Los mares de Europa son un basurero

Los mares de Europa son un basurero

Desde las aguas más superficiales hasta la profundidad de las fosas abisales, los mares europeos se han convertido en un estercolero. El estudio más amplio realizado hasta ahora muestra que, desde el Mediterráneo hasta el Ártico, plásticos, metales o artes de pesca abandonados ensucian el mar hasta convertirlo en una amenaza para todas las especies marinas y a los que, como los humanos, se alimentan de ellas.

Dentro del proyecto paneuropeo Hermione, científicos a bordo de una decena de buques de investigación han rastreado como si fueran basureros los fondo marinos del Mediterráneo y los océanos Atlántico y Ártico con submarinos no tripulados, cámaras y redes de arrastre durante 13 años. Y lo que han encontrado es para alarmarse.

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Densidad de basura por hectárea

Los resultados de su trabajo, publicados en la revista científica 'PloS ONE', muestran que la basura generada por los humanos está por todas partes y en todas las profundidades. Por debajo de la capa superficial, hay otro planeta, con sus laderas, cañones, planicies marinas o cordilleras como la que atraviesa el Atlántico de norte a sur. Pues, ya sea en los fondos del Golfo de León (Francia), a apenas 35 metros, o en el profundo cañón de Cascais (Portugal), a más de 4.500 metros, allí han encontrado basura humana.

"Un cuatro", así puntúa en una escala del uno al 10 la situación de los mares europeos el coordinador de la investigación, Christopher Pham, del Instituto de Investigación Marina de la Universidad de las Azores.

Aunque existe mucha información sobre los vertidos y residuos en las aguas superficiales, apenas se había hecho un análisis tan sistemático de lo que hay en el lecho marino. Los científicos seleccionaron 32 localizaciones buscando una muestra lo más representativa posible de la diversa orografía sobre la que descansan las aguas.

Lo que más le ha sorprendido a Pham es que han podido encontrar basura "en todas las ubicaciones estudiadas, incluso en áreas tan alejadas de las zonas pobladas como el Ártico o en la dorsal Mesoatlántica", a 2.000 kilómetros de la costa más cercana.

En el Mediterráneo, la zona con más basura son las laderas marinas al sur de Palma de Mallorca, con unos 4 kilogramos de residuos no orgánicos por hectárea, frente a los 0,7 a 1,8 Kgr. del resto de zonas analizadas.

Sin embargo, sorprende que, de media, los cañones marinos (depresiones del terreno similares a las de tierra firme) sean los que presentan la mayor densidad por hectárea. Parecen funcionar como hoyos que acaban recibiendo toda la basura. Eso explicaría que las plataformas continentales, las más cercanas a la costa, sean las que presentan una relativa menor contaminación.

EL PLÁSTICO, REY DE LOS MARES

Los científicos, entre los que había varios biólogos marinos españoles, han clasificado toda la basura que han encontrado. El rey de los mares es el plástico. Aunque hay una gran variedad de residuos, de los 546 tipos de cosas que se encontraron, los plásticos suponen el 41% del total. Otro gran grupo lo forman las artes de pesca, en especial redes, con el 34%. A más distancia aparecen los objetos metálicos, de cristal y hasta escoria procedente de la combustión de carbón.

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Mosaico de algunos de los residuos encontrados

Esta última muestra lo eterna que puede ser la losa de la basura para los mares europeos. Desde hace prácticamente un siglo ya no surcan los mares barcos de vapor o calderas alimentadas por el carbón. Sin embargo, en algunas zonas de alta mar hay amplias llanuras marinas cubiertas de este negro residuo que lleva siglos dañando el frágil ecosistema de los fondos marinos más profundos.

Las redes que los pescadores abandonan o pierden en el mar se convierten en una trampa mortal en especial para mamíferos marinos, tortugas y aves. Además, funcionan como aglomerantes de otros residuos creando grandes vertederos.

Pero el mayor peligro viene del plástico. Persistentes en el tiempo e hidrofóbicos por naturaleza, los plásticos se van erosionando en un lento proceso que dura décadas hasta que acaban convertidos en microplásticos que los peces más pequeños confunden con comida. Y ya se sabe: los grandes se comen a los pequeños y todos acaban en las pescaderías con policlorobifenilos (PCB) en su interior. Algunos de estos materiales se encuentran entre los contaminantes más nocivos fabricados por el ser humano.