Cinco cosas que te ocurren cuando te mudas a Madrid
Todo aquel habitante de provincias que en un momento dado ha dejado su terruño natal para irse a vivir a Madrid ha pasado por una serie de vivencias.
¡Hasta el más pintao ha bajado del bus en la estación de Méndez Álvaro con su maleta llena de tuppers de madre y sábanas de franela! Y seguro que también ha pasado por esto:
1. Te has perdido en la línea 6 de Metro
Has entrado estupendamente en una estación de la gris y te has convertido en un loco (más) dando vueltas en la línea: "¿En qué dirección tengo que coger esto?", una pregunta que no mejora con los años porque tú has entrado en Madrid pero, está claro, ella no ha entrado en ti.
2. Te van a robar, asúmelo
Se te nota en la mirada. No te servirá de nada ser un desconfiado, que así somos los de provincias: no confiamos ni en el tío de la pollería del mercado. No sonrías, asume la pérdida de tus pertenencias. Es inevitable, aunque te tomes muy al pie de la letra eso de: "Cuiden de sus pertenencias. La empresa no se hace responsable de los robos".
3. Has ido a la Fnac a pasar la tarde
No para hacerte el moderno, no, ibas a la Fnac porque te alucinaba que existiera la posibilidad de escuchar las novedades musicales a través de unos cascos gigantes. Y no podías creer que hubiera una sala donde poder coger los libros y leerlos in situ, ¡¡¡¡sin pagarlos!!!!
4. Has robado servilletas en el McDonald’s
¿Sí o no? La vida estaba (y está) muy achuchada y la única opción de poder tener servilletas para ti y las visitas era ésta. Robar está mal, sí, pero también es lo peor llevar leggings y ningún párroco lo ha comentado aún en su sermón dominical.
5. Sientes que todo está demasiado lejos
Porque, generalmente lo está. Aprendes enseguida a desconfiar cuando un madrileño te suelta que: "Está aquí al lado", así que no puedes concebir que algo está cerca cuando realmente lo está. "¿Callao y Sol al lado? ¡JA! Si hay una parada de metro, por algo será".
Pero, antes o después, sin apenas darte cuenta, te acabas convirtiendo en un autóctono más. ¿Cómo saberlo? Cuando eres capaz de dormirte plácidamente en el metro, como ellos, y despertarte automáticamente en tu parada.
