James Franco luce cabeza rapada y presenta película en Venecia (FOTOS)

James Franco luce cabeza rapada y presenta película en Venecia (FOTOS)

5c8b2746360000ba1a6c9a23GETTY IMAGES

Todo en torno al universo de James Franco es referencial. Tanto que ha conseguido ser él mismo el referente. Es una celebrity que no necesita de errores en iCloud para que le veamos semidesnudo en internet, porque él mismo se encarga de colgar las imágenes. Hace unos meses sorprendía utilizando las redes sociales para ligar de manera pública con una chica de 17 años. Su comportamiento aseguró una vez más una torrencial atención mediática que pronto se desvió hacia la película que estaba promocionando, Palo Alto, una crónica de adolescentes en apuros e hijos de la era Facebook. Por muy disparatadas que sean las situaciones que lo rodean, todo en él vende. Todo es muy James Franco. El día antes de viajar hacia el Festival de Venecia se rapó el pelo al cero ante sus casi tres millones de seguidores en Instagram.

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De esa guisa se ha presentado este viernes el embajador del selfie a recoger el premio a toda su carrera, que le concede la marca de lujo Jaeger-LeCoultre. El galardón es el mismo que en años anteriores han recibido en el Festival de Cine de Venecia cineastas mucho más consolidados, como el japonés Takesi Kitano, su compatriota Spike Lee o el italiano Ettore Scola. Y eso que lo más probable es que muchos ni siquiera sepan que de su carrera como director. "Llevo casi veinte años actuando y casi la mitad de ellos dirigiendo", recordaba , casi a modo de defensa, James Franco a los periodistas, enfundado en una gorra que cubría su recién estrenada calvicie.

En ese tiempo James Franco ha realizado nueve largometrajes y cinco documentales, aunque casi todos ellos apenas se han estrenado en unas pocas salas de Estados Unidos. En sus películas detrás de la cámara surge su lado académico —en los últimos tiempos ha sido estudiante de la Universidad de Nueva York y profesor universitario— y recurre a sus fuentes de inspiración: los escritores Cormac McCarthy (Child of God) y William Faulkner (As I lay Dying) y a sus héroes del cine como William Friedkin y Al Pacino (Interior. Leather Bar) o River Phoenix (My Own Private River). El resultado son cintas pretenciosas y plúmbeas que, a pesar del riesgo, no caen en el ridículo.

Esta vez, el actor de El origen del Planeta de los Simios y Oz: Un mundo de fantasía llega a Venecia con su segundo Faulkner, El ruido y la furia, la crónica de la crisis económica y emocional de una familia conservadora del sur de Estados Unidos en los años 20. "Creo películas que no puedo hacer como actor porque ningún director las hace. No quiero esperar a que me ofrezcan ciertos papeles, porque nadie hace a Faulkner", se lamentaba durante su intervención del viernes.

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Quizá es que pocos osen a abordar a una de las voces más compleja de la literatura estadounidense, también una de las menos adaptables al cine. James Franco ha decidido no ponerse límites en su vida profesional. Dice que convertirse en director de actores es otra más de las facetas artísticas que le gusta explorar. Exhibicionista irredento, asegura que no le gusta actuar en sus propios filmes y que, si aparece en esta cinta interpretando a un discapacitado mental, no responde a su nervio actoral. "Soy consciente de que tengo un valor en el mercado. Aparecer en mis películas ayuda a mis productores a venderlas", admite.

Al final confiesa que su ubicuidad se asemeja a una adicción. "Parece que estoy huyendo de algo, pero lo que me ocurre es que tengo muchos intereses. De joven todo el mundo quería encasillarme, pero llegó un momento en que decidí escucharme a mí mismo. He podido hacer todo lo que soñaba cuando era joven. No parar quieto es el modo en que aprendí a vivir mi vida". Es el show de James Franco.