¿Sabes tanto vocabulario como crees? Un juego hecho con 'El pequeño libro de las 500 palabras para parecer más culto'

¿Sabes tanto vocabulario como crees? Un juego hecho con 'El pequeño libro de las 500 palabras para parecer más culto'

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Conoces muchas, muchísimas, toneladas, cientos... Conoces un montón de palabras. Pero nunca dirías que sabes un rimero, ni probablemente hablarías de que tienes memorizado un cúmulo de términos.

El castellano es una lengua rica, riquísima, opulenta —la 23ª edición del Diccionario de la Lengua Española, publicada en octubre de 2014, contiene 93.111 palabras—, pero los 470 millones de hispanohablantes tendemos cada vez más a la simplificación. Cosa, eso, aquello, chisme... son términos que empleamos con más frecuencia de la que deberíamos con tal de no pensar (o no descubrir) cómo se llaman esas cosas a las que queremos referirnos.

Porque en castellano prácticamente todo tiene nombre: la raya del pelo no es raya del pelo, es crencha; las sandías de mala calidad se llaman albudecas; los hombres que se sienten atraídos por las mujeres feas son bagreros ; y un clinero es una persona que vende pañuelos de papel. ¿Sorprendido? Pues mira los términos incluidos en esta galería y déjate sorprender por sus significados.

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La riqueza del español es evidente (¡93.111 palabras!), y eso es lo que ha querido reflejar Miguel Sosa en El Pequeño Libro De Las 500 Palabras Para Parecer Más Culto (Colección Alienta). El autor, que se define como gran conocedor de enciclopédicos conocimientos inútiles, ha querido recoger en esta especie de cuadernillo medio millar de palabras vigentes pero apenas utilizadas en castellano. "Yo no digo que los emplees todos los días. Hay que usarlos con prudencia para no crear un lenguaje bombístico", explica a El Huffington Post.

El libro, que recopila en realidad 501 términos (no 500 como dice el título), nació de "un grupo de grupo de WhatsApp" al que Sosa enviaba todos los días una palabra de esas que podríamos llamar raras. "En realidad el origen es anterior: cuando era chico había un libro de Rubén Dario en la estantería de mis padres, Salutación del optimista, y un día lo cogí, lo leí y me dio una embolia", bromea. La solución fue coger el diccionario y empezar a mirar uno a uno los términos que no conocía. Salutación, inclitas, ubérrimas... fueron el origen de esta pasión por las palabras.

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Sosa se divierte indagando y descubriendo términos que hay en el diccionario, y también los que aún no se han incluido. "A mí me gusta decir que el idioma es como el amor, se hace. Entre todos los construimos", añade el autor, para el que "la Academia [de la Lengua] es un cajón donde se meten y sacan cosas". Así poco a poco van incorporándose términos, aunque sorprendentemente (muy sorprendentemente) hay palabras muy comunes que todavía no lo han hecho. Y eso que en la última edición del DRAE se sumaron casi 10.000 términos. Por mucho que lo mires y por mucho que pases sus 2.312 páginas, no encontrarás rúcula, ni gominola, ni madridista, ni blanquiazul, ni verdiblanco... ¡Prueba y verás!

En la mayoría de los casos esto es cuestión de tiempo: las palabras acaban entrando, saliendo o se incorporan nuevas acepciones. Hasta 2014 chuletón no fue "una chuleta grande de vacuno", en la edición anterior de 2001 solo aparecía con el significado "homosexual". Y petar no tiene que ver con llenar, petar es "agradar" o "golpear en el suelo, llamar a la puerta". Para la RAE no tiene sentido decir que un "garito está petado", porque garito no aparece en el diccionario y petado tendría un significado muy diferente.

Al final lo más probable es que una, otra o incluso las dos palabras acaben entrando en ese cajón de sastre al que antes se refería Sosa. Del mismo modo que lo hizo cederrón — sí, sí como lo lees— como adaptación al castellano del término CD. Pero mientras esperamos a que se incorporen, todavía existen muchas palabras aceptadas por la Real Academia de la Lengua Española que no conocemos y que podríamos incorporar a nuestro vocabulario. "Yo no digo que leas el libro, sino que lo cates y uses algunas de estas 501 palabras con prudencia", añade Sosa.

Al final el objetivo es no empobrecer el lenguaje ni tampoco nuestro pensamiento. Porque, por mucho que creas que te las sabes todas, hay cientos de palabras que se te escapan. Solo tienes que hacer este test para comprobarlo: ¿cuántos términos sabrías definir? [El test no funciona si entras vía móvil]

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