Competitividad y flexibilidad, el secreto del mejor año de paro en Alemania en 20 años

Competitividad y flexibilidad, el secreto del mejor año de paro en Alemania en 20 años

En el mes de diciembre, el paro en Alemania subió en 88.000 personas mientras que en España bajó en 49.094. Si se tomasen esos dos datos de forma aislada podría pensarse en un cambio de tendencia. Nada más lejos.

Las cifras de balance del año siguen haciendo más profundo el abismo que separa a ambos países. Alemania firmó su mejor ejercicio en 20 años. Según datos de la Agencia Federal de Empleo, el desempleo se sitúa en el 6,8%, tres décimas menos que en 2011. En total, 79.000 personas menos en paro en un país de casi 82 millones de personas en las que 41 millones y medio cotizan, un punto más que en 2011. En España, el paro registrado aumentó en un 9,64% hasta alcanzar la cifra de 4.848.723 personas. La subida es la mayor de los últimos años. En 2012, España tenía 47 millones de habitantes, pero tan solo 16.442.681 cotizaban, según datos de la Seguridad Social. Mientras que en Alemania la mitad de la población cotiza, en España es un tercio. En términos absolutos, hay casi dos millones más de parados en España.

¿Por qué?

Sabine Klinger pronuncia la palabra mágica. “Competividad”. En conversación con El HuffPost, esta investigadora del Instituto de Investigación Laboral justifica los buenos datos alemanes por “la pobre evolución económica del resto de la eurozona y EEUU”. El paro subió en diciembre, según ella por algunas medidas de austeridad en el país, como el fin de algunos subsidios y bonificaciones. Pero la cifra es casi insignificante. En los últimos meses del año “el desempleo ha subido, pero también el número de personas empleadas”. La principal causa de lo que ella considera el “milagro” laboral alemán está en “que los productos alemanes gustan, son atractivos” gracias a la competitividad, o la capacidad de ofrecer productos de calidad a precios bajos. “Desde comienzos de los 2000 y hasta 2005, en Alemania se siguió una política de moderación de salarios que hizo subir la productividad mientras que en otros países sucedió lo contrario”. Y, además, se acompañó de otras medidas como la potenciación del reciclaje (las políticas activas de empleo) o la flexibilidad interna y el ajuste del horario de trabajo y otras condiciones.

UN MAL DATO DE PARO EN ESPAÑA

“Sobre esos aspectos en España apenas se ha hecho nada”, dice J. Ignacio Conde-Ruiz, el subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, para quien el dato de paro presentado este jueves “no es bueno en absoluto”. Conde-Ruiz se fija más en el número de afiliados a la Seguridad Social (en caída libre). “Si el paro registrado cae puede significar también que o bien hay gente que se está yendo de España o que simplemente ha perdido la esperanza”.

Nada de eso ocurre en Alemania, donde hay programas como el kurzarbeit al que se han acogido varios millones de personas y empresas. Consiste en la reducción de jornada de hasta el 67% para la que es obligatorio el acuerdo entre empresa y comité sindical. No se despide a nadie y el Estado paga parte del sueldo que dejan de percibir los trabajadores, mientras la empresa se hace cargo sólo de las horas efectivamente trabajadas.

Los minijobs son otra de las soluciones alemanas, “pero son sólo parte, no la panacea”, matiza Klinger, que recuerda que lo que ha crecido más tras la crisis han sido los trabajos de jornada completa, mientras que esos otros puestos, mal pagados y habitualmente para sectores donde se requiere poca cualificación, han aumentado en consonancia con los contratos parciales.

FEDEA defiende la reforma laboral, no porque haya dado resultados, algo para lo que todavía es “demasiado pronto”, sino porque ha intentado inyectar algo de flexibilidad, aún muy lejos de la alemana. “Se ha intentado aportar flexibilidad externa para mejorar la flexibilidad interna”, dice Conde-Ruiz. En otras palabras: si el trabajador no tiene perspectiva de ser despedido (flexibilidad externa), no estará muy abierto a pactar reducciones de jornada o salario (interna). “Y así ocurrió durante la crisis, cuando se dio la paradoja de que los salarios subían por convenio mientras se empezaba a despedir a mucha gente”.

"ECHAR AL PADRE PARA CONTRATAR AL HIJO"

Para el economista, es pronto para evaluar los resultados de la reforma. Puede estar aplicándose en dos sentidos. O bien para fomentar esa flexibilidad que acerque a España a un modelo más eficiente frente a las crisis (algo que defiende el Gobierno) o que sólo sirva para despedir más barato y precarizar más las condiciones, que es lo que según los sindicatos está ocurriendo. Dicho de otra manera, “echar al padre para contratar al hijo”, fomentando la llamada dualidad del sistema, en el que conviven trabajadores hijos del baby boom y de mediana edad (con trabajos de calidad) junto a jóvenes, mujeres o inmigrantes que se acaban convirtiendo en mano de obra barata en todo tipo de sectores.

“Los resultados tardan y además de fomentar la competitividad, hay que tener paciencia”, recuerda la experta alemana. De momento, el adelgazamiento de las empresas y la caída de los sueldos está dando como resultado una recuperación de la balanza comercial, fomentando las exportaciones. Es el dato al que se agarra el Gobierno, quizás confiando en que, al igual que las reformas puestas en marcha por el Ejecutivo de Gerhard Schröder acabaron dando resultados en unos años, también lo hagan las españolas.

Esa esperanza, junto a la ligera recuperación del crecimiento que se espera para finales de 2013, está muy lejos de las previsiones en Alemania, que todavía podría reducir más su desempleo si logra evitar sus propias turbulencias. “Hemos llegado a un punto en el que las reducciones del desempleo serán más moderadas y a largo plazo tendremos que contar con otros retos a los que se enfrenta el sistema, como el envejecimiento”, dice Klinger. Pero “el secreto del mercado laboral alemán” está claro. Competitividad y flexibilidad, aunque cueste. La receta se antoja, por las consecuencias a corto plazo y en el momento actual de España, cuando menos arriesgada.