Ocho cosas que debe hacer el Madrid si quiere remontar

Ocho cosas que debe hacer el Madrid si quiere remontar

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El día de jugárselo todo a una carta ha llegado antes de tiempo, pero se corresponde con la inercia de una temporada que solo un título podría maquillar. El Real Madrid recibe al Wolfsburgo con la absoluta obligación de remontar el sonrojante 2-0 de la ida en tierras alemanas, un resultado que borró la sonrisa de todos los que festejaron aquel sorteo de cuartos. Imperdonable, sí, pero totalmente real.

Con la Liga todavía muy difícil, a pesar de la pájara del Barcelona, los de Zidane necesitan ganar por diferencia de tres goles en el Bernabéu para que la temporada no termine esta misma noche y de forma calamitosa. Una de esas remontadas que muchos mencionan, pero que cada vez menos han llegado a ver.

Porque este Madrid no es el de las remontadas. No es ese equipo que saltaba al campo cinco minutos antes para meter miedo al contrario, ni ese martillo que te arrinconaba a base de fútbol y raza. Tiene más nombres, vende más camisetas... pero no engancha ni la mitad, no lleva en volandas a una afición necesitada de rugir como en las grandes citas. El principal problema de este Madrid no es el hecho de parecerse poco a aquel equipo, sino las contadas ocasiones en las que se muestra como tal. No se le pide intimidar al rival con miradas y tacos en el túnel de vestuarios, ni que dé la primera patada, ni que pelee la moneda al aire inicial como si fuese una cuestión de vida o muerte para quedarse la pelota desde el primer minuto, como pasaba con 'Juanito'. Basta con ser un equipo. A partir de ahí, y al margen, obviamente, de tener puntería de cara a gol, estas son las claves para remontar:

Actitud

La afición debe percibir que hay un bloque entregado a una causa común. El Madrid necesita a su afición, y para ello tiene que demostrar de una vez por todas que tiene una idea de comportamiento sobre el campo, como tienen sus dos principales rivales a nivel nacional. Si no se comporta como un equipo, no transmitirá nada y la grada se dedicará al murmullo mientras cuenta los minutos entre acciones aisladas que serán como una ruleta rusa. Si no se comporta como un equipo corre el riesgo de envenenarse con la propia crispación que genere cuando las primeras ocasiones no entren (o no lleguen) y el tiempo comience a echarse encima. Un equipo como el Real Madrid no puede permitirse dar dos imágenes tan diferentes como las del Camp Nou y la del Wolfswagen Arena. Un partido de cuartos de final no puede ser, en ningún caso, el día que menos kilómetros hagan los jugadores, y menos con el marcador en contra. El primer gol lo marcarán las ganas.

Ambición y constancia

Uno de los grandes problemas del Madrid de este milenio es que no remata la faena. Rema hasta conseguir el objetivo, con salidas fulgurantes, pero se relaja cuando ve el premio al alcance. El año pasado pudo acabar con la Juventus en el primer tiempo, pero especuló y acabó pagándolo con el gol de Morata. Lo mismo le ocurrió contra el Bayern en 2012, cuando se puso 2-0 y quiso aguantar. La racanería de Mourinho pasó factura. Marcó el Bayern y el equipo acabó perdiendo en la tanda de penaltis. La primera regla para una remontada es olvidarse del resultado exacto necesario para pasar. La mentalidad del Madrid tiene que ser marcar uno detrás de otro, golear sin pensar en rentas. No se puede plantear el partido en función de los primeros 15 minutos. La estrategia tiene que durar una hora y media.

Abrir el campo

Desde la época de Schuster hasta Ancelotti, el problema de atacar por el centro se repite. El Madrid se ha convertido en un equipo demasiado previsible. Conjuntos italianos como la Roma (2008) o la Juve (2015) ya han salido airosos del Bernabéu sin sufrir más de la cuenta. El Wolfsburgo, y casi cualquier equipo, aguanta sin excesivos apuros si el Madrid no juega por las bandas. Simeone se lo impidió hace un mes y el Madrid no hizo un tiro a puerta en 90 minutos en una de las victorias más fáciles del Atlético. Zidane necesita que sus laterales se desdoblen y sorprendan, que Casemiro les cubra y que los tres de arriba descongestionen al primer toque entre líneas, aportando más movilidad de la que ofrecen habitualmente. El partido no está para tres 'troncos' esperando balones arriba.

Acabar las jugadas

Eso te lo enseñan desde pequeño, y en una eliminatoria en la que necesitas ganar sin conceder ocasiones cobra todavía más importancia. Las jugadas tienen que acabar con un disparo a puerta, aunque se vaya a la grada. En la ida ya se vio de lo que es capaz el Wolfsburgo con espacios. El equipo alemán está cuajando una temporada mediocre, pero tiene buenos jugadores que, sin alcanzar el nivel del Real Madrid, son capaces de hacer mucho daño en velocidad. En Alemania consiguieron trazar varias contras en superioridad numérica, casi siempre conducidas por Draxler encarando a su aire, con metros y metros para pensar. Si anotan los alemanes, el Madrid ya necesitaría cuatro goles.

El mejor Marcelo

Bale, Cristiano, Benzema... Ninguno de ellos brilla igual en el campo si no está Marcelo. El lateral brasileño es el jugador más desequilibrante del Madrid. El '3' es el mejor '10' en los blancos. Su salida hacia ambos perfiles en el uno para uno y su facilidad para asociarse con todos los hombres de ataque son el desatascador más eficaz. Muy difícil de contener para su marca, es de los pocos que permiten al Madrid hacer superioridades en la banda. Junto a Benzema, es el que mejor entiende la forma de moverse de Cristiano. Eso sí, el Madrid tendrá que tener cuidado a su espalda con la velocidad de Bruno Henrique, que ya fue un quebradero de cabeza en la ida.

Madurez

Todo lo que le faltó en la ida. Como ha dicho Zidane, el partido no dura diez minutos. En Alemania se vio un Madrid carente de preparación psicológica, incapaz de reaccionar ante un marcador en contra. El Madrid debe trabajar con la idea de que el Wolfsburgo puede marcar. Un equipo rápido que vive del contraataque saca tajada en los partidos con muchos espacios. Si el Madrid se parte en dos líneas, uno de sus grandes males, le pondrá la eliminatoria en bandeja. Debe buscar el gol sin pausa, pero sin perder la paciencia si las ocasiones no entran. Y si todo sale mal tiene que haber un 'plan B' en forma de cambio o estrategia. Un eventual gol en contra tiene que estar contemplado.

Humildad

Por mala que sea la temporada del Wolfsburgo, la del Madrid no es mucho mejor. Además, el equipo que llega al Bernabéu es un ciclón anímico cargado de ilusión y confianza. Pensar que será como cualquier partido de Liga es un suicidio. Las goleadas son posibles, pero en cuartos de final de la Champions, cuestan un poco más. El Madrid no tiene ningún motivo a estas alturas para sentirse favorito. Tiró a la basura esa condición hace una semana y debe tener muy en cuenta que en todas las ediciones de cualquier competición hay alguna sorpresa. En su mano está evitar ser el protagonista. Lo de Wolfsburgo no fue un accidente sin importancia. Fue grave y como tal hay que afrontarlo.

Trabajo sin balón

Sin la solidaridad de todos para ejecutar una presión alta sobre la salida del balón y la construcción del juego del Wolfsburgo se le pueden escapar muchos minutos al Madrid. La única forma de recuperar rápido y calentar al público es hacer el campo muy pequeño cuando la pelota esté en poder de los alemanes. Jugadores como Draxler tienen que recibir siempre la pelota de espaldas a la portería. Un falso '9' como André Schürrle no puede pivotar y esperar efectivos sin oposición. En Alemania no trabajaron todos y sin esa corrección no hay eliminatoria.