Las cuevas de Altamira crecen: aumentan un 20% de tamaño

Las cuevas de Altamira crecen: aumentan un 20% de tamaño

ASFIMAGEN

La cueva de Altamira es más grande de lo que se pensaba y su Sala de Polícromos, donde se encuentran las pinturas rupestres, mucho más pequeña. Así lo concluyen las nuevas técnicas de imagen aplicadas en su interior por el equipo SIGAREP, unos resultados que ayudarán a comprender con más precisión lo que ocurre en la caverna. En concreto, la famosa cueva cántabra tiene un 19% más de superficie de lo que se había topografíado hasta ahora, lo que son 723 metros cuadrados más. Por contra, el espacio en el que está el famoso techo, cuenta con un volumen total de 286 metros cúbicos, un 15% menos que la cifra utilizada hasta ahora.

La investigación se realizó hace ahora un año. Los miembros del proyecto pasaron 50 horas trabajando en el interior del espacio, aplicando las nuevas tecnologías. SIGAREP es el mismo equipo que recientemente hizo públicas, a través de Laboratorio para Sapiens, 250 nuevas pinturas rupestres en la cercana Cueva del Castillo. Este nuevo trabajo se ha logrado realizar tras conseguir una subvención del Ministerio de Cultura a través del Ayuntamiento de Santillana del Mar. Sus conclusiones se presentaron en el Congreso de la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas (UISPP), celebrado en Burgos a comienzos de septiembre.

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En rojo, como era, y en negro cómo es. Los cuadrados amplían las zonas nuevas.

Los investigadores de SIGAREP aseguran que bajaron y topografíaron en una sima de Altamira, donde no se había estado desde hacía décadas, y que han conseguido la más completa planta de la cueva que acoge las pinturas paleolíticas más famosas en todo el mundo. En concreto, describieron una galería de 20 metros que no estaba registrada, así como otros espacios que no figuraban en documentos cartográficos anteriores. "La nueva topografía reduce el volumen de polícromos en relación con el tamaño de la cueva, cambia las distancias y las morfologías", apunta José Latova, miembro del equipo.

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Miembros del equipo, tomando datos en el interior de Altamira.

SIGAREP se había propuesto aplicar la misma tecnología en Altamira que la utilizada para encontrar nuevas pinturas rupestres en El Castillo y en otras cuevas de la meseta. Su proyecto tenía tres objetivos: obtener un modelo en 3D de toda la cavidad, realizar una giga-orto-imagen del Techo de Polícromos (una imagen desde un plano ortogonal a escala real) y hacer también micro-imágenes de las bacterias en 3D in situ, para ver con detalle su evolución en extensión y en volumen. "Al final se aprobó la parte de realizar trabajos de topografía, la orto-imagen del Techo y algunas pruebas con las bacterias en 3D, así como el análisis de una pintura menor. En esas 50 horas, fuimos con un cuidado extremo, incluso trabajamos con diferentes trajes para probar cuál dejaba menos huella térmica", explica Latova, un experto fotógrafo del Patrimonio.

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Bacterias en Altamira, captadas para ver con gagas en 3D.

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Bacterias de Altamira, en 3D (si tienes gafas azul/rojo para 3D, puedes usarlas).

Aplicando nuevas técnicas de imagen, con la empresa GIM-Geomatics, lograron un escaneado de la cueva con dos milímetros de resolución y en el Techo de Polícromos lograron un milímetro. "La orto-imagen del Techo de Polícromos, con una resolución de 16 píxeles por mm2, la hemos proyectado en un plano que tiene en cuenta, por vez primera, la inclinación del techo, que es de 7,824º; sin contar con ese factor, las figuras se veían deformadas. En total, tomamos 560 fotos, que se ajustan en la fotogrametría. Con este material, es posible ver imágenes del pasado y comparar matemáticamente las pérdidas de pigmento, la estalactitas, etcétera", explican en SIGAREP.

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Misma pintura con análisis mutiespectral.

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Pintura en Altamira, a simple vista.

En una pequeña fractura de roca (diaclasa) de la galería principal, el equipo puso a prueba su análisis multiespectral para hacer más visible el arte rupestre oculto, sacando a la luz una pintura que estaba prácticamente desaparecida para el ojo humano.

Además, durante esas 50 horas, realizaron un modelo en 3D del exterior de Altamira, para descubrir cuántos metros de distancia se encuentra la Sala de Polícromos de la superficie; y también tomaron imágenes en 3D en un área de cinco centímetros cuadrados cubierta de bacterias, que se ven con una asombrosa precisión.

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Plano de la cueva de Altamira, sobre el paisaje exterior.

"Este trabajo permitirá contar con un mayor conocimiento en el movimiento del agua que está deteriorando las pinturas de hace 15.000 o más años, lo que, a su vez, permitirá hacer un plan de conservación preventiva lo más preciso posible", señala Latova. Este especialista apunta que "el tamaño de las cavidades afecta a la concentración de humedad y la temperatura. Cuando el actual equipo de investigación de Altamira, dirigido por el suizo Gaël de Guichen, inició sus trabajos en 2012 les ofrecimos colaborar, pero finalmente este trabajo ha sido independiente. Ahora nuestro objetivo, es poder seguir con el escaneo de cinco cuevas cercanas para tener caracterizado todo el sistema kárstico y también nos gustaría hacer un análisis multiespectral del Techo de Polícromos que permita ver todo lo que hay".

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Plano del Techo de Polícromos, que está inclinado.

El equipo de investigación que dirige De Guichen inició en agosto de 2012 un proyecto valorado en un millón de euros y que reabrió Altamira (tras 12 años cerrada) a visitas experimentales, en principio hasta septiembre de este año. Ese plazo fue ampliado seis meses, hasta febrero de 2015, después de que los investigadores señalaran en su informe preliminar de conclusiones que necesitaban más tiempo. En esas conclusiones provisionales indicaban que las visitas apenas tenían impacto sobre las pinturas, pues su deterioro es fruto de un proceso natural.

No lo cree así la Unesco, que ha advertido recientemente que en esta cueva (Patrimonio de la Humanidad), “las visitas son un factor de riesgo que pueden modificar los factores ambientales” . Así lo señala en el informe bianual del Comité de Patrimonio Mundial hecho público a finales de octubre. Y tampoco lo creían los expertos del CSIC que trabajaron 10 años en su interior y recomendaron que no se abriera al público.

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Imagen de una pintura de Altamira de gran precisión.

Pese a que aún no se ha terminado el trabajo de Gaël de Guichen, el Ministerio de Cultura, dirigido por José Ignacio Wert, ya ha remitido a la Unesco su plan de visitas para Altamira, como adelantaba EL PAÍS hace unos días. Se desconoce si ese plan mantiene únicamente cinco visitas a la semana, es decir, 325 al año, una cifra que no parece que vaya a atraer a miles turistas cada año, ni a "poner a disposición de todos los ciudadanos" ese Patrimonio, como también se ha señalado desde instancias oficiales. Si el número aumenta, los trabajos realizados podrían no servir.