23 indicios de que mantienes una relación sana con tu 'smartphone'
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23 indicios de que mantienes una relación sana con tu 'smartphone'

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Hay dos maneras muy diferenciadas de tratar hoy día a los smartphones: verlos como una herramienta que te facilita la vida o verlo como casi literalmente un quinto apéndice de tu cuerpo.

Por el bien de nuestra cultura, es interesante preocuparse por este comportamiento obsesivo. Pero aunque haya algunas personas que se dejen llevar por un frenesí de mensajería con erratas, sigue habiendo un gran porcentaje de usuarios de smartphones que mantienen una relación sorprendentemente equilibrada con sus dispositivos; y merecen aunque sea un poco de crédito. Aquí abajo te presentamos 23 sencillos indicios de que tienes una relación saludable con tu smartphone.

¡Felicidades si sigues conservando tu humanidad al mismo tiempo que participas de forma activa en el siglo XXI!

1. El comienzo y el final de tus días no los define un infinito deslizar de la pantalla por las secciones de novedades.

Tal vez te despiertes con algunos estiramientos moderados o una rutina de meditación diaria, y tal vez te quedes frito después de escribir en tu diario o de darle un beso de buenas noches a tu pareja. Pero tu teléfono no aparece por ningún sitio en estos momentos. Por eso, tu higiene del sueño te da las gracias.

2. En el extraño suceso de que olvides tu teléfono en casa, no te invade un ataque de pánico.

De hecho, te resulta algo refrescante pasar el día sin él. Te sientes ligero, libre, más humano. Y cuando te reúnes con el teléfono al final del día, no sientes prisa en ponerte el día con todas las cosas que no te has perdido.

3. Tú y tu smartphone no compartís la misma cama.

Puede que ni siquiera compartáis la misma habitación. Pero sabes que la distancia es necesaria: duermes mucho más tranquilo sin tener que resistirte a la imperiosa tentación de comprobar si tu jefe te ha enviado un correo urgente o si tu ligue por fin te ha respondido al mensaje de turno.

4. Lo mejor de viajar volando es el modo avión (paz y tranquilidad ¡por fin!).

Poder charlar con la persona a tu lado. Hojear esa revista que lleva semanas intacta en tu mochila. Igual cae una siesta. Ninguna fastidiosa notificación te molestará durante tu tiempo de vuelo personal.

5. En los momentos más hermosos, tu teléfono se queda en el bolsillo.

Sabes cómo dejarte invadir por el contexto de un bello atardecer, descansar en una cumbre después de un largo día de senderismo y disfrutar de los cuadros de tu artista favorito sin tener que hacer ninguna foto de nada. Y te va mejor así.

6. Tu teléfono no es también un reloj despertador.

Para eso están los despertadores de verdad —o tu gato o tu perro—. Pero no tu teléfono.

7. No sucumbes a la presión social de responder a los mensajes de forma inmediata.

Ahí está la belleza de los mensajes de texto. Una vez que han sido enviados, se quedan quietecitos en tu teléfono hasta que estés listo para leerlos y responderlos. De forma indefinida. Así que te tomas el tiempo que necesites y esto, damas y caballeros, es algo maravilloso.

8. Y por otro lado, no te da un ataque de nervios si los demás no te responden en seguida.

Esta mentalidad funciona en las dos direcciones. Eres lo bastante maduro como para reconocer que los demás pueden estar ocupados con otros asuntos. IGUALITO QUE TÚ. Si no responden dentro de los siguientes 0,35 segundos, no es un señal de odio o de enfado. Así que continúas respirando tranquilamente como si ni siquiera hubieras comenzado la conversación. Esto también es algo maravilloso.

9. Tu smartphone no tiene ni idea de cómo llegar a la mesa del comedor.

La hora de la comida es para nutrir tu cuerpo y las relaciones con tu familia o amigos que, curiosamente, están sentados justo en ese momento a tu lado. El resto del mundo puede esperar veinte minutos antes de exigir tu atención.

10. Eres consciente de que las mejores comidas son para saborearlas... y no para instagramearlas.

Sí, hacer fotos de tu comida es divertido. No, introducir el teléfono en la sopa no hace que sepa mejor. He dicho.

"Bueno, el hotel está aquí. Espera. No. Queremos ir a..."

Courtesy of Natlilen/Tumblr

11. Aún recuerdas cómo usar un mapa de papel.

¡SORPRESAAA! Antes de la llegada de GoogleMaps, la gente conseguía llegar a destinos nuevos a tiempo y sin heridas de gravedad. Ya estés visitando una ciudad nueva o de senderismo por una vasta cadena montañosa, eres capaz de orientarte mínimamente bien sin ninguna aplicación GPS.

12. Puedes estar un sábado entero a dieta de pantalla y además disfrutarlo.

Los fines de semana están para pasar el tiempo de un lado para otro y poder ver mundo, no para quedarse mirando una pantalla que ya controla tu tiempo demasiado durante la semana. De forma intencionada y consciente, decides desconectar y sabes de los beneficios que esto conlleva.

13. Sigues sintiendo el placer único de leer un libro de bolsillo.

Es que leer en una pantalla no es lo mismo. Resulta agotador para nuestros recursos mentales, nos impide introducirnos bien en la historia, recordar lo que hemos leído y obtener satisfacción de ello. Sabes que la sensación de esos finos bordes en tus dedos mientras doblas una página es una experiencia que no puede sustituirse. Además, también te ayuda a dormir mejor.

14. Eres capaz de ofrecer tu atención íntegra a un amigo (sin ninguna ansiedad residual).

Escuchar a un amigo que necesita nuestra atención, ya sea por el entusiasmo de haber sido ascendido en el trabajo o a causa de unos malos amoríos, es un reflejo que sale de forma natural. Dejas de hacer lo que sea que estés haciendo, guardas el móvil, estableces contacto visual y te empleas a fondo para ayudar en lo que puedas a tu amigo. Tan simple como eso.

15. Dejas que tu cerebro almacene tus recuerdos importantes en lugar del bloc de notas de tu móvil.

Tus habilidades de retentiva te permiten recordar cosas como el bis que hizo el grupo del último concierto que fuiste a ver o la ropa que llevabas en el cumpleaños de tu mejor amigo. Al mantener a tu teléfono fuera de esta ecuación, puedes exigirte más capacidad de atención e interiorizar más información, manteniendo así tu mente (y tu memoria) más avispada.

16. Ni te inmutas cuando ves la advertencia de batería baja.

Para eso tienes el cargador. Igualmente, puedes pensar en muchísimas actividades entretenidas que hacer mientras se recupera tu móvil.

17. Has estado probando a pasar ratos sin tecnología y has disfrutado cada segundo.

Vale, ir escuchando tu lista de canciones le da un impulso a tu carrera, pero saber correr únicamente con tus pensamientos, manteniendo tu mente ocupada, es una de las mejores opciones de meditación en movimiento. Dale caña a ese nuevo sentido Zen.

18. Pasas más tiempo jugando con tu perro que haciéndole fotos con filtros.

Que sí, que es el animal más adorable y abrazable del mundo. Y te quiere mucho más cuando usas las dos manos para rascarle detrás de las orejas.

19. Aceptas la incomodidad el contacto visual con extraños en lugar de, más incómodo aún, buscar mecánicamente notificaciones nuevas.

Una parte importante de la vida es aceptar los factores inesperados que se presentan a lo largo de cualquier día. Aunque los encuentros nuevos puedan comenzar de forma incómoda, también son esenciales para establecer nuevos contactos y construir nuevas relaciones.

20. Nunca se te ha caído el móvil en el retrete.

Porque no usas el móvil en el baño. Da asquito.

21. Sabes que la mejor forma de evitar que estrelles la pantalla del móvil contra el acerado es DETENERTE PARA ESCRIBIR.

Hay tantísimas cosas que te pierdes al mirar constantemente al teléfono, algunas de las cuales pueden ser manifiestamente peligrosas (como esa lucecita roja en el paso de cebra, por ejemplo). Mirar hacia adelante de vez en cuando es una forma estupenda de disfrutar del mundo —y de conservar tu móvil intacto durante más tiempo—.

22. Eres capaz de publicar en los medios sociales y dejarlo tal cual.

Sin comprobar una y otra vez el conteo de me gustas de esa última foto de Instagram. Sin obsesionarte con cuántas veces se ha retuiteado o favoriteado tu último chiste de Twitter. Sin hacer nada. Lo has colgado y ahora vive para siempre en el agujero de conejo de las redes sociales. Puedes seguir con tu vida.

23. Aunque los smartphones son estupendos, en el fondo sabes que nada podrá reemplazar la comunicación de calidad, la de la vida real.

Eso es lo que hay.

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Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Diego Jurado Moruno

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