Semana negra para la aviación civil: Tres tragedias aéreas en siete días

Semana negra para la aviación civil: Tres tragedias aéreas en siete días

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Semana negra para la aviación mundial. En apenas una semana, tres tragedias aéreas han sacudido la actualidad internacional y han dejado 462 víctimas, entre muertos y desaparecidos.

Sin embargo, una de las tres tragedias ha provocado un conflicto político a nivel global por no tratarse de un accidente convencional, sino de lo que podría ser un atentado terrorista.

El pasado jueves 17 de julio, el vuelo MH17 de Malaysia Airlines que cubría la ruta de Amsterdam a Kuala Lumpur con 298 personas a bordo, se estrellaba en la región de Donetsk, al este de Ucrania, zona controlada por los separatistas rusos y escenario de enfrentamientos con las fuerzas gubernamentales ucranianas. Nadie sobrevivió.

No se trató de un accidente producido por un fallo técnico o por las malas condiciones del clima, sino por el lanzamiento de un misil que lo derribó. Pasada una semana, no queda claro aún quién o quiénes fueron los responsables del ataque al avión, en el que viajaban 193 holandeses, 44 malasios, 27 australianos, doce indonesios, cuatro belgas, cuatro alemanes, nueve británicos, tres filipinos, un canadiense y un neozelandés.

Desde el principio, el Ministerio del Interior ucraniano acusó a los separatistas prorrusos de haber provocado lo que llamaron "un acto de terrorismo" al lanzar un misil tierra-aire desde Donetsk. Sin embargo, representantes de esta autoproclamada república negaron disponer de armamento para alcanzar un avión a tanta altura (unos 10.000 metros) y acusaron a la Fuerza Aérea ucraniana de haber derribado la aeronave con un cazabombardero.

El mismo día del derribo, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, aseguró que los servicios de inteligencia estadounidenses habían confirmado que un misil tierra-aire había hecho explotar al avión en el aire y que no se trataba de un accidente. Pero hasta el pasado martes, aún no podían asegurar quién lo podía haber hecho, ya que no sabían que los separatistas contasen con sistemas de lanzamisiles Buk o SA-11 Gadfly (un complejo radar móvil con misiles guiados de la época soviética capaz de derribar un avión en pocos segundos) y explicaban como "un error" que lo utilizasen contra aviación civil.

Tres días después, el Servicio de Seguridad de Ucrania difundió por Internet la grabación de una supuesta conversación telefónica entre dos jefes de las milicias prorrusas en las que un comandante pedía a uno de sus hombres que supervisase la ocultación de las cajas negras del avión para evitar que cayeran "en manos ajenas" y de "toda esa gente", en referencia a la OSCE:

"Deben estar bajo nuestro control (...). No es una petición mía, nos llega desde arriba, (...) y con esto me refiero a Moscú".

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Las cajas negras aparecieron dos días después, cuando los prorrusos decidieron entregárselas a las autoridades de Malasia. "Puedo ver que están intactas, aunque un poco dañadas. En buenas condiciones", dijo Mohamed Sakri, coronel miembro del Consejo de Seguridad malasio.

Con los restos del avión esparcidos a lo largo de varios kilómetros por el este de Ucrania, los oficiales separatistas se comprometieron a permitir que los investigadores internacionales de la OSCE accedieran al lugar del suceso para recabar sus pesquisas sobre lo ocurrido. A la zona fue un grupo de especialistas forenses holandeses, que examinaron los restos humanos recuperados y trasladados a un tren frigorífico. Desde allí, concluidos los trabajos de rescate, partieron a la localidad ucraniana de Jarkov y un avión trasladó varios de los cadáveres holandeses a Eindhoven (Holanda), donde fueron recibidos con honores.

Con este panorama, la práctica totalidad de las aerolíneas comerciales decidieron desviar sus vuelos para evitar que pasaran el espacio aéreo ucraniano ante el riesgo de que un suceso similar pudiera repetirse. Aunque, por ridículo que pueda parecer, Malaysia Airlines desvió su ruta para hacer pasar sus aviones por Siria, que lleva más de dos años en guerra civil.

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PREOCUPACIÓN EN LAS AEROLÍNEAS

Al desvío de rutas en Ucrania se han sumado, desde el pasado martes 22, las cancelaciones de vuelos con salida y llegada a Tel Aviv, capital de Israel, por parte de un gran número de compañías aéreas después de que un cohete impactase en las proximidades del aeropuerto internacional de Ben Gurión.

La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, en inglés) prohibió a las aerolíneas estadounidenses volar a o desde ese aeropuerto y pronto se sumaron a la cancelación de vuelos numerosas compañías europeas como Air France, Lufthansa, KLM e incluso españolas como Iberia, Vueling y Air Europa.

La preocupación por la seguridad de los aviones que atraviesan zonas de guerra ha provocado que la Asociación de Aerolíneas Europeas (AEA, en inglés), haya reclamado un "debate internacional urgente" sobre las orientaciones de la seguridad del espacio aéreo y un análisis de riesgo independiente para poder preparar así sus planes de vuelo, en lugar de confiar en lo que dicen los distintos gobiernos y las autoridades de control de tráfico.

En un comunicado, la AEA considera que, tanto lo ocurrido en Ucrania como las cancelaciones en Israel, "demuestran que es necesario un debate sobre cómo realizan las evaluaciones de riesgo las autoridades nacionales". Las aerolíneas quieren que este debate se plantee en el seno de la Organización de la Aviación Civil Internacional.

DOS ACCIDENTES EN DOS DÍAS

Al debate sobre si es seguro sobrevolar países en guerra, se une el debate sobre la seguridad en los propios aviones, después de que en dos días se hayan sucedido dos graves accidentes aéreos.

Este miércoles 23, el vuelo GE 222 de TransAsia Airways con 58 ocupantes a bordo que cubría la ruta entre las localidades taiwanesas de Koahsiung y Makung, en la isla de Panghu, se estrellaba junto al aeropuerto de destino dejando 48 muertos y diez heridos graves.

Según la Administración Civil Aeronáutica (ACA) de Taiwán, el avión, un ATR-72 de 14 años de antigüedad, experimentó un fallo técnico que obligó al piloto a realizar un aterrizaje de emergencia.

A esto hay que sumar las malas condiciones del tiempo por el paso del tifón Matmo por la isla y que retrasaron una hora la salida del vuelo. De hecho, en el momento del accidente, según el radar de centro meteorológico taiwanés, la tormenta se encontraba sobre la isla de Panghu, lo que podría haber precipitado el suceso.

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Menos de 24 horas después de este suceso, el vuelo AH5017 de la empresa española Swiftair - pero operado por la compañía Air Algerie-, se estrellaba con 116 personas a bordo sin dejar rastro mientras cubría la ruta entre Burkina Faso y Argel (Argelia). El contacto se perdió mientras el aparato sobrevolaba el norte de Malí donde, según ha anunciado su presidente, se han hallado restos de lo que podría ser el avión.

Pese a que las causas de este nuevo siniestro están por determinar, las imágenes del satélite mostraban fuertes perturbaciones en la zona que atravesó el aparato, una región con fuertes y habituales tormentas que dificultan el vuelo:

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UN MES TRÁGICO

Sólo estas tres tragedias conforman una semana negra en un mes de julio que también ha estado marcado por los numerosos sucesos aéreos.

Esta es una relación de accidentes aéreos que se han producido tan sólo este mes:

2 de julio: Cuatro personas mueren en Nairobi Kenia) después de que un Fokker 50 de carga se estrellase contra dos edificios.

5 de julio: Once personas mueren en Polonia al estrellarse una avioneta por un fallo en el motor izquierdo.

7 de julio: Dos pilotos mexicanos fallecieron al estrellarse su avioneta contra una montaña en el Caribe de Honduras.

11 de julio: Cinco personas murieron al caer su avioneta en una zona montañosa en el estado de Veracruz, al este de México.

Pero, sobre todo, el suceso más trágico del año tuvo lugar el 8 de marzo, cuando el Boeing 777-200 de Malaysian Airlines que despegó de Kuala Lumpur (Malasia) a Pekín (China) desapareció sin que nadie, hasta la fecha, haya sabido qué pasó con el avión.

A bordo viajaban 239 personas, la mayoría de nacionalidad china, y los radares perdieron su situación sobre el océano Índico siete horas después del despegue. Las numerosas operaciones de búsqueda del aparato aún no han dado con su paradero.

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