Cómo lavar el bañador: trucos para que no pierda color ni forma

Cómo lavar el bañador: trucos para que no pierda color ni forma

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De la playa a la piscina, después a la ducha, de ahí al tendedero… Y vuelta a empezar. Durante los meses de calor castigamos nuestro bañador y después nos preguntamos por qué ha perdido color, está deforme o tiene una textura extraña. Se acerca la temporada para lucirlo, y también de extremar sus cuidados. Hay que meterlo en la lavadora dentro de una bolsa de algodón y no secarlo al sol.

Estos son algunos trucos indispensables para que tu bikini o bañador te dure —como mínimo— hasta el próximo verano.

1. SAL Y VINAGRE

El proceso empieza en el mismo momento de regresar de la tienda con tu bañador nuevo: ponlo en remojo en agua con sal o con un poco de vinagre y de esta manera quedan fijados los colores. Es pura prevención: piensa que a tu bikini le quedan por delante unos meses muy duros de sol, baños, crema solar…

2. LAVAR DESPUÉS DE USAR

Es el clásico dos por uno de después de la playa o la piscina: te metes en la ducha y, ya puestos, aclaras tu bañador. Mal. ¿Acaso tratas a tu ropa interior así? Es imprescindible lavar tu traje de baño después de cada uso para que no se deteriore. ¿Y cómo lo hacemos? Usando jabón neutro para quitar la sal o el cloro, según recomienda el blog del detergente Flota. A continuación aclaramos con abundante agua templada, para ser cuidadosos con el tejido, habitualmente elástico.

3. ¿ Y CUÁNDO VA A LA LAVADORA?

Aunque lo laves a diario, conviene pasar el bañador por la lavadora semanalmente para un lavado a fondo. Para hacerlo, hay que meterlo en una bolsa de algodón (una buena opción son las fundas de almohada) y poner un programa para prendas delicadas. Efectivamente: se trata de una prenda que hay que cuidar con mucho mimo.

4. CUIDADO AL ESCURRIR

No retuerzas el bañador después de lavarlo porque puedes deformarlo. "Pierde su forma y elasticidad", informa swimsuitsdirect.com, web especializada y distribuidora de trajes de baño. Mejor colócalo entre dos toallas secas para que absorban la humedad. Tu traje de baño se merece paciencia y cuidado: va a ser tu uniforme y carta de presentación durante las vacaciones.

5. DICHOSO SOL

Otro error de libro: poner el bikini en el tendedero, para que se seque a pleno sol. Cuando vuelvas de la siesta estará acartonado y parece que ha envejecido años en unas pocas horas. Por no hablar del rastro que dejan las pinzas… Colócalo al aire libre, pero en la sombra (y con el estampado hacia dentro). Asegúrate de que se haya secado bien, es fundamental para evitar que se concentren malos olores en la bolsa de la playa (por no hablar de hongos, microbios…).

6. DALE UN RESPIRO

Es comprensible que te guste mucho tu bañador pero esto no es excusa para ponértelo todos los días. Si está hecho de lycra —lo más probable si se trata de un bikini— le va a venir bien que lo dejes descansando alguna jornada, para que recupere su forma original (es una propiedad de este material). Lo ideal es, por tanto, alternar entre varios modelos, aclara swimsuitsdirect.com. Por si a alguien le cuesta desprenderse de su modelo favorito…

7. MÁS VALE PREVENIR

Como con un pantalón o una camisa: cuanto menos manches tu bañador, menos problemas habrá a la hora de lavarlo. Piénsalo al comerte un helado o, más peligroso aún, echarte crema: las manchas de loción solar pueden decolorarlo, asegura el blog de Flota. Sé también previsor: si vas a un parque acuático, no te pongas tu modelo preferido, la exposición al desgaste es evidente. En este caso, lo más indicado es optar por uno de 100% poliéster, de mayor resistencia.

8. NO SE PLANCHA

El planchado no es bueno para tu bañador. Así de sencillo: algo menos por lo que preocuparte.

9. HASTA EL AÑO QUE VIENE

Va tan asociado al fin del verano como los fascículos o la vuelta al cole: el último día de tus vacaciones toca guardar el bañador. Pero asegúrate de hacerlo bien: debes pasarlo por la lavadora, con un programa para prendas delicadas, y dejarlo secar al aire. Después, lo guardas en una bolsa de tela dentro de una caja, que debe estar en un entorno poco húmedo y no apretada con otra ropa. Y cuando hayas hecho todo esto, suspiras, dejas que pase el duro invierno y volverás a encontrarte con tu bañador, que estará como nuevo.

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