UGT, la hora de la refundación

UGT, la hora de la refundación

EFE

Pasaban las 10:30 de la mañana del 12 de agosto de 1888 cuando 26 hombres se sentaban en el Círculo Socialista de Barcelona y fundaban UGT. Han pasado 126 años de aquel momento en la calle Tallers que cambió el mapa obrero español... y el sindicato ha abierto esta semana un nuevo proceso de cambio profundo con el objetivo de iniciar un nuevo capítulo de su historia.

Acuciado por una serie de escándalos (los cursos de formación y las facturas falsas en Andalucía, las tarjetas black de Caja Madrid, el patrimonio del histórico dirigente José Ángel Fernández Villa…), con un sistema laboral trastocado por la crisis económica y una imagen a la baja entre los ciudadanos, UGT se ha visto forzada a dar el pistoletazo de salida para una renovación de aquí a la primavera de 2016.

Las alarmas saltaron a principios de la semana al filtrarse la intención del secretario general, Cándido Méndez, de adelantar el congreso y no volver a postularse para el puesto. A muchos de sus allegados no les sorprendió esta decisión al haber ya dado señales en privado de su intención de dejar el liderazgo tras más de 20 años al frente de la Unión, según relatan a El Huffington Post fuentes sindicales.

Es la hora de intentar reconectar con los trabajadores que ven lejos la definición que hace de sí misma UGT: organización progresista, comprometida, reivindicativa, democrática e independiente con presencia en todos los sectores de actividad y en todo el territorio español.

En un clima de rápidos traspasos de poder en el país -de Felipe VI en la casa real a Pedro Sánchez en el PSOE-, Méndez ha pactado en el comité confederal adelantar al menos un año la elección de su sucesor y no esperar a 2017 -como debía hacerse oficialmente-.

La intención de Méndez y de la dirección en estos meses pasa por cerrar una nueva estructura. “El sindicato tiene que tomar medidas para adecuarse a una nueva realidad. Las elecciones del año que viene van a cambiar el panorama del conjunto del país. Disponemos del tiempo que media hasta la primavera de 2016 para hacer estas cosas”, explica el secretario de Organización y Comunicación de UGT, José Javier Cubillo.

La Unión tiene cerca de 1.100.000 afiliados. Según comenta Cubillo, el sindicato también ha notado la crisis y ha registrado descensos de un 4% en 2013 y de un 5% en 2012 respecto a los años anteriores en el número de trabajadores que pagan su cuota. No obstante, la caída de sus afiliados es menor que el descenso del empleo, precisa. En representatividad laboral, ha perdido dos puntos en 2013.

Por eso, su objetivo es ir “a modalidades organizativas más ligeras y menos costosas” para “desplazar esos servicios a los afiliados y a la acción sindical de las empresas porque el mundo se está moviendo”.

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Comité Confederal de UGT

“MAYOR EXIGENCIA DE LA OPINIÓN PÚBLICA”

Uno de los problemas a los que se enfrenta es la pérdida de credibilidad ante la sociedad. Los sindicatos como institución recibieron un suspenso rotundo con un raquítico 2,51, en el último barómetro sobre instituciones del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado en el mes de mayo. Tan solo tienen peor reputación los partidos políticos y el Gobierno e incluso las organizaciones empresariales les superan (2,94).

“¿Qué ha ocurrido? Hay un nivel de exigencia mayor que no se corresponde con el que había por ejemplo en 2005”, sostiene Cubillo, que subraya que “como consecuencia de la crisis se mira con lupa cómo vive aquí cada cual y las cosas que se han producido”. Ahí entran en escena los escándalos que han salpicado a los sindicatos: “eso ha traído la imagen de las organizaciones”.

Estos episodios “han traído consigo una reacción en la opinión pública y en el sindicato”. En este punto, reconoce que estos casos han producido un malestar interno: “a quien más duele es a aquellos que ven cómo se ha traicionado su confianza”.

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Manifestación durante una huelga general

“NOS HA ATRAPADO TAMBIÉN LA CRISIS”

“A nosotros nos ha atrapado también la crisis. Tenemos una estructura sindical que ahora hay que ir adaptando a los nuevos tiempos”, confiesa Justo Rodríguez, el líder de UGT en Asturias, que repite no obstante que se trata de “un gran sindicato” y que suma junto a CCOO “el 80% de la representación sindical”.

Sobre los escándalos, no titubea y dice que les “ha afectado primero en lo personal”. “Un lunar puede empañar toda una labor, es deleznable y condenable y tendrán que pagar por ello”, prosigue, a la vez que defiende que UGT ha actuado “rápidamente”.

“Tenemos que ser mejores que los demás, la Justicia tendrá que llegar hasta el final y el desastre que supone en la imagen es muy negativo para la organización”, apostilla este líder sindical.

Las recetas para el futuro de UGT pasan, según Rodríguez, por “rematar” la nueva estructura de la federación para “quitar grasa” y por los “necesarios cambios de cara”. “Un rejuvenecimiento intelecto-sindical”, lo define.

Eso sí, sus palabras son de absoluto agradecimiento a Méndez. “Yo creo que el compañero Cándido es lo mejor que le ha pasado a UGT en los últimos veinte años”, continúa. “Desde el inicio de la crisis en 2008 había un reto, que era preparar al sindicato para los nuevos tiempos, y ahí está jugando un papel importante para dirigir la organización a otro modelo, lo que algunos llaman, y me parece bien, la refundación”, asevera. Él revela que no piensa dar el paso para sucederle.

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Cándido Méndez y Alfonso Guerra en Rodiezmo (León)

“EL MUNDO DE LOS SINDICATOS VA MÁS LENTO”

“El mundo de los sindicatos va más lento que el de los partidos”. Así opina Jorge Galindo, investigador en el Departamento de Sociología de la Universidad de Ginebra, experto en economía política y miembro del colectivo Politikon.

A su juicio, “la paradoja a la que se enfrentan los sindicatos es que en una situación de crisis la unión de la clase obrera, que debería ser más importante, no se está canalizando a través de las instituciones primarias de organización de los trabajadores”. En concreto en España, afirma Galindo, los sindicatos grandes se enfrentan “al dilema de cómo facilitar la creación de empleo sin desproteger a su núcleo duro, el dilema entre estables y precarios”.

“Lo que se ve y se siente con la crisis es que los sindicatos no han hecho lo suficiente o no han estado atentos a los trabajadores precarios, que son los que más la han sufrido, los que tienen contratos temporales, los jóvenes, los emigrantes, las mujeres…”, reflexiona.

Esto se suma a otra “cuestión más general”, la de que las centrales y los partidos “ya no son centros de relación social como antes”, relata este investigador, a lo que añade: “su poder es más escaso, volvían ante la opinión pública como con las manos vacías”.

“Tienen que ser conscientes también de que la forma en la que se relacionan los ciudadanos con los cuerpos principales de la acción política ha cambiado mucho. Es un cambio de proceso y de formas. No solo de fondo”, advierte Galindo.

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Toxo y Méndez

LA “AUTOPISTA” A OTROS SINDICATOS

Muchos retos internos y externos. “Han perdido la confianza y la credibilidad, es complejo, el sindicalismo español es el que menos se ha modernizado”, declara Sandalio Gómez, doctor en Dirección de Empresas y profesor del IESE.

Según Gómez, “hay factores sociológicos, laborales de los trabajadores que no han sido capaces de adaptar a su idiosincrasia, a su filosofía”. ¿Cuáles? El peso del sector servicios, la mentalidad de las nuevas generaciones, el crecimiento de las mujeres en el mundo laboral. “Los sindicatos no han sabido adaptarse ahí, siempre en la función cómoda, sin innovar y sin formar nuevos cuadros que estén adaptados”, incide.

Esta actitud de UGT y también de CCOO, avisa el profesor, puede estar “creando una autopista para que se cuelen otros”. Por ello, deberían pensar en una “renovación total, pero seria y sensata, sin perder los nervios”, aconseja.

“Si por falta de una adaptación a la realidad los trabajadores no encuentran respuestas, se van creando sindicatos independientes”, comenta Gómez.

En la Unión rechazan públicamente que este proceso tenga que ver con el posible eco de Podemos en el sindicalismo. Actualmente se está formando Somos, una organización vinculada al partido de Pablo Iglesias.

“Lo de Podemos es un fenómeno que vemos con atención. Formalmente no existe -el sindicato-, hay que darle la importancia que tiene, en España hay del orden de 2.400 sindicatos”, cierra por su parte Cubillo.

UGT encara su lenta renovación. Algo más de un año para ver si se adapta a la realidad laboral. Ahora o nunca.