Por qué los drones de Amazon son más ficción que ciencia

Por qué los drones de Amazon son más ficción que ciencia

EFE

Fue la noticia del día. El dueño de Amazon, Jeff Bezos, anunciaba ayer en una entrevista televisiva que estaban trabajando para que una flota de drones entregara sus paquetes en media hora. Una rápida búsqueda en Google muestra más de medio millón de resultados de "Amazon drones". Pero para que su visión sea factible antes hay que superar muchos obstáculos. Tantos que sólo queda pensar que el anuncio de Bezos tenía más de publicidad que de realidad.

El primer gran obstáculo que tendrá que superar el servicio Prime Airde Amazon será el legal. Salvo los drones militares, de la CIA y de la policía, que tienen carta blanca, en Estados Unidos no está permitido el vuelo comercial de estos aparatos no tripulados. Su uso personal está limitado a vuelos donde no se les pierda de vista, como el aeromodelismo de toda la vida. Hay muchas otras experiencias en la agricultura y la ciencia, pero son experimentales.

Sin embargo, es el problema más fácil de resolver. La Administración Federal Aérea de Estados Unidos (FAA) tiene el mandato del Congreso de ese país para crear el marco legal que permite los vuelos comerciales en 2015. De hecho, en su página sobre Prime Air, Amazon asegura que estarán listos para iniciar los envíos apenas la FAA de su ok.

Pero son demasiado optimistas. Los drones de Amazon aún tienen que solucionar otros problemas más serios. Unos son tecnológicos pero otros están enraizados en la condición humana y no parece que vayan a desaparecer para que Amazon entregue unos libros.

GPS POCO DE FIAR

El sistema de navegación de los drones está basado en el GPS. Ya sea el convencional o el reservado para los militares, su margen de error oscila entre los 10 y 3 metros. La primera cifra hace que el dron de Amazon que se ve en su vídeo promocional se apañe bien para entregar un paquete en una casa en mitad del campo, dejándolo en el porche de la casa. Pero en entornos urbanos, la cosa se complica. Además, como ha comprobado todo el que tiene un navegador GPS o un móvil, la señal de los satélites se deteriora tapada con los altos edificios. Eso hace también que su margen de error aumente y lo que debería entregar en el número 42 de Baker Street acabe en el 46.

El problema es aún más serio. Como recuerdan en la revista técnica del IEEE, el GPS se guía por coordenadas, no por el nombre de la calle. En los navegadores comerciales esto se soluciona relacionando las coordenadas de latitud y longitud con el callejero. La solución funciona bien a ras de suelo, pero no en el aire. La tercera coordenada, la altitud, no aparece en los mapas convencionales. Un dron no guiado por ordenador se estampará con todo edificio que se encuentre a su paso. Y los edificios se ven. Pero un cable eléctrico o telefónico no será tan fácil. Aunque se está trabajando en desarrollar software para detectar obstáculos y evitar colisiones, aún quedan años para verlos en la calle.

La cuestión de la colisión se complica aún más si se tiene en cuenta que de los almacenes de Amazon salen de miles de paquetes al día. En la forma tradicional, lo hacen en palés agrupados por zonas geográficas. En el sueño de Bezos lo harían con un enjambre de drones. Muy sofisticado tendrá que ser su sistema de colisión para que no choquen entre sí. Investigadores del MIT han demostrado el vuelo coordinado de unos pocos drones, pero es eso, un primer ensayo.

MAL NEGOCIO

Una de las claves del éxito de Amazon es que ha sabido reducir los costes como nadie. Apretando a los trabajadores, automatizando sus almacenes o haciendo minería de datos con los hábitos de sus clientes, Bezos ha creado su imperio. Pero en la base de ese imperio hay una lógica comercial. Almacenes estratégicamente distribuidos por las grandes ciudades de los que salen los paquetes en los mencionados palés en camiones y desde éstos, en función de la dispersión geográfica, a furgonetas de reparto local. Puede parecer buena idea sustituir toda esa cadena con un dron. Los de juguete rondan ahora los 350 euros. Pero necesitarán miles y las cuentas no salen.

Además, habrá que implantar un complicado y sofisticado sistema de navegación y control en cada almacén. También está el coste del mantenimiento y reparación de los drones. Como dicen en Business Week, "enviar un vehículo aéreo para cada pedido individual no parece muy eficiente, en especial en zonas urbanas densamente pobladas o durante los momentos más intensos de las temporadas de compras". No digamos ya a un pueblo o un chalet perdido en el campo.

EL FACTOR HUMANO

Pero el mayor problema no es tecnológico sino que tiene que ver con la complicada condición humana. La señal del GPS puede ser interceptada, como ya demostraron los iraníes haciéndose con un dron militar de Estados Unidos y eso que la señal iba encriptada. Investigadores de la Universidad de Texas también han demostrado como hackear un dron con un simple GPS comprado en una tienda. Ese vecino con el que te llevas mal puede echar abajo el dron con tu flamante compra.

Además, ya están surgiendo movimientos de neoluditas que amenazan con derribar todo dron que vean por su parte del cielo. Lo argumentan por su derecho a la privacidad y su miedo a ser espiados. Claro que estos integristas libertarios piensan en los drones de la policía. Pero, ¿cómo distinguir a los de Amazon? Igual tendrán que hacer como los sanitarios en las guerras, pintar una bien visible cruz roja, en este caso la letra a con la sonrisa del logo de Amazon, en el lomo de cada dron.

Ya puestos, también podríamos pensar en las compañías de seguros, que se forraría. Con lo dados que son en Estados Unidos a las demandas por responsabilidad civil, no tardarán en aparecer casos de niños y ancianas atropelladas por drones pidiendo compensaciones multimillonarias a Amazon.

En definitiva, no parece creíble que Prime Air esté listo en dos años ni en cinco como decía Bezos. Lo que sí ha conseguido el dueño de Amazon es que ayer no se hablara de otra cosa, hasta aún hoy, como demuestra este mismo artículo. Y ayer era el cybermonday, el día de las grandes rebajas en las ventas online, el negocio de Amazon. Pero, aunque todo fuera un ejercicio de relaciones públicas y publicidad gratuita, si alguien puede conseguirlo será Bezos, pero aún no.