¿Por qué preferimos a los políticos atractivos?

¿Por qué preferimos a los políticos atractivos?

EFE/GTRES

Cuenta la leyenda que el famoso debate televisado entre John F. Kennedy y Richard Nixon el 26 de septiembre de 1960, el primero entre candidatos a la presidencia de EEUU, se saldó con dos resultados diferentes: los televidentes dieron como ganador a Kennedy, mientras que Nixon fue el preferido de quienes lo escucharon por la radio. Nixon había rechazado el maquillaje y apareció demacrado tras una hospitalización, mientras que su oponente lució apuesto, maquillado y bronceado. El caso suele citarse como ejemplo de la influencia del atractivo físico de los políticos en la intención de voto y de la explotación de este efecto por el medio televisivo.

Sin embargo, para algunos no es más que eso, una leyenda. Estudios posteriores sugieren que en realidad no había pruebas sólidas que sustanciaran esta interpretación y que el mito se instauró a partir de datos poco significativos. Pero, ¿realmente importa el aspecto? ¿Es simple casualidad que en España y otros países esté emergiendo una nueva generación de políticos físicamente atractivos y a menudo con un look más actual, alejado de la clásica imagen del "hombre del traje gris"? Ahí están los nombres: Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera, Alberto Garzón, Toni Cantó, Pablo Casado, Borja Sémper... Estilos diferentes, pero alineados con sus coetáneos que cubren desde la Generación X a los Millennials, los que nunca han llevado corbata para ir a la Universidad. ¿Hasta qué punto ha influido la fotogenia en su ascenso al liderazgo? ¿Y cómo pesará este factor en sus confrontaciones en las urnas?

VENTAJAS DE SER GUAPO

No es un secreto que un buen físico hace la vida más fácil. En 1994, un estudio mostró que las personas más atractivas recibían remuneraciones entre un 10 y un 15% mayores que las menos agraciadas, sobre todo en el caso de los hombres. Estudios posteriores han corroborado el efecto incluso en condiciones experimentales. En otras facetas de la vida, diversas investigaciones afirman que los guapos obtienen mejores calificaciones de sus profesores, condenas más leves de los jueces y cuidados más esmerados de sus médicos. Todo ello, según los expertos, se debe al llamado Efecto Halo, por el que tendemos a atribuir otras cualidades favorables a la gente guapa.

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"Los líderes atractivos generan más confianza", dice el politólogo y asesor político David Álvaro García. "La cultura y el cine tienden a simplificar los personajes, y el mejor ejemplo son los cuentos infantiles: la bruja mala y el príncipe guapo". En colaboración con el periodista Enrique Fonseca, Álvaro publicará en mayo el libro El método Podemos. Marketing marxista para partidos no marxistas (Editorial Última Línea). Entre otras cosas, en el libro se responde a la pregunta de si la ventaja del aspecto físico también se aplica a la política. "Sí, y cada vez más, porque la sociedad apuesta por el medio audiovisual en este ámbito", sentencia. "Los estudios nos dicen que la percepción de la simpatía se recibe en un 55% por la mirada, un 38% por los gestos y un 7% por la voz; así que el componente físico es fundamental". Álvaro cita como ilustración el caso de Podemos y su líder, Pablo Iglesias. "No habría logrado ser la segunda fuerza política si no se hubiese apoyado tanto en el medio audiovisual".

Según Álvaro, la irrupción reciente en España de figuras políticas con un destacado atractivo físico no es casual. "Estamos en un cambio de modelo político, y los partidos están apostando por un cambio generacional en el que también prima el aspecto". Dentro de estas estrategias premeditadas se encuadra también, dice Álvaro, el estilo rompedor del nuevo ministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis. "Tiene un look estudiado; se trata de dar una imagen de cercanía con la población y el traje es un elemento capitalista, por lo que hay que desideologizar la vestimenta".

Curiosamente, la experiencia sugiere que la ventaja del físico se aplica solo a los hombres. "Tenemos casos como el de Sarah Palin [candidata a la vicepresidencia de EEUU], a quien se tachó de frívola solo por su aspecto y porque se presentó al concurso de Miss Alaska", señala Álvaro, quien apunta que esta tendencia podría cambiar. Un ejemplo es el de Tania Sánchez, otra figura en alza. Pero quizá, tal y como suele denunciarse en el ámbito profesional, ese cambio exigirá a las mujeres una aportación extra respecto a sus guapos colegas varones: "Tania Sánchez apoya su atractivo físico en el lenguaje, y esto marca una diferencia".

LA TEORÍA DEL LÍDER SANO

Todo lo anterior repugnará a quienes defienden que es la política, y no la apariencia de los candidatos, lo que guía el voto de los ciudadanos. Álvaro coincide en que "el contenido es esencial". "Pero mejor si va en un buen continente", añade. Y en el fondo, ¿por qué el continente debería importarnos cuando se trata de elegir a nuestros gobernantes? Con el Efecto Halo nos limitamos a nombrar el fenómeno, pero no lo explicamos. Si el influjo de una cara atractiva es real en la política, como sugieren ciertos estudios, debe de existir algo en nuestro comportamiento que nos condicione a ello. Y algunos investigadores creen haber hallado una respuesta.

En 2013, psicólogos de la Universidad Estatal de Arizona (EEUU) publicaron una batería de estudios en la revista Psychological Science con una conclusión común insólita: la preferencia por los candidatos más atractivos es mayor en los sectores sociales de salud más precaria. A partir de datos de elecciones reales y de experimentos de laboratorio, Andrew Edward White y sus colaboradores mostraban que los políticos guapos triunfaban en los distritos con peores baremos sanitarios, y que los participantes en los experimentos se decantaban por los líderes más atractivos cuando la preocupación por su salud estaba en juego. "Las personas preocupadas por las enfermedades prefieren especialmente a los líderes físicamente atractivos porque esto es una muestra de buena salud", escribían los autores, basando este efecto en lo que llamaban "mecanismos funcionales de evitación de la enfermedad".

Las investigaciones de White no son las únicas en sugerir que el aspecto atractivo de un candidato apela al deseo de los votantes de ser gobernados por un líder sano. El pasado noviembre, otro estudio de científicos holandeses y británicos en la revista Frontiers in Human Neuroscience descubría que, en experimentos de simulación con voluntarios, la preferencia por los líderes con rostros más atractivos estaba específicamente guiada por los rasgos asociados con la buena salud, mientras que los relacionados con la inteligencia eran secundarios; un líder sano era más apreciado que uno inteligente.

PROTECCIÓN FRENTE A EPIDEMIAS

Sin embargo, la hipótesis del líder sano no convence a todos. Otros expertos han objetado que la variable de la mala salud podría estar enmascarando otras causas, como un nivel educativo más bajo que impediría a esos votantes juzgar a los candidatos por sus propuestas, y no por su cara bonita. Pero no parece ser el caso: un nuevo estudio publicado en enero de 2015 en la revista Evolutionary Psychology ha descendido desde el nivel poblacional para aplicar la lupa a los votantes individuales, revelando que no hay relación con la educación y sí con la salud. "Nuestro estudio descarta otras explicaciones alternativas para los resultados de White, como la variación conjunta de la educación con la salud", apunta a El Huffington Post la directora del trabajo, Leslie Zebrowitz, de la Universidad Brandeis (EEUU). Zebrowitz y sus colaboradores han examinado el caso de una votación para el Senado de su país, descubriendo que los electores con salud más precaria prefieren los candidatos más atractivos y que el efecto es más acusado en los votantes de mayor edad.

Para Zebrowitz y White, la preferencia por un gobernante que goce de buena salud está profundamente enterrada en nuestras raíces evolutivas, en los tiempos ancestrales en que las epidemias diezmaban a la humanidad y un líder sano ofrecía mayores garantías de supervivencia. "Según varios teóricos, hemos desarrollado un sistema inmunitario conductual para detectar la presencia de patógenos y facilitarnos la posibilidad de evitar a quienes puedan portarlos, con una mayor evitación en quienes se sienten más vulnerables a la infección", expone Zebrowitz. "En el fondo, es lógico que la gente prefiera líderes sanos, aunque se tiende a generalizar y atribuir mejor salud a los más atractivos", concluye.

No todos los resultados apuntan en la misma dirección. Otro nuevo estudio, aún sin publicar, no ha encontrado relación entre la salud y la preferencia por los candidatos más atractivos en el caso de Reino Unido. Los científicos, de la Universidad de Estocolmo y el Instituto Karolinska (Suecia), refirieron su valoración de los políticos a la web sexymp.co.uk, cuyos visitantes califican el sex-appeal de diputados y diputadas bajo la pregunta: "¿Con qué miembro del Parlamento mantendrías relaciones sexuales?". Los resultados fueron negativos: "No encontramos ningún efecto de la carga de enfermedad en el atractivo de los políticos", resume a este diario Gustav Nilsonne, el director del estudio, que no se atreve a especular sobre el origen de esta discrepancia. "Una posibilidad es que el resultado original [de White] fuera debido a la casualidad", apunta. "Pero otra explicación sería la diferencia cultural entre EEUU y Reino Unido".

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