La 'derecha alternativa' es un movimiento de odio y da más miedo de lo que parece

La 'derecha alternativa' es un movimiento de odio y da más miedo de lo que parece

5c8b3d1d2300005400e7e474

El Instituto de Política Nacional, un centro de estudios que promueve el ultranacionalismo blanco, durante una conferencia de la 'derecha alternativa' en Washington D.C. (Estados Unidos).

Para saber por qué el movimiento de la 'derecha alternativa' (Alt-right), flagrantemente racista y simpatizante del nazismo, está dejando huella en la administración Trump y más allá, basta con fijarse en Tila Tequila y en su amigo ultranacionalista blanco Richard Spencer.

Tequila —una mujer con gran presencia en las redes sociales, ex presentadora de televisión y actualmente actriz porno— asistió a una conferencia de nacionalistas blancos el pasado fin de semana en Washington (Estados Unidos), una de las cosas más extrañas y aterradoras que podían suceder dentro de una temporada política ya extraña y aterradora de por sí. En principio, resultaba raro que la vietnamita-estadounidense, que antes de cambiarse el nombre se llamaba Thien Thanh Thi Nguyen, estuviera allí. Aun así, su presencia encajaba perfectamente con la estrategia y el mensaje político de Spencer, y con la de su Instituto de Política Nacional, que organizaba el evento.

"La derecha alternativa está dispuesta a trabajar con aliados de color", afirmaba Spencer ante los periodistas el sábado. En ese momento, resultaba difícil no pensar en Tequila, que la noche anterior había tuiteado una foto en la que se la veía haciendo el saludo nazi acompañada de las palabras "Seig (sic) heil!".

A grandes rasgos, Spencer concibe a la mayoría de las razas no blancas como genéticamente inferiores, desconfía de los judíos y se asocia con neonazis. Quiere proteger a los europeos y a los descendientes de europeos de las demás razas mediante una segregación financiada por el Estado. Y la lista continúa…

Sin embargo, el atractivo envoltorio del discurso de odio de Spencer es el que ha hecho que llegue a ser el líder informal de la 'derecha alternativa', un movimiento de escritores cuasifascistas (o fascistas hasta las trancas) y de contrariados creadores de memes ataviados con camisas marrones. Hace amagos de multiculturalismo y expresa su respeto por los "nativos americanos", la "espiritualidad" de los afroamericanos y los ya mencionados "aliados de color". Su discurso de ultranacionalismo blanco está plagado de jerga académica: fundar una organización con un nombre tan soso como "Instituto de Política Nacional" y denominar a su propio movimiento 'derecha alternativa' no es un pequeño detalle sin más de su estrategia. No se trata de un nuevo enfoque, sino uno que a Spencer se le da escalofriantemente bien.

Si no fuera porque despotrica de las bandas musulmanas o de la necesidad de dar un trato especial a los inmigrantes europeos o de cómo les gusta a las mujeres que las violen, Spencer podría ser fácilmente uno de esos yuppies de Washington.

Aunque ronda los 40, a Spencer se le da muy bien interpretar al milenial retorcido que da ganas de vomitar. Es el rostro joven y liberal en medio de un puñado de antisemitas. Se mantiene activo en las redes sociales —hasta que le tuvieron que cerrar la cuenta de Twitter por hacer apología del odio — y le encanta llamar a los republicanos corrientes "conservadores vulgares".

La invitación de Spencer a la convención condensa a la perfección cómo abarca tanto la cultura de la juventud como la del odio. En ella podía apreciarse el toque hipster en el diseño gráfico de las letras A y R —de "alt-right" ('derecha alternativa')— para las que se había elegido una fuente con formas geométricas de principios de los 90. Las letras aparecían sobre la típica foto de banco de imágenes de una mujer caminando por un campo de trigo, que recuerda a la que encabeza la página de Twitter del exlíder del Ku Klux Klan David Duke.

  5c8b3d1e360000e01c6cc80d

La foto de archivo de una mujer en un campo de trigo es muy popular entre los ultranacionalistas blancos.

Spencer exuda el mismo tipo de brío milenial que el que tantos profesionales jóvenes blancos de Washington, con su pulcra cara enmarcada por una mandíbula angular, sus mejillas cuadradas y su impecable corte de pelo más recortado por los lados (un poco en plan haz lo que en un tiempo estuvo asociado a la juventud hitleriana, pero como si quisieras parecerte más al actor Ryan Gosling). Spencer viste bien y, si no fuera porque despotrica de las bandas musulmanas o de la necesidad de dar un trato especial a los inmigrantes europeos o de cómo les gusta a las mujeres que las violen, el joven podría ser fácilmente uno de esos yuppies a montones a los que les gusta demasiado opinar sobre las cervezas y los calcetines de fantasía.

Su currículum resulta dolorosamente familiar: un grado por la Universidad de Virginia, un máster de la Universidad de Chicago y una parte del doctorado en la Universidad Duke. Incluso publicó un artículo en The American Conservative.

Aun así, la conferencia de Spencer no fue una reunión de mentes. Fue un revoltijo de tíos enfadados. Tíos con sombreros con el lema “Make America Great Again” [Haz a América grande de nuevo], tíos vendiendo pósters del presidente electo Donald Trump al estilo de los 80 con el eslogan “Trump, SERVICIOS DE DEPORTACIÓN”, tíos que repasan libros con títulos como Los peligros de la igualdad y El problema de la democracia, tíos que bufan a los reporteros cuando les hacen preguntas sobre Spencer, tíos estadounidenses con el corte de pelo de Ryan Gosling, tíos ingleses con el corte de pelo de Ryan Gosling, tíos holandeses con el corte de pelo de Ryan Gosling.

Si decimos que 9 de cada 10 asistentes eran chicos nos quedaríamos cortos. Había algunos asistentes mayores, cuyo aspecto de profesor y su resentimiento furioso hacia la sociedad contemporánea recordaban a las peores reuniones del departamento de historia de la facultad.

Y luego está Tequila, que llegó al mundillo cultural a finales de 2000 azuzando con una serie de gestos y afirmaciones antisemitas. Era la pieza perfecta para Spencer: una famosilla —una mujer de color, nada más y nada menos— con un registro poco conocido de intolerancia y fanatismo. Tequila aportó un toque irreverente de cultura pop a ese evento de aspecto tan formal. A cambio, acaparó atenciones.

Seig heil! ✋ pic.twitter.com/FhuFuZq6Sc

— Tila Tequila (@AngelTilaLove) November 19, 2016

El tuit de Tila Tequila del pasado 19 de noviembre decía literalmente: “Seig heil!”, el saludo nazi alemán (con una errata; el original es ‘Sieg heil’). Su cuenta de Twitter ha sido suspendida.

A veces cuesta saber si otro de esos famosillos, Trump, está utilizando la estrategia de Tequila o de Spencer. Al igual que Tequila, Trump también cortejó a varios racistas para avivar su marca: dio un empujón a su propia fama lanzando preguntas infundadas sobre el lugar de nacimiento del presidente Obama. Al igual que Spencer, Trump trata de desviar la atención y emplea argumentos inconsistentes sobre certificados de nacimiento con el fin de hacer su cruzada semicreíble.

En el círculo de Trump se han lanzado a legitimar estas posturas radicales: por ejemplo, la web del jefe de Estrategia Steve Bannon, Breitbart News, se describe como “la plataforma para la 'derecha alternativa” y el asesor de Seguridad Nacional Michael Flynn promociona la 'derecha alternativa' de forma habitual en las redes sociales.

La elección de Trump podría completar este monstruo político de Frankenstein.

“La 'derecha alternativa' está ahí y no va a irse a ninguna parte; la 'derecha alternativa' va a cambiar el mundo”, proclamó Spencer en la conferencia. Aunque mantuvo que Trump y Bannon no son 'derecha alternativa', afirmó que su movimiento es una “cabeza sin cuerpo” y que la campaña de Trump era un “cuerpo sin cabeza”. Inquietante.

La elección de Trump podría completar este monstruo político de Frankenstein, de acuerdo con el pensamiento de Spencer. El notorio racismo surgido desde el 8 de noviembre resulta descaradamente beligerante e intimidante: el mitin de la “victoria” del Ku Klux Klan en Carolina del Norte, las esvásticas pintadas con spray en patios de recreo y un sinfín de actos de fanatismo que se han registrado recientemente en las redes sociales.

Quizá sirva de consuelo que este tipo de vileza no puede incorporarse fácilmente a las instituciones. Una persona que se pone a preguntar en un despacho del Congreso por una reunión sobre la peste judía no tiene muchas posibilidades de llegar muy lejos, pero un tipo acicalado pusilánime como cualquier otro compañero de trabajo que no se calla sobre la liga de béisbol o sobre sus gustos de moda es otra historia.

Eso es lo que hace a Richard Spencer y al Instituto de Política Nacional tan aterradores. Un graduado de la Universidad de Virginia bienhablado que divaga sobre conceptos arcanos como “el currículum escolar identitario” puede hacer cambiar de opinión a unas cuantas personas. Spencer ha insistido en que no está en contacto con Trump ni con su equipo de su transición, pero sí especifica que está impresionado por las figuras que han entrado en la Administración, como Steve Bannon y el candidato a fiscal general, Jeff Sessions.

Spencer echó a los medios cuando terminó su conferencia de prensa, pero The Atlantic grabó un vídeo en el que Spencer proclamaba: “Hail Trump, hail our people, hail victory!” y un buen número de asistentes le respondían con el saludo nazi.

Al contrario que Tila Tequila, ellos probablemente sepan deletrear bien la palabra “sieg”. No cabe duda de que Richard Spencer sabe lo que hace.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno y Marina Velasco.

  5c8b3d1e230000d504246e81

Ve a nuestra portada

  5c8b3d1e360000ba1a6cc80f

Facebook

  5c8b3d1e230000dd04246e83

Twitter

  5c8b3d1e22000031001a9ac2

Instagram

  5c8b3d1e360000e01c6cc811

Pinterest