Las penumbras de Fernández Díaz

Las penumbras de Fernández Díaz

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Tras la absolutísima victoria del 20 de noviembre de 2011 del PP, comenzaron las quinielas sobre los nuevos cargos del Gobierno y de las instituciones. Jorge Fernández Díaz aparecía en todas como posible presidente del Congreso de los Diputados. Mariano Rajoy decidió finalmente otorgarle el Ministerio del Interior.

En esta elección pesaban varias razones. La primera: Fernández Díaz y Rajoy son amigos, hay una relación directa, de total confianza. De hecho, el titular de Interior en funciones forma parte de ese grupo informal conocido como G-5 integrado por ministros muy cercanos a Rajoy desde hace muchos años (Ana Pastor, José Manuel García-Margallo, José Manuel Soria, Miguel Arias Cañete). Ellos han sido el contrapoder de Soraya Sáenz de Santamaría y su círculo tecnócrata durante esta legislatura.

Y Rajoy necesitaba a alguien de su entorno para el número cinco del Paseo de la Castellana. El presidente del Gobierno conoce perfectamente esa casa y lo que conlleva. El líder del PP ocupó el Ministerio del Interior entre febrero de 2001 y julio de 2002, en la segunda legislatura de José María Aznar y en pleno ascenso hacia la sucesión. Llegó al marcharse Jaime Mayor Oreja al País Vasco para presentarse a las autonómicas y tuvo en la lucha contra ETA su principal preocupación.

Ocupar ese despacho da mucho poder, pero, además, otorga mucha información. Algo que en política tiene un valor incalculable. Durante el mandato de Fernández Díaz -el hombre del Gobierno mejor conectado con la Iglesia- no han faltado voces que han criticado su actuación y la utilización de la misma para fines partidistas.

LOS SECRETOS DEL DESPACHO

Apenas cuatro días antes de que los españoles vayan a las urnas otra vez, Fernández Díaz se ve envuelto en un grave escándalo. Según unas grabaciones difundidas por Público, el ministro en funciones conspiró con el jefe Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, en busca de pruebas contra los independentistas antes de la celebración de la consulta del 9 de noviembre de 2014. La situación va más allá. “El presidente lo sabe”, dijo Fernández Díaz, en relación al supuesto plan para desprestigiar a ERC y CDC.

Una reunión sobre la que planean más sombras que luces. Un halo tenebroso. Pero este tipo de encuentros ya han manchado parte de su carrera. En julio del año pasado se citó en su despacho con el exvicepresidente Rodrigo Rato, imputado por el caso Bankia, durante algo menos de una hora y a petición del político asturiano.

Desde Interior se dijo que fue una reunión “exclusivamente personal” y “completamente al margen de la situación procesal”. De hecho, el entorno del ministro transmitió que esa había sido la condición del encuentro y que se decidió que fuera en la sede de Castellana porque no había nada que ocultar. Pero esta versión no es la misma que contó Rato en El País: “Hablamos de todo lo que me está pasando. Le conté mi versión. Ni yo le pedí nada ni él se ofreció a realizar ninguna gestión”, confesó.

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FILTRACIONES SOSPECHOSAS

Reuniones y filtraciones. El tema catalán siempre ha estado muy presente en el Ministerio del Interior. Fernández Díaz es diputado por Barcelona -encabeza otra vez la lista del PP en esta provincia para el 26-J-. Su voz ha sido una de las más rudas contra los independentistas y ha llegado a vincular incluso al soberanismo con el yihadismo.

Los independentistas han acusado al ministro de filtraciones y de informaciones contra ellos. Uno de los casos más sonados fue el de la supuesta cuenta del exalcalde de Barcelona Xavier Trias en Suiza. Este episodio enconó las relaciones entre el Ejecutivo central y CDC. Fernández Díaz se negó a disculparse meses más tarde después de que se archivara la investigación por la filtración de un informe policial.

En los pasillos del poder, al que no tienen acceso los ciudadanos, también se libró otra batalla entre Madrid y Barcelona durante esta legislatura con espías y cámaras. La Generalitat acusó a Fernández Díaz de querer apartar a los Mossos d’Esquadra de las pesquisas en torno a Método 3. Este ha sido uno de los episodios más oscuros de la política catalana, con protagonistas como Alicia Sánchez-Camacho y María Victoria Álvarez, exnovia de Jordi Pujol Ferrusola.

Pero no solo desde Barcelona han llegado estas críticas sobre las penumbras de Interior. En el Congreso, el PSOE ha denunciado de manera reiterada que Fernández Díaz ha instaurado una “policía política” que “espía a la oposición”.

Estas críticas llegaron después de que se cesara a dos comisarios de la Policía por el hecho de reunirse en un bar cercano al Congreso con el portavoz socialista de Interior en la Cámara Baja, Antonio Trevín. Este encuentro fue publicado en portada por el diario La Razón.

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La información es un tema de especial sensibilidad en ese Ministerio. El propio departamento de prensa fue protagonista la pasada legislatura al anunciar en un comunicado y tuits varias detenciones antes de que comenzara una operación de la Guardia Civil contra ETA. Esto provocó la salida del jefe de prensa, Albert Gimeno. Este anticipo provocó malestar entre los propios agentes de la operación al dar pistas a los propios perseguidos.

Según cuentan a El Huffington Post fuentes de la oposición que han tratado con Fernández Díaz durante esta legislatura, el popular utiliza el Ministerio “con interés partidista, para lanzar campañas con cuestiones que pueden parecer ilegales o que se inventa”.

“¿Qué seguridad podemos tener con este individuo cuando es incapaz de asegurar hasta su propio despacho? Las filtraciones han salido de ahí”, reflexionan estas fuentes.

Filtraciones, micrófonos, grabadoras, conversaciones privadas, sobrentendidos. Las oscuridades de Fernández Díaz ensombrecen al PP y su campaña. Las cloacas del poder. Un capítulo oscuro que se une a las ya conocidas polémicas públicas por medidas como la ley mordaza o la actuación en la valla de Melilla. La política es una auténtica novela negra.