Así usan los políticos Twitter

Así usan los políticos Twitter

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Si no estás en Internet no existes. Si no estás en Twitter eres irrelevante. Si no estás en... Palabras, palabras y más palabras.

En concreto, las necesarias para completar un máximo de 140 caracteres. Ni uno más.

Pocos dudan ya de que Twitter representa uno de los mejores altavoces para dar a conocer opiniones, a veces desbarrar y otras, cuando el poco espacio lo permite, aportar píldoras reflexivas, haikus brillantes con aspiraciones a aforismos propios de Ramón Gómez de la Serna.

Lo cierto es que cuando se echa un vistazo a las cuentas en Twitter de los principales líderes políticos del país, una de las principales conclusiones que se extrae es que apenas se limitan a intentar difundir su mensaje. Hay muy poca interacción: se emite información pero apenas se hace caso al mensaje de vuelta. Es decir, lo que cualquier buen conocedor de esta red social calificaría de un mal uso.

Mariano Rajoy (@marianorajoy) es un ejemplo de libro de cómo tener miles y miles de seguidores y desaprovecharlos. Según la herramienta de medición Twitonomy, la última semana de abril de 2013 la arrancó con 425.000 followers. Muchísimos.

Desde el 14 de noviembre de 2011, en la recta final de la campaña electoral que le llevó a La Moncloa con una holgada mayoría absoluta, ha tuiteado en 3.185 ocasiones, casi seis mensajes diarios. No hace un gran uso del enlace: apenas 770 veces ha mandado hacia un contenido externo. Ha retuiteado 675 veces y más de la mitad de sus mensajes han sido retuiteados (hasta en 102.000 ocasiones).

Si uno de los parámetros que miden el éxito en Twitter es el de los retuits recibidos, Rajoy tuvo su momento de gloria el 25 de noviembre de 2011, cuando respondió —con un retraso de dos días— a un joven que le preguntaba dónde podía encontrar el programa electoral del PP. Su respuesta, con un punto de soberbia, generó 2.278 retuits.

La desabrida respuesta de Rajoy le metió en un buen lío, un peligro que siempre acecha a aquellos tuiteros de dedo rápido y poca capacidad para pensar y respirar antes de darle al botón de "Twitear". Los internautas se echaron sobre el presidente del Gobierno ante el desprecio mostrado ante la pregunta de un chico que tan sólo se quería informar de los planes del PP.

Según el análisis de los mensajes de Rajoy, tuitea sobre todo los viernes, cuando hay Consejo de Ministros —741 tuits, el 23%- y aplica la máxima de que el domingo es día de descanso: sólo el 6% de sus mensajes los envía ese día.

Alfredo Pérez Rubalcaba (@_Rubalcaba_ ) no suscita tantas pasiones en Twitter. Cuenta con 178.000 followers y desde el 24 de mayo de 2011 ha lanzado poco más de 9.600 mensajes. Unos seis al día. Ha retuiteado 1.100 veces (sobre todo la cuenta del PSOE), 800 menos de las veces que le han retuiteado.

Su momento de gloria fue un mensaje que escribió, sin citarle, a Mariano Rajoy. Logró 800 retuits.

Rubalcaba —o su equipo, sólo aquellos mensajes en los que figura "RbCb" son suyos— se sirve fundamentalmente de la aplicación de Twitter para iPhone (1.343 de sus mensajes se mandaron así) y de la versión web (poco más de mil). También tiene iPad: 556 mensajes se lanzaron mediante la aplicación disponible para la tableta de Apple. Sólo tres tuits los envió mediante una Blackberry.

Cayo Lara (@cayo_lara) se mueve en otras dimensiones. Menores. Aún no llega a los 100.000 seguidores (está a 7.000 de alcanzarlo) y ha escrito poco más de 3.000 mensajes desde el 9 de abril de 2012, lo que, hechas las divisiones pertinentes, sale a poco más de ocho mensajes diarios. IU de Parla es el mayor fan del coordinador general de IU: le ha retuiteado 34 veces. El hastag que más ha utilizado ha sido #1demayo. Aunque pudiera parecer lo contrario, #14abril, aniversario de la proclamación de la II República, sólo lo ha utilizado una vez.

Su mayor éxito se sitúa entre medias de Rajoy y Rubalcaba. Este mensaje tuvo casi 1.700 retuits.

Cayo Lara es un hombre Apple. Al menos para tuitear. Y lo suele hacer con herramientas nativas del pajarito: sólo una vez usó Flipboard.

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El coordinador general de IU tiene, al menos en Twitter, al enemigo en su propia casa: Gaspar Llamazares (@GLlamazares) y Alberto Garzón (@agarzon) le pasan por la izquierda en número de seguidores y relevancia en la red social. Ambos cuentan con 144.000 seguidores.

Llamazares, que abandonó Facebook en beneficio de Twitter, considera que su experiencia es "muy buena": "Me parece muy enriquecedor", señala, porque "Te estimulan a leer publicaciones que no conocía". Las reflexiones que publica son similares a los antiguos "apuntes en la libreta" y suele escribirlos suando tiene un momento libre, en interrupciones de comisiones parlamentarias y mientras se desplaza en un medio de transporte.

Ninguno, por el momento, ha sufrido algún desliz, la publicación de un mensaje inoportuno, una metedura de para.

Para eso ya está Toni Cantó (@Tonicanto1), cuyos tropiezos en Twitter darían, por sí solos, para un reportaje.

Sorprendentemente, su mensaje más retuiteado no entra en esta categoría.

Pero el segundo sí: la rectificación tras poner en duda los datos oficiales sobre violencia de género.

La secuencia de los mensajes que le llevaron por la calle de la amargura fueron estos:

Pese a la rectificación, el fuego estaba encendido. Y Twitter, en situaciones así, no perdona:

Cantó tiene una buena maestra en su líder, Rosa Díez. La dirigente de UPyD no cuenta, a día de hoy, con presencia en la red social. Aunque estuvo y se marchó tras un desliz, uno de los primeros de un político activo. Fue en marzo de 2009, un día después de las elecciones vascas y gallegas, al desvelarse que Díez estaba tuiteando al mismo tiempo que participaba en una entrevista en TVE. Las críticas al descubrirse que no era ella la que tuiteaba provocó su salida sin contemplaciones de la red de microblogging.

También abandonó Twitter, aunque por motivos bien diferentes a Díez, Elena Valenciano. El acoso que sufrieron sus hijos le llevó a cortar de raíz. No habría más Twitter, ni hoy ni mañana. Su salida le genera dos sentimientos encontrados: el negativo, por perder una espacio "interesante y útil" y, la positiva, la "Liberación" que siente tras sentir la persecución a sus hijos. "El límite de la vida privada es clarísimo, soy más madre que política", señala.

Su salida se produjo en un momento especialmente dulce como tuitera; contaba con más de 50.000 seguidores, había escrito más de 8.900 mensajes y seguía a 1848 tuiteros desde que abrió su cuenta, el 10 febrero de 2011.

Ya no más tuits, retuits. No más pajarito. Hay otros mundos, y no están en Twitter.