Tres meses después del terremoto, los nepalíes aún necesitan un techo y asistencia psico-social

Tres meses después del terremoto, los nepalíes aún necesitan un techo y asistencia psico-social

Hoy, 25 de julio, hace exactamente tres meses que la tierra tembló con una furia inusual en una tierra con pies de barro, Nepal. Fue el terremoto más devastador de los últimos 80 años en el país. Unas semanas más tarde se produjo un segundo seísmo, que removió todavía más las estructuras de las casas, los hospitales, las escuelas. Daño sobre daño, que incrementó el número de desplazados, la pobreza, el miedo.

Según los datos aportados por el Gobierno de Nepal, los dos terremotos han afectado a más de 8 millones de personas, con una cifra de muertos que supera los 8.700, más 22.000 heridos y más de medio de millón de viviendas destruidas. Daño sobre daño sobre daño, en un país azotado por la pobreza aún antes de este desastre.

Aunque ya Nepal no copa titulares como en abril, la situación del país es igualmente grave, de emergencia social y sanitaria. Tras las tareas de desescombro, rescate y atención médica, es el momento de la "construcción de infraestructuras, el reforzamiento del sistema sanitario y la atención y formación psico-social", explica Médicos del Mundo, cuyo personal llegó a la zona tres días después del temblor.

Según sostiene la ONG en un dossier especial difundido esta semana, se ha "disparado" la "vulnerabilidad social, económica, sanitaria y educativa", cuando su base ya era precaria, en el puesto 145 del Índice de Desarrollo Humano (sobre 187 naciones). "El terremoto no ha hecho más que agravar la situación previa", añade.

En su zona prioritaria de acción, por ejemplo, en Ramechhap, trabajan sobre un hospital destrozado en un 85%, que pasó de tener 15 a sólo 4 camas. En ese distrito está afectado el 55% de la población, hay 20 estructuras sanitarias dañadas y 28 son "no funcionales". El 81% de las mujeres están sufriendo violencia doméstica, porque la frustración aviva los golpes.

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Una pareja descansa ante uno de los edificios apuntalados de la Plaza Durbar, en la capital de Nepal.

UN MILLÓN DE NIÑOS EN RIESGO

La coordinadora del Programa de Protección de la Infancia de Unicef en ese país, la española Virginia Pérez, cuenta a Efe que, más o menos, se ha estabilizado la respuesta humanitaria en las poblaciones con mejores accesos, las que tienen mejor cobertura de cobijo, agua potable y distribución de alimentos.

Es la época de la plantación del arroz y las comunidades retornan paulatinamente a la "normalidad", comenta en conversación desde Nepal, donde lleva ya dos años.

"El problema -prosigue- es que hay muchas poblaciones a las que no se puede llegar y las lluvias monzónicas lo están poniendo muy difícil. Hay derrumbamientos diarios de tierra y las carreteras quedan cortadas".

Unas se reabren a las pocas horas, otras tardan días. "Es muy complicado organizar, planificar el desplazamiento hasta esas aldeas", lamenta. Son las zonas más afectadas, en las montañas, donde están las comunidades más perjudicadas y dispersas. Un millón de niños siguen viviendo en lugares de alto riesgo de deslizamientos e inundaciones, según Unicef.

Prácticamente, la única forma de llegar es en helicóptero, pero hay "pocos", tres para todas las organizaciones humanitarias, y no vuelan con tiempo malo.

Pérez, que vivió allí los terremotos, entiende que la respuesta financiera internacional ha sido "muy escasa" para atender las necesidades.

MIEDO A LA LLUVIA Y LOS CONTAGIOS

Con las lluvias, además, pueden comenzar las enfermedades contagiosas, reducirse las posibilidades de alimentación y un aumento de la malnutrición infantil debido al aislamiento de algunas poblaciones.

Unicef indica que 10.000 menores sufren desnutrición aguda, que es grave en un millar de casos.

"El cólera es algo que se teme, pero se está haciendo mucha prevención y, hasta ahora, no ha habido ningún brote", precisa.

Para evitar los problemas de los desprendimientos y de aislamiento, muchas personas están bajando de las montañas; algunos muchachos se quedan en las capitales de los distritos y otros llegan a Katmandú, lo que no facilita conocer dónde están para poder atenderlos.

"No sabemos si va a aumentar -añade Pérez-, pero con tanto movimiento de población y la desesperación de las familias, existe siempre el riesgo del tráfico infantil, de separación de los niños de las familias, que los lleven a orfanatos, y también de los matrimonios de niñas, un problema que ya existía".

Defiende los resultados del Programa de Protección de la Infancia, que ha dado apoyo psicosocial al 70 % de la población afectada con mensajes de radio y a unas 100.000 personas entre familias de distintas comunidades por medio de psicólogos y trabajadores sociales.

Valora la contribución del departamento de Asuntos Sociales del Gobierno nepalí y de la Policía para prevenir el tráfico y el abandono de niños, aunque se precisan "muchos más recursos" para los lugares remotos.

Asuntos Sociales ha aumentado sus efectivos en 116 trabajadores, apoyados por Unicef en la identificación de menores con más riesgo.

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MATRIMONIOS FORZOSOS

Sobre los matrimonios forzosos, Pérez se muestra preocupada por que puedan aumentar, pues las bodas suelen ser en la estación monzónica.

"Pero, como se ha puesto en marcha una red de trabajadores sociales muy amplia -matiza esperanzada-, la expectativa es que pueda reaccionar ante cualquier vulnerabilidad".

Lucia Withers, asesora de Save the Children, asegura en un comunicado que "cientos de miles de niños están viviendo en alojamientos poco adecuados" durante el monzón.

En colaboración con el Gobierno, varias ONG han recabado la opinión de casi 3.000 menores, que hablan de sus temores de seguridad física y sexual, necesidades (sanitarias, educativas) y deseos de un bienestar futuro.

También Oxfam ha alertado del temor de las mujeres a sufrir exclusión y abusos al tener que vivir en refugios masificados.

Según información de la oficina de Naciones Unidad para la Acción Humanitaria, citada por Médicos del Mundo, casi un millón de personas necesitan apoyo internacional de alimentación y servicios sanitarios básicos.

Médicos del Mundo señala que la vulnerabilidad social, económica, sanitaria y educativa, que ya era muy elevada, se ha disparado.

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