Atenas espera el referéndum desgastada por años de crisis

Atenas espera el referéndum desgastada por años de crisis

AP

ATENAS. En el quinto piso del número 24 de la calle Faviero, a 20 minutos andando de la plaza de Omonia, en Atenas, está la oficina del periódico Eskedia, el equivalente a La farola en España. La venta de este diario es una salida digna para aquellos que no tienen recursos: parados, inmigrantes sin papeles, sintecho...

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> Además de vender el Eskedia, en la oficina se organiza el llamado Tour de la pobreza, en el que cada sábado varias de estas personas llevan a grupos de escolares griegos por las calles más pobres de la ciudad. Les enseñan los albergues municipales, los comedores sociales o los colectivos que organizan ayudas para los que tienen menos recursos.

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Este sábado no había tour de la pobreza. Muchos de los que lo organizan han tenido que salir de Atenas para poder ir a sus lugares de nacimiento a votar en el referéndum que se celebrará el domingo. Por eso, El Huffington Post ha decidido recorrer los alrededores de la plaza Omonia, la segunda más importante de la ciudad, situada en el centro de Atenas.

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Al llegar a Omonia, si uno levanta la cabeza, el paisaje es devastador. La crisis ha hecho mella en este ágora, que hace unos años era la plaza de los cafés, donde turistas y griegos, con sus familias, se podían sentar en las terrazas a disfrutar del día. Hoy, todos los hoteles de cuatro y cinco estrellas que la rodean son edificios fantasma, están cerrados. Las paredes están desgastadas y queda poco de la pintura que en su día les daba color y vida. Uno de ellos tiene un cartel luminoso enorme que ahora está roto y le da un toque más bien tétrico. Aún así, los negocios de autobuses para turistas siguen vigentes, y algunos de los trabajadores paran a la gente en la calle para ofrecerles el disfrute de uno de estos tours en los que se recorre toda la ciudad.

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La crisis coincidió con la llegada masiva de inmigrantes en busca de una vida mejor. Ellos y las personas que comenzaron a perder sus trabajos y luego sus casas, se asentaron en los alrededores de la plaza, buscando un sitio céntrico y seguro donde poder dormir. Pero a los turistas no les gusta la pobreza. A partir de ciertas horas podía ser peligroso. La presencia vendedores ilegales, camellos o personas que robaban para sobrevivir espantaba a la clientela de los hoteles de lujo. Fue entonces cuando la mayoría de estos edificios cerraron. Algunos han sido reconvertidos en albergues municipales para los pobres, que pueden ir allí a dormir.

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Una de las calles principales que atraviesa la plaza es la Avenida de Atenas. Al entrar, no hay más que mirar hacia arriba para ver a lo lejos y en lo alto la Acrópolis, cuna de la democracia. Este camino lleva al mercado central de Atenas, donde los griegos hacen sus compras de cada día. Al avanzar por la avenida, se pueden ver varias tiendas del todo a 1 euro y de réplicas de camisetas de fútbol, zapatos o vestidos, la mayoría regentadas por indios o musulmanes.

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Dentro del mercado, conocido como el agora de Atenas, es imposible oírse unos a otros entre los gritos de los vendedores de cada puesto. Decenas de carniceros exhiben su producto de todas las maneras posibles. Pollo, cabrito, solomillos... Los ojos de las cabezas desolladas de los corderos, te miran y transmiten una sensación inquietante. El pescado que llega al puerto de El Pireo cada madrugada, luce desde primera hora de la mañana en otros tantos puestos, antes de llegar a la verdura y la fruta. Son las once y el lugar está abarrotado de gente, casi todos ellos griegos, haciendo cola para comprar. A pesar de ser el sexto día del corralito y de lo que se oye fuera del país, en cada mostrador abunda la comida fresca y es dificil moverse por los pasillos.

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Donde acaban los puestos de frutos secos, está el cruce de la calle Sokrates con Sofokleus. Las casas son mas bajas y viejas. Allí, a diez minutos de la plaza Omonia y del barrio turístico Monasterakis, es donde vive la mayoría de la población inmigrante de la ciudad. Se mueven en grupos reducidos y hasta a los griegos y a la policía les da respeto adentrarse por el barrio más tarde de las nueve de la noche, según cuenta Kostas, un griego que trabaja para los turistas. "Ahora ya no puedo traerles aquí después de cenar, aunque por el día también se han reducido las visitas por temor a los pequeños hurtos", comenta.

Continúa el relato contando que viven hasta ocho y diez personas en pisos minúsculos, y que se ganan la vida como pueden, "porque ellos también tienen que comer".

EL CALDO DE CULTIVO DE AMANECER DORADO

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Kostas asegura que este fue el principal detonante para la aparición de Amanecer Dorado, el partido neonazi que ha conseguido una amplia representación en el Parlamento en las últimas elecciones. El hijo de Kostas presenció una de las palizas que algunos militantes de este partido daban a un inmigrante egipcio. "Tenía diez años y cuando volvió a casa rompió a llorar", recuerda el padre. Al niño nunca se le olvidará como aquél inmigrante decía: "en Egipto hay muchos griegos y no les hacemos esto", mientras ellos le respondían: "Nosotros no somos como vosotros".

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El grupo neonazi repartía comida entre los helenos y utilizó la crisis y el miedo para hacer uso del argumento de que todos los extranjeros habían venido a quitarles el trabajo. "Fue por eso por lo que tuvieron tanto apoyo en las pasadas elecciones. Muchos griegos creían que era lo que necesitaban y que esta gente debía representarles en una institución", reflexiona Kostas, quien personalmente opina que "deberían estar todos en la cárcel". Tres horas después el mercado sigue lleno de gente. Es la víspera del referéndum en el que se juegan su futuro.