Lo que los candidatos no contaron en el debate... pero su ropa, manos y gestos dijeron por ellos

Lo que los candidatos no contaron en el debate... pero su ropa, manos y gestos dijeron por ellos

GTRESONLINE

Mucho se ha hablado en este único debate a cuatro de esta campaña electoral, el producido el 13 de junio por la Academia de Televisión y presentado por Vicente Vallés, Ana Blanco y Pedro Piqueras. Miles de palabras, cientos de frases, decenas de consignas han salido de las bocas de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera en busca de un buen puñado de votos, claves en ese enorme granero de indecisos. Pero no sólo han hablado así: también lo han hecho mediante sus ropas, su cabello y sus gestos.

La comunicación no verbal puede ser tan importante en un debate como la verbal (o incluso más, como bien aprendió Richard Nixon). Si ha habido discusiones acerca de la fecha de celebración (por estar algo lejos de la fecha de las elecciones, por coincidir con el debut de España en la Eurocopa de Francia) o de quién abriría y cerraría las intervenciones, no hay duda de que el aspecto, las formas, la estética y la forma de expresarse de cada candidato están también muy pensadas.

Aunque es algo a lo que se le sigue dando un punto de supuesta informalidad y en lo que hay cierta falta de preparación, nada más lejos. Los colores, los complementos, la corbata (o la ausencia de ella) y hasta el dobladillo del pantalón pueden marcar la diferencia. Nada está improvisado y los equipos buscan transmitir una imagen clara con los looks de cada candidato. Esto es un repaso a cómo fue cada uno de ellos y cómo fueron los detalles, a lo que quisieron expresar... a y lo que han acabado contando.

A partir de las nueve de la noche llegaban los candidatos al Palacio Municipal de Congresos de Madrid, escalados cada diez minutos. Tras sus poses en el photocall, la clásica foto de familia. Y a todos nos recordaba a tiempos no tan pasados:

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Al debate de los tres candidatos en El País el 30 de noviembre de 2015...

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Al debate de los tres candidatos más Soraya Sáenz de Santamaría en sustitución de Rajoy, el 7 de diciembre...

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Y hasta al debate a dos entre Sánchez y Rajoy, el 14 de diciembre de 2015...

... pero, por primera vez en todo este año electoral (y por primera vez en democracia entre cuatro candidatos), se juntaban en un plató todos los contendientes a la presidencia del Gobierno. A las 21:30 ya estaban listos todos los candidatos (la puntualidad ha sido clave) y al filo de las diez de la noche, la foto de familia. En ella, como en los atriles, se colocó curiosamente con Rajoy a la izquierda e Iglesias a la derecha. En el centro, Rivera y Sánchez. Y ahí empezó todo.

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El presidente del Gobierno en funciones es el más conservador de los cuatro y sus ideas se reflejan en su vestuario. Pese a los intentos de modernización de esta campaña, Rajoy no se deja renovar demasiado. De ahí su sobriedad.

Pulcro fue desde el primer momento: apareció a las nueve y media en punto, en un coche que le dejó en la misma puerta. Con traje oscuro y camisa blanca, vistió primero una corbata azul con pequeñas motas blancas (que, dicen desde el PP, fue elegida por su mujer, Elvira Fernández), algo torcida a su llegada. Sin embargo, en el debate mostró una diferente, azul clara, sin motas. Y de nuevo, un poco torcida.

No se paró con los periodistas al entrar en el Palacio, y tampoco saludó a los manifestantes del exterior. Al hacerse la foto de familia, fue el primero en disolver la reunión.

Desde su primera intervención se le vio algo envarado, incómodo, mirando poco a sus interlocutores, aunque se fue creciendo (como todos los candidatos) poco a poco. Sin embargo, en el minuto de oro se le vio nervioso y no atinó a mirar a la cámara de frente (además de empezar con un frío "Buenas noches" dos horas y media después). En la mano, un bolígrafo azul. Trató de mostrar gráficos y recortes de periódico, pero de manera tan rápida y tenían una letra tan pequeña que fueron imposibles de leer.

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El candidato socialista llegó hasta el debate andando, dando un pequeño paseo, de la mano de su esposa Begoña Gómez. Además de ella y de su equipo, le acompañó por primera vez su hermano. Pocos metros antes la pareja se separó y el candidato socialista acudió a saludar a los manifestantes de RTVE que buscan mejorar la televisión pública y cuyas pitadas se escucharon a lo largo de todo el informativo.

Sánchez vistió el mismo traje de la entrevista con el Rey, en la sesión de investidura, en el cara a cara con Rajoy y en el anterior debate a cuatro. Un traje oscuro, negro, cuyo color no es el más adecuado: debería usarse solamente en ceremonias formales (o en hostelería, pero ese es otro asunto…) Le quedaba algo estrecho, aunque bien de hombros y mangas. Mangas por las que, por cierto, asomaba una pulsera con la bandera del Orgullo Gay.

Pese a su puntualidad, Sánchez llegó tarde a la foto de familia de los cuatro candidatos. Se esperaba para las 21:50 aproximadamente pero el socialista no pisó al plató hasta el filo de las diez de la noche.

Desde su primera intervención se mostró tranquilo y algo irónico. En la mayor parte del debate miró atento a sus interlocutores, se dirigieran a él o no. De los cuatro candidatos, probablemente fue quien más usó la expresión facial, subiendo y bajando las cejas y jugando con una risa con toques irónicos, algo que puede resultar incómodo para el espectador.

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Desde la irrupción de Podemos en el panorama político nacional, son muchas las cosas que han cambiado. También en estilo e imagen. El candidato de Unidos Podemos siempre ha sido el más rompedor en cuanto a sus looks. Su estilo, guste más o menos, se vea más o menos apropiado dependiendo de la situación, consigue dar que hablar. Ha querido romper con "la casta" hasta en la forma de vestirse, aunque curiosamente apareció con esmoquin (un poco fuera de talla, eso sí) y pajarita en la entrega de los premios Goya el pasado febrero.

Hasta en su entrada al debate fue original Iglesias. Llegó a pie, el coche no le dejó en la puerta, sino que se le vio cruzar la calle para saludar a varios manifestantes que protestaban en defensa de RTVE. Iglesias acudió con vaqueros azul oscuro, cinturón negro ancho y camisa blanca remangada (mejor de lo habitual). Y, por supuesto, con su coleta. Adelantó su llegada en unos cinco minutos, sonriente desde el primer momento, y atendió a los medios amable, con sus características tablas: afirmó que quería enfrentarse con Rajoy.

Cuando comenzó el debate, dio gracias a la Academia por retransmitirlo en lengua de signos, y él mismo se expresó en dicha lengua para mandar un saludo. A lo largo del debate mantuvo un bolígrafo en la mano y usó su atril para apoyarse e, incluso, esconderse en alguna ocasión. En los vaqueros, a veces metió las manos en los bolsillos, un gesto que puede implicar falta de ganas, de voluntad, dejadez, pero también desconfianza.

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El candidato de Ciudadanos ensayó mucho las formas. Antes de empezar el debate así lo confirmaban en RTVE: los gestos y las actitudes fueron los protagonistas de la preparación junto a su equipo durante toda la jornada del lunes. Al borde de las nueve de la noche llegaba al Palacio de Congresos con traje oscuro y camisa blanca. Lo hizo sin corbata, al contrario que en otras ocasiones, con lo que trataba de dar un tono más cercano a su imagen y de demostrar que es flexible, que puede cambiar de imagen.

El tono azul del candidato de Ciudadanos fue probablemente el más adecuado: no negro oscuro como Sánchez ni en un marino algo soso como Rajoy y tampoco con la informalidad extrema que tratan de reflejar unos vaqueros. Era menos estrecho que el de los debates de las elecciones del 20-D, lo que le daba una actitud más profesional.

Rivera fue el primero en empezar. Antes de hacerlo, quiso tener un mensaje con las víctimas de la masacre de Orlando. Si su mayor preocupación fueron las manos, las usó con frecuencia pero no en exceso. También mostró gráficos y portadas de periódicos, pero esta vez sobre cartón, más estables y en letras más grandes que los de Rajoy, aunque no siempre lo hizo en los momentos adecuados.

Curiosamente, el azul claro, uno de los tonos más habituales en televisión, ha estado prácticamente ausente. Muchos candidatos optan por ese tono porque transmite serenidad y calma, porque sienta bien a todo el mundo y porque es bastante estándar. Las cuatro camisas de los candidatos eran blancas esta vez. El blanco, impuesto por Barack Obama desde hace ocho años, busca reflejar limpieza y transparencia, honestidad.

En trajes, negro y azul, el color más apropiado de todos. En corbatas, dos de dos: los candidatos de los partidos emergentes las llevaban; además, hicieron el guiño habitual en sus tonos corporativos: Sánchez en rojo (color del poder, del socialismo y de la izquierda) y Rajoy en azul. Dos tonos de azul: la que llevó a la entrada era oscura y la que se puso después para el debate, azul claro, en tono PP.

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Los cortes de pelo en Rajoy, Sánchez y Rivera son clásicos y limpios. Rajoy lleva también barba, bien arreglada, y más clara que el pelo. Iglesias, además de barba, ha lucido su clásica coleta, todo un referente con el que se reinvidica y ancla sus orígenes.

El maquillaje fue sutil, para cubrir brillos, aunque es cierto que a Rajoy se le veía con un tono algo oscuro para lo habitual en su piel. Además, a todos se les notaba el cansancio.

Es importante transmitir calma, serenidad, pero a la vez actividad (no es cuestión de dormirse). Sin gritar y sin elevar el tono, transmitir las ideas sin que parezca una rueda de prensa. Eso se ha conseguido, especialmente, en las primeras partes del debate Sin embargo, la cosa se ha ido calentando y los dimes y diretes cada vez más subidos de tono fueron sido habituales.

Por otro lado, la suavidad tiene que estar en que no se parezca que se lee, que no se caiga en el tono académico. Algo que en ocasiones le pasó a Pedro Sánchez, con un tono tan moderado (muchísimo más suave del que utilizó en especial en el cara a cara con Rajoy) que a veces ha sido incluso algo aburrido. Por otra parte, Pablo Iglesias ha sabido dejar de lado esa agresividad que a veces le caracteriza, aunque a veces no ha podido evitar alzar el tono e interrumpir a sus interlocutores.

Algo que también hizo Sánchez con el presidente en funciones al hablar de corrupción, o Rivera y Sánchez al hablar de la financiación de Podemos. Ahí la voz y los gestos se han endurecido especialmente.

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La voz debe estar serena, calmada pero no falsa, y el campeón en naturalidad es Rajoy. Frases (muy comentadas) como "Yo he estao en China" y sus tablas en el Congreso y en entrevistas y mítines le dan ese toque natural.

Aunque la cercanía también está en los ejemplos. Rivera ha estado cercano y ha sabido introducir su conexión con el pueblo con ejemplos emotivos e interesantes, pero sin caer en la demagogia.

Como suele ser habitual, Albert Rivera era el candidato más erguido, con más conciencia de su postura corporal. Suele tener problemas con las manos (que en este debate ha usado con frecuencia y mucho movimiento, pero en general sin excesos). Mientras Rajoy y Sánchez suelen estar en una postura corporal media, Iglesias tiende a estar más encorvado, algo que no le favorece, si bien es cierto que se le notaría todavía más con una chaqueta.

La rigidez no es buena, pero moverse demasiado tampoco. Todo depende también de las posiciones: si en el anterior debate la falta de atriles les hizo parecer envarados, en este caso los movimientos fueron más fluidos, no se han cruzado los brazos (una postura corporal a la defensiva), aunque sí las manos, lo que implica calma. Precisamente las manos han sido claves: Rajoy e Iglesias han usado bolígrafos, lo que ayuda al control de los gestos, mientras que Sánchez y Rivera han prescindido de ellos. Iglesias dotó al debate del toque academicista al subir el brazo para pedir el turno de palabra.

En cuanto a los atriles, tenerlos fue un acierto. Aquí, a diferencia de en otros encuentros, no había una incómoda mesa, y tampoco estaban al aire, en rígidos cuadrados pintados en el suelo. Al tener barras laterales y una superior daban juego para distintas posturas y agarres. Estos elementos ayudaron a controlar la postura, las manos, a moverse poco del sitio, a tener los papeles colocados, a poder tener una copa con agua, trillones de post-its...

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Aunque también sirvieron en algunos momentos para parapetarse tras ellos sin mirar al adversario, a los moderadores o a la cámara… y para los memes de Twitter, el auténtico foro de análisis y diversión en noches como estas.

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