¿Por qué las estrellas se refugian en el teatro de Broadway tras sufrir por un Oscar?

¿Por qué las estrellas se refugian en el teatro de Broadway tras sufrir por un Oscar?

Hasta hace algunos años ser nombrado tras el "and the Oscar goes to…" era sinónimo de haber alcanzado la cumbre como actor. Pero, en la hiperactiva industria actual, tener una estatuilla ya no sirve como billete dorado.

¡Es de locos!

Cada vez son más los intérpretes que deciden aprovechar su tirón mediático en las galas de premios para dar un salto en sus carreras, pero no en los platós sino hacia las tablas de los teatros: hacia Broadway.

En los últimos meses hemos podido ver en la cartelera neoyorquina a Lupita Nyong’o (Doce años de esclavitud), Saoirse Ronan (Expiación, Brooklyn) y Michelle Williams (Mi semana con Marilyn, El gran Gatsby), tres de las actrices jóvenes más prometedoras del panorama, interpretando tres papeles de gran profundidad emocional.

Su éxito en la gran pantalla hace preguntarse por qué las tres han decidido aparcar su proyección cinematográfica para protagonizar obras en Broadway (con sueldos bastante inferiores a los garantizados en cualquier producción media en Hollywood).

¿Quizá porque en el cine sería difícil verlas en papeles que fueran más allá de novia del superhéroe de turno, enamoradiza estudiante de comedia romántica o sufridora mujer de algún importante activista en el enésimo biopic? Probablemente.

Según afirma la periodista Janice Kaplan en The Daily Beast, su llegada a las tablas supone casi un derecho para poder probarse y enfrentarse a un público en directo, como un recordatorio de las razones que les hicieron decantarse por la interpretación.

"Estas actrices tienen la satisfacción de saber que sus nombres y talentos están arrastrando a las audiencias a obras poderosas que de otra manera no serían vistas", afirma.

Cuando era pequeña siempre estaba actuando…

¿Y en nuestro país? La mala salud de nuestro teatro no nos hace ser optimistas. A corto plazo no parece que vayamos a ver a Antonio Banderas, a Penélope Cruz o a Javier Bardem subidos a las tablas de un teatro de la Gran Vía.

Pero, si al final se deciden, hay una manera de asegurar que su experiencia se saldará con éxito de público: una máscara, una cola y a rugir, que El rey león no va a interpretarse solo. Hakuna Matata.

Un reportaje de Carlos Megía para Grazia

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