Así son los vampiros en la vida real

Así son los vampiros en la vida real

DRACULA

Los vampiros existen. Pero no se transforman en murciélagos, ni se carbonizan a la luz del sol, ni son inmortales. Y no matan a nadie; muy al contrario, incluso dedican parte de su tiempo a dar de comer a los sin techo. Abraham Van Helsing también existe. Pero tampoco mata vampiros, sino que se limita a estudiarlos, y gracias a ello es sin duda quien más merecimientos reúne para ser calificado como la versión real del doctor cazador imaginado por Bram Stoker. "Gracias, me habían llamado Drácula, por supuesto amistosamente, pero nunca Van Helsing. Me siento muy halagado", responde a El Huffington PostJohn Edgar Browning, profesor del Instituto Tecnológico de Georgia (EEUU) y doctor en algo que solo podría definirse propiamente como terrorología cultural, con especialidad en etnografía de los vampiros reales.

0John Edgar Browning, del Instituto Tecnológico de Georgia

La obra de Browning es indistinguible de su vida, o bien su vida es parte de su obra. Mientras crecía en Tennessee en los 80 del siglo pasado, el vídeo familiar echaba humo grabando y reproduciendo las películas de terror que daban por televisión. La preferida de Browning era la versión de Drácula protagonizada por Frank Langella en 1979, junto con la miniserie del mismo año basada en la segunda novela de Stephen King, Salem's Lot. En 1992, Francis Ford Coppola hincó, por así decirlo, el último clavo en el ataúd de Browning, con su recreación del conde rumano que dio a Gary Oldman el papel de su vida. "Me cautivó", reconoce Browning. A los 12 años leía estudios sobre vampiros, algo que podría haber abandonado por una carrera convencional como abogado o economista al llegar a la edad adulta. Pero entonces conoció a una profesora que cambió su vida. "Era una académica del terror, y verla escribir profesionalmente sobre el terror y dar clases sobre ello en un aula fue como una experiencia extracorpórea para mí". Y añade: "El resto, como dicen, es historia".

En esa historia se acumulan una docena de libros, varias decenas de artículos, capítulos y revisiones, conferencias, cursos universitarios y apariciones en televisión, todo ello girando alrededor del mismo eje: el terror, el universo gótico, los vampiros, los zombis, los monstruos y las representaciones de todo ello en la cultura popular, la literatura y el cine. Browning ha convertido en su medio de vida lo que otros buscan en su tiempo libre. Y en esa búsqueda, había una frontera que tarde o temprano debía saltar: la que separa la ficción de la realidad.

ENTREVISTA CON LOS VAMPIROS

Según relata Browning, desde la década de 1970 algunos estudiosos se habían acercado al fenómeno de los vampiros reales. Su propia búsqueda comenzó en 2009 en un enclave muy vampírico; Nueva Orleans, ciudad natal de Anne Rice. La autora de las Crónicas vampíricas situaba en esta urbe buena parte de las andanzas de su antihéroe Lestat. Browning se proponía hacer allí lo mismo que motivaba la narración de Rice: entrevistar vampiros. Dejó en casa un crucifijo que no era suyo, aclara, y una estaca que le había fabricado su hermano años atrás; y armado con lápiz, papel y grabadora, comenzó a internarse en los ambientes góticos del French Quarter, el barrio francés.

No le fue fácil establecer los primeros contactos. Pero unos meses después ya pudo escribir sus impresiones iniciales, recogidas durante sus entrevistas con miembros de la Asociación de Vampiros de Nueva Orleans (NOVA). Sí, los vampiros también se asocian. ¿Por qué no iban a hacerlo? Al fin y al cabo, en palabras de Browning, son en apariencia indistinguibles de cualquier otra muestra humana: hombres y mujeres, de 18 a 50 años, ateos o creyentes, mono o politeístas, hetero, homo o bisexuales, con hijos o sin hijos, casados o divorciados. Los hay que lucen aspecto gótico, pero otros visten como cualquier vecino. Son, resume Browing, amables y corteses, "ciudadanos competentes" que pagan sus impuestos.

  5c8aab83360000ba1a6bd8b4

Miembros de la Asociación de Vampiros de Nueva Orleans en un evento para dar de comer a los sin techo de la ciudad. (Imágenes cedidas por NOVA)

Solo al entrar en detalles es cuando se revela su naturaleza peculiar: "Llevan o han llevado colmillos, o tienen, o han tenido, incisivos naturalmente largos", precisa Browning. Suelen preferir la noche, y algunos dicen experimentar incomodidad ante la luz del sol. Entre ellos se diferencian en dos categorías que a veces se mezclan: los psíquicos, que "absorben energía" por contacto, a distancia o incluso por vía sexual; y los sanguíneos, o bebedores de sangre; siempre de donantes voluntarios y bajo control médico. "Y muy, muy pocos, duermen en ataúdes", subraya Browning.

Así es como lo hacen, según uno de los entrevistados por el autor, un vampiro real que se hace llamar Meph (diminutivo de Mefistófeles), instructor de artes marciales y escritor: "Normalmente tengo que alimentarme cada tres o cuatro noches. Suelo aplicar una cuchilla estéril en el área elegida por el donante, obviamente limpiándola antes; hago una pequeña incisión, recojo la sangre que necesito, que suele ser un vaso de chupito, y luego limpio la herida. Una vez que me he ocupado del donante, me alimento. Nunca bebo directamente del donante porque sería difícil controlarlo; es un poco como un buffet libre [risas], y eso es algo que no hacemos".

De acuerdo, parece fácil pensar que se trata solo de una pose o de un juego de rol: fans de la saga Crepúsculo o de las novelas de Rice que se disfrazan y actúan llevados por su papel, como hacen los clásicos fans de Star Wars o Star Trek. "Cuando comencé mi estudio, no importaba que yo creyera a mis vampiros o no; lo que me importaba era grabar y documentarlo todo", expone Browning. Pero después de varios años estudiando a los vampiros reales en Nueva Orleans y Búfalo, el autor revela que no ha encontrado a ninguno de estos "jugadores de rol" o "lifestylers", como los conocen los auténticos; y que los detalles estéticos, como los colmillos o la vestimenta oscura, gótica o steampunk, son más bien elementos de identificación cultural que sirven para reconocerse entre ellos y reforzar el vínculo de pertenencia a una comunidad.

ORGULLO VAMPÍRICO

Con el tiempo y las entrevistas, Browning llegó a comprender que no se trata de fingimiento, automarginación ni exceso de fantasía, sino del autodescubrimiento de algo inherente a ellos, lo que generalmente ocurre en la adolescencia; historias de maduración comunes en personas con circunstancias culturales y geográficas muy diversas. "Comencé a descubrir que había pocas razones para no creerlos", admite. "A una edad temprana empiezan a manifestar una condición fisiológica que les deja una sensación de debilidad, y van descubriendo, normalmente por accidente, que consumir sangre o conectar mental o físicamente con otros les revitaliza". Así, al cabo de los años, aprenden a definirse a sí mismos como vampiros y a sentirse orgullosos de lo que son. Y muchos de ellos ni siquiera han visto o leído ninguno de los episodios de Crepúsculo.

Browning acaba de publicar sus observaciones de cinco años de trabajo en la revista Palgrave Communications. Y entre sus conclusiones, rechaza frontalmente que los vampiros reales sean simplemente lunáticos. "No he consultado con psiquiatras; ya sé lo que me dirían", insinúa. Pero tiene claro que no se trata de un fenómeno clínico. "Los vampiros reales se han sometido en el pasado a exámenes médicos, pero casi siempre han sido infructuosos", asegura. "No puedo culparlos por intentarlo, pero tampoco por prestar poca atención a los resultados; nadie podría encontrar un gen gay en mi cuerpo y, sin embargo, yo sé que soy gay; ¿por qué debería esperar que con los vampiros reales fuera diferente?", se pregunta.

De hecho, la experiencia personal de Browning como miembro de la comunidad gay le ha servido para comprender cómo la carga ideológica de los estándares sociales puede marginar la diferencia. Ser distinto no tiene por qué empujarte a los márgenes de la sociedad, insiste, ni siquiera en el caso de lo que define como una "cultura desafiante", una subcultura que no solo cuestiona la "normalidad", sino también la autoridad de estructuras de poder como las religiones occidentales o el conocimiento científico y tecnológico.

  5c8aab833b000072066c59b0

Otra imagen de los Vampiros de Nueva Orleans en un acto benéfico. (Imágenes cedidas por NOVA)

Y aunque los vampiros reales prefieran vivir en las sombras y no mostrarse públicamente, se trata sobre todo del miedo a la incomprensión. Pero gracias a internet y a sus foros y chats, desde las "casas" donde se agrupan han ido reemplazando el relativo aislamiento por la incorporación progresiva a comunidades globales, y se organizan para aportar su grano de arena a una sociedad que, temen, aún no les acepta. Desde la tragedia del huracán Katrina en 2005, tres veces al año —en Semana Santa, Acción de Gracias y Navidad— los miembros de NOVA salen a la luz del sol para repartir alimentos a los sin techo y otros necesitados de Nueva Orleans. Con ello demuestran aquello que los padres de Browning siempre les enseñaban a él y a sus hermanos cuando de niños les permitían ver películas de terror: que los monstruos, tal como los muestra el cine, no son reales.

  5c8aab832400004205a376ad

Ve a nuestra portada

  5c8aab832400006b054c3ab2

Síguenos en Facebook

  5c8aab83360000c81a6bd8b8

Síguenos en Twitter