. Después una reunión con empresarios alemanes y griegos y de vuelta a Berlín tras tan solo unas horas en el país. En Atenas, la canciller decidió incluir una reunión con el presidente, Karolos Papoulias, un hombre clave en la estabilidad política como árbitro de las distintas formaciones.

LAS DECLARACIONES

En su encuentro con Samaras, Merkel prometió venir en son de paz y no "como una profesora para hacer un examen". "Cada día se están dando progresos en la gestión de estas difíciles tareas", aseguró antes de advertir de que "si no resolvemos los problemas ahora, volverán a aparecer más adelante de forma más dramática.

Aunque Merkel reconoció el "camino difícil" en el que se encuentra inmerso Grecia, sometida a grandes recortes de la inversión, sueldos, pensiones o servicios sociales. También deseó paciencia a un deprimido pueblo griego, ya que no se sale del atolladero "de la noche a la mañana". A otros países "les ha llevado décadas levantarse", llegó a decir.

Es incierto el tiempo que necesitará Grecia, entre otras cosas porque sigue pugnando con la eurozona por comenzar a ver el fin de la austeridad. Samaras, un convencido de los recortes, quiere renegociar el paquete de medidas destinadas a recortar hasta 13.500 millones de euros. De no hacerlo, la eurozona y el Fondo Monetario Internacional bloquearán el siguiente tramo del rescate (unos 347.000 millones si se combinan los préstamos y las deudas que el Estado heleno no tendrá que pagar), que asciende a 31.500 millones.

En la prensa griega se especula por los objetivos reales de la visita de Merkel cuando en la eurozona persisten las presiones para permitir la expulsión de Grecia de la moneda única. "Hasta hace poco era la instigadora de varios ataques verbales a Grecia, pero ahora la canciller alemana parece optar por un camino diplomático. Su viaje sorpresa a Atenas parece un intento por tender puentes, un esfuerzo por intentar algo de amabilidad y tacto", asegura Nick Malkoutzis en el periódico Kathimerini.

Para otros es simplemente una manera de apoyar y presionar a Samaras al mismo tiempo. Por una parte, exhibe su apoyo público al político, reforzándolo en su política de ajuste y dándole oxígeno en la escena política europea. Por otra, tras los honores militares y la alfombra roja, exige más madera para una hoguera que arde en las calles.