Otty: la historia de la decisión más difícil

Otty: la historia de la decisión más difícil

Refugio Canino San Antón

Hace casi un mes y medio Facebook se inundó con un lema: “salvar a Otty”. Lanzado por el Refugio Canino San Antón, la foto de un perrito atropellado, con la mandíbula desencajada sobre un charco de sangre se extendió como la pólvora por los móviles y ordenadores de todo el pueblo. Junto a la terrible imagen, una petición desesperada de ayuda. Lo que pasó en las horas siguientes, y el final feliz de la historia, es digno de ser contado.

A finales de abril, sobre la acera de la calle Marchena se encontraba tirado un cachorrito, de apenas unos meses de vida, debatiéndose entre la vida y la muerte y con síntomas de un sufrimiento extremo. Había sido víctima de un atropello en el Arrecife, y por su propio pie llegó hasta la cercana calle donde, rendido, se desplomó. Muchos curiosos que pasaban por allí miraban, comentaban, se quejaban incluso de por qué no atendían al animal… pero nadie hizo nada. Hasta que llegaron dos ángeles de la guarda que recogieron al destrozado cachorro y lo llevaron al veterinario. “No te vas a morir”.

Eran Ismael y Sara, dos voluntarios del Refugio Canino San Antón. Rápidamente llevaron a Otto, que así le llamaron, a la Clínica Veterinaria de la Cruz Verde, aunque una vez allí comprobaron que era hembra por lo que pasó a ser Otty, nombre que a estas alturas seguro conoce todo Morón. Después de hacerle radiografías y examinarla, el diagnóstico era complicado. Tenía desencajada la mandíbula a causa del golpe y, lo que era peor, daños en los pulmones. También presentaba un estado lamentable de higiene, llena de parásitos, resultado de la única vida que desde su nacimiento había tenido: la calle.

Era el momento de tomar la difícil decisión para los miembros de San Antón: intentar que se salve o sacrificarla, “lo que no queríamos es que sufriese”, comenta Nuria, otra de las voluntarias. Y decidieron seguir adelante.

Pascal, miembro del refugio, cuenta que en principio se valoró la operación y los diferentes cuidados en unos 1.500 euros de coste, y como un torbellino de ideas, a través de Whatsapp, la docena de voluntarios más cercanos a San Antón comenzaron a hacer propuestas para recaudar los fondos necesarios. Entre ellas, pedir ayuda por las redes sociales, poner huchas en establecimientos y comercios de Morón, y comenzar una campaña de recuadación por las calles y por el mercadillo.

“La respuesta de la gente fue impresionante”, asegura Maite, también voluntaria. El caso de Otty se había hecho viral en Facebook. Más de 6.000 visualizaciones en apenas unas horas ayudaron a que el mensaje llegara a todos los rincones de Morón y alrededores. Incluso a otros puntos de España como Mallorca o Cataluña, y a países como Bélgica y Holanda donde el refugio canino tiene muchos “padrinos” fundamentales para que continúen con su labor iniciada hace casi 15 años.

El problema ya era conocido. La urgencia también. Lo que pasó después fue una muestra de solidaridad mayúscula. “La gente nos paraba por la calle y nos daba dinero para colaborar con la operación de Otty”, cuenta Maite. Todos querían ayudar. Con 5 euros, 10, 20, 50… Cualquier colaboración sumaba y dejaba más cerca el objetivo, hasta que se consiguió.

Por su parte, Antonio, el veterinario, hacía todo lo posible para salvar la vida del animal, una perra que tenía a todo el pueblo en vilo. Las primeras horas fueron complicadas, pero esta historia no podía acabar mal, y Otty se salvó.

La emoción de todos los voluntarios, miembros del refugio y de todos los que de una forma u otra se implicaron en esta campaña fue grandísima. Cynthia se encargó de acogerla en su casa durante su recuperación y hasta que encuentre un nuevo hogar. Pero siempre quedará la satisfacción de saber cómo con la ayuda de todos se pudo salvar la vida de un animal indefenso que por unos días fue el perro de todo Morón. Ahora, a pesar de seguir con revisiones por sus problemas en los pulmones, Otty cuenta con una nueva vida para llenar de cariño la casa que la adopte. Un cariño tan puro y sincero que solo el que haya convivido con un perro sabe de qué estamos hablando.

SAN ANTÓN SE RENUEVA

En los últimos meses han cambiado algunas cosas en el Refugio Canino San Antón. Isabel y Maribel, dos de las personas que han mantenido a flote esta solidaria iniciativa en los tiempos más difíciles, hicieron un llamamiento. Necesitaban ayuda, además claro está de más recursos económicos y mejores infraestructuras. Pero sobre todo un grupo humano capaz de mantener en óptimas condiciones a los aproximadamente 80 perros que se refugian en las instalaciones que tienen cedidas por el Ayuntamiento en la antigua Fábrica de Cementos.

Como la colaboración institucional no llegaba, los componentes de San Antón se pusieron manos a la obra y comenzaron por difundir lo que allí se estaba haciendo. Las redes sociales, y en concreto Facebook, han ayudado mucho. “La idea era ser positivos, y no solamente sacar el drama que viven los perros abandonados”, comenta Pascal, responsable del perfil de San Antón que roza ya los 1.500 amigos.

Poco a poco comenzó a acercarse gente dispuesta a colaborar. Muchos jóvenes, y no tan jóvenes, dispuestos a regalar un poco de su tiempo para mantener a los perros bien cuidados, alimentados, sanos y felices. Así comenzaron los paseos dominicales, en los que decenas de voluntarios sacan los “perrunos”, como así se llaman en San Antón, a que jueguen, corran y se diviertan al aire libre, estableciendo además unos vínculos muy especiales entre los mismos componentes y creando una “gran familia perruna” que, por suerte, sigue creciendo.

Pero san Antón no es una perrera, es un refugio. “Hay gente que quiere dejar perros allí a diario, piensa que tenemos la obligación, pero nosotros actuamos como voluntarios a título personal, porque seguimos teniendo problemas de infraestructuras, de recursos humanos y de recursos económicos”, cuenta Pascal.

De hecho, no pueden acoger más, pero tampoco piensan cumplir con la normativa de las perreras públicas, esa que dice que un animal recogido de la calle, en caso de no ser adoptado, puede ser sacrificado a los 15 días. El objetivo pues pasa por la adopción. Cada día se dan a conocer en Facebook los casos de los “perrunos” de San Antón, y por suerte, cada vez son más los que optan por acoger a perros abandonados. Hecho destacable es el apoyo encontrado en Bélgica y Holanda, hasta donde se han ido decenas de perros procedentes de Morón y donde tienen una mejor vida.

San Antón ya se ha constituido como Asociación. Su objetivo es seguir mejorando, seguir creciendo, y seguir ofreciendo las mejores condiciones de vida para sus “perrunos”. “No quiero volver a vivir lo que hemos vivido”, señala Isabel, sabedora de los momentos difíciles por los que han tenido que pasar.

Toca mirar con optimismo al futuro y saber que, cuando se necesita, el pueblo de Morón responde y muestra solidaridad con estos indefensos animales que les devuelven a las personas todo el cariño que se les da, pero multiplicado por 1.000. El ejemplo de Otty es el camino.

Este artículo fue publicado originalmente por Manuel Olmo en moroninformacion.es

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