Siempre nos quedará Cataluña

Siempre nos quedará Cataluña

EFE

Desde el 23 de junio del año pasado no pisaba Mariano Rajoy las alfombras del Senado para someterse a una sesión de control. Los nuevos en la Cámara llevaban meses casi gritando por su presencia. Y todo llega al estilo del gallego. Debate plúmbeo -como el día en Madrid-, con grisáceas llamadas al sentido común y que solo se ha animado algunos instantes por el tema catalán (eso sí, sin novedades en los argumentos Aranzadi que salen de La Moncloa).

A las cuatro y un minuto de la tarde entraba en el Hemiciclo el presidente del Gobierno. Los suyos aplaudían. Por delante tenía tres preguntas para hablar sobre pensiones, Cataluña y el gasto social. Sus oponentes eran neófitos en eso del ‘cara a cara’ con él en el Senado: Ramón Espinar (Podemos), Vicente Álvarez Areces (PSOE) y Santiago Vidal (ERC).

Espinar esperaba con ganas el duelo, era la batalla con más morbo mediático y, encima, tenía el primer turno. Nada de corbata, ni chaqueta. Jersey y camisa blanca remangada. Pero el portavoz de Podemos ha rebajado el combativo tono que suelte utilizar y ha sonado muy distinto al de su líder en el Congreso, Pablo Iglesias. Pero tenía reproches para el presidente. En su propia bienvenida, le ha afeado no haberse sometido a una sesión de control en las Cortes desde hace once meses. Y decía sentirse “atónito” por la comparecencia en el Congreso esta mañana de Fátima Báñez para hablar de pensiones.

Rajoy ha hecho de Rajoy. No le miraba mucho, hacía alguna mueca cabizbajo. Es su estilo corporal en el Congreso cuando no quiere darle importancia a alguien, como quien quiere que pase el tiempo y no ponerse al mismo nivel de enfado. Su respuesta también ha sido menos dura de las que dio a Iglesias en el Congreso durante la sesión de investidura. Ha pedido no criticar lo hecho por el Ejecutivo y que los morados aporten “ideas y soluciones”. Y, en ese sentido, se ha mostrado abierto a estudiar algunas medidas del programa de Podemos, como la eliminación del tope máximo a la cotización de los salarios más altos, la financiación de algunas pensiones vía impuestos o la supresión de regímenes especiales de cotización para nuevas afiliaciones a la Seguridad Social.

Con un boli entre las manos -algo muy habitual entre los parlamentarios para ganar seguridad-, Espinar ha querido lanzar una de las frases favoritas de los suyos contra el PP: “Vamos a defender un país en color”. Ahí las filas populares se han despertado un poco y se ha escuchado el primer abucheo. Una bancada popular que ha estado capitaneada por la brigada de la corbata azul: José Manuel Barreiro y Javier Arenas.

RAJOY SE DESPIERTA CON VIDAL

La cosa andaba aburrida casi en el Senado. Llegaba entonces el turno de Esquerra Republicana, a través de Santiago Vidal. El senador preguntaba un día después de ser titular en todos los medios de comunicación al haber ratificado el Tribunal Supremo la decisión del Consejo General del Poder Judicial de suspenderle tres años de su labor de juez por haber sido uno de los encargados de redactar la Constitución Catalana.

Vidal echaba en cara a Rajoy la judicialización de la cuestión catalana. El presidente entonces ha espabilado. Este tema ha encendido a su grupo parlamentario. Y sacaba la artillería: “Nadie va a los juzgados por sus ideas”, “la libertad de pensamiento y opinión están protegidos y luego están los actos contrarios a la ley”. Aplausos en el Hemiciclo. Un aviso con sabor a registrador: “Ni usted ni yo estamos legitimados para saltarnos la ley a la torera”. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se movía a un lado de la silla para buscar la mirada también de Vidal. Ella es ahora la gran responsable de la política territorial. En el otro lado del pasillo también jaleaban a su jefe algunos miembros nuevos de su equipo: Íñigo de la Serna, Dolors Montserrat y Álvaro Nadal.

"Deje de utilizar a los tribunales para perseguir y acallar la voz de los que pedimos que se respete el derecho de Cataluña a decidir su propio futuro", le ha espetado en la réplica Vidal, quien ha concluido con un “la libertad no se juzga”. Rajoy ha elevado el tono entonces y le ha retado a explicar “las presiones que ha tenido del Gobierno para dictar sentencias” cuando era juez. “Levántese en esta Cámara y cuéntelo”, ha apostillado.

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“¡Muy bien!”, gritaban desde la bancada popular a su jefe, mientras los ministros Cristóbal Montoro y Rafael Catalá comentaban también la jugada. Llegaban los primeros golpes en la mesa de los populares para hacer ruido. Rajoy remataba su faena diciendo que Vidal llevaba un “tema personal” al Senado. La respuesta de ERC llegaba en modo de carteles. Todos los senadores independentistas se han levantado y han mostrado el lema: La llibertat no es jutja.

Pero todo lo que sube vuelve a bajar. Y la sesión ha regresado al estilo gris del Senado. El propio formato en la Cámara Alta no ayuda, pues no hay límite de tiempo para el presidente, lo que alarga estos combates dialécticos. No es el esprint de las sesiones del Congreso.

EL LETARGO SOCIALISTA

En el PSOE debutaba el veterano Álvarez Areces como portavoz. La emoción ha brillado por su ausencia. Ha llevado el tema del gasto social, ha criticado las previsiones del Gobierno en Bruselas, ha engarzado datos. “Hay que recuperar la dignidad, pero no cuente no nosotros para los recortes”, ha advertido el asturiano a Rajoy.

El expresidente de Asturias ha llegado a este puesto por la caída de fichas de dominó del PSOE tras el fatídico Comité Federal del pasado uno de octubre. Óscar López no se sentía con fuerzas para dirigir esta nueva etapa tras haber estado en el bando de Pedro Sánchez y el “no es no”. El estreno de su sucesor no pasará a los anales del parlamentarismo. Hoy el bipartidismo no tenía ganas de recuperar brío. No estaba ni siquiera muy atento el compañero socialista que sentado detrás: Ander Gil. Miraba su móvil. A lo mejor estaba comentando este ‘pedrista’ el castigo de la gestora, que lo aparta de la vicepresidencia segunda de la Comisión de Asuntos Iberoamericanos y lo rebaja a viceportavoz.

Pd: Rita Barberá no tenía el cuerpo para aparecer hoy por el Senado. Otro día será.

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