Oda a '¡Socorro! Ya es Navidad', la mejor película navideña

Oda a '¡Socorro! Ya es Navidad', la mejor película navideña

UNITED ARCHIVES GMBH / ALAMY STOCK PHOTO

Parece que a nadie le gustan ya las comedias románticas, que se han quedado desfasadas. Pero eso sólo hasta que llegan las fiestas. Podría decirse que éste es el género cinematográfico oficial de la Navidad, una buena época del año que antes consistía en pasar menos tiempo con tu novio porque no querías que conociera a tus padres ni viera tu habitación de la infancia tan pronto o el momento perfecto para reunirse alrededor de la tele en familia para ver una película navideña. Aunque me encanta ver cómo se enamora la gente en mi tiempo libre, prefiero evitar las escenas de morreos intensos si tengo al lado a mis dos hermanos...

Con todo, cada año leemos listas de películas navideñas perfectas que comienzan con Love Actually y terminan con The Holiday (Vacaciones), leemos odas a estas cintas o críticas que con su (merecida) maldad insinúan que estas películas ocupan un importante lugar en el canon festivo. (Para los haters de las comedias románticas, hay quien mantiene que Jungla de cristal es una de las mejores películas navideñas, un argumento que ni siquiera me molestaré en responder).

Ninguno de los títulos mencionados es la mejor película navideña. Tampoco lo es Elf, ni Historias de Navidad, ni Qué bello es vivir. Y por supuesto que tampoco es Navidades blancas o ¡Vaya Santa Claus!. La mejor película navideña de la historia es ¡Socorro! Ya es Navidad.

¿Que cómo puedo decir eso? Bien, resulta que tengo mis motivos (aparte de un cariño personal especial). Desde mi punto de vista, la película navideña perfecta tiene que cumplir unos criterios bastante básicos: tiene que tratar de la Navidad. Tiene que estar pensada para ver con la familia. Tiene que ser divertido verla una y otra vez (lo suficiente como para convertirse en algo que no pueda faltar en tus navidades). Y por último, y quizá más importante, tiene que captar los valores y la realidad de estas fiestas.

Bastantes películas que se consideran navideñas tienen muy poco que ver con la Navidad. La trama de Love Actually sucede en torno a la Navidad, pero va de cómo se enamoran un surtido de escritores, primeros ministros, alumnos de primaria y dobles de cine porno. De manera similar, en The Holiday (Vacaciones) aparecen temas relacionados con la Navidad como la soledad y la ansiedad, pero en realidad la película trata de dos mujeres solteras que se intercambian las casas para tomarse unas vacaciones y acaban encontrando el amor.

Por otro lado, ¡Socorro! Ya es Navidad no podría tratar de forma más explícita los altibajos que traen las fiestas. Clark Griswold (interpretado por el actor Chevy Chase) se pasa la película intentando recrear como loco las celebraciones navideñas idílicas que recuerda de su niñez y para ello reúne a toda la familia en una casa demasiado pequeña y mete unos árboles enormes en un salón demasiado pequeño. El conflicto y la trama surgen del ideal de Navidad que tiene en la cabeza y de los muchos obstáculos que la realidad —y su familia— le ponen en el camino para hacerla verdad.

No sé qué decir, excepto que es Navidad y estamos todos en la miseria.

Habrá quien, con razón, no esté de acuerdo en que la película —en la que se ve a Griswold fantasear con una vendedora de lencería bañándose desnuda en la piscina (aún sin construir) de su jardín— sea apta para ver con toda la familia. Quitando las escenas para adultos gratuitas como esa, ¡Socorro! Ya es Navidad es adecuada para todas las edades y para casi todo tipo de compañías. Mis padres lo evitaban, inconscientemente, y grababan la película de la televisión cuando éramos pequeños y nos ponían la cinta cada año. Cuando mi padre se la recomendó a mi tía y le dijo que era "fantástica para ver con los niños" a ella no le hicieron ni pizca de gracia los monólogos obscenos ni los desnudos que acabó enseñándoles sin querer a mis primos pequeños.

Pero, eh, los temas que trata la película en general son universales y las partes cómicas me siguen pareciendo igual de graciosas a los 28 años que cuando tenía ocho y si además sabes cuándo pasar la película para que sea apta para toda la familia, lo tienes todo. No es una película tan pensada para niños como Solo en casa, pero, en fin, como persona adulta que soy, podría no volver a ver nunca más Solo en casa.

El hecho de que aguante varios visionados es un factor a tener en cuenta a la hora de catalogar una película como la mejor película navideña de la historia. La mejor peli navideña tiene que conseguir reunir a todo el clan alrededor de la pantalla y hacerles reír, llorar o asentir con la cabeza (o lo que le guste hacer a esa familia en concreto mientras ve una película). Cuando yo era pequeña, mi familia tenía una selección de películas que siempre se ponían en diciembre: Historias de Navidad, Qué bello es vivir o Navidades blancas. Con el paso de los años, empezaron a desaparecer. Qué bello es vivir, con su optimismo sensiblero, fue la primera en hacerlo. Historias de Navidad, una historia narrada desde la perspectiva de un niño, fue la siguiente. Pero nunca me cansé de ¡Socorro! Ya es Navidad ni de sus chistes, que seguían teniendo gracia aun cuando los recitaba; ni de los maliciosos adolescentes y sus padres tan serios, ni de Julia-Louis Dreyfuss en su papel de vecina pretenciosa y su: "¿Por qué está húmeda la moqueta, Todd?".

(La respuesta, obviamente, es: "¡No lo sé, Margo!")

¡Socorro! Ya es Navidad no trata de un hombre que le ha escrito un cartel a la nueva mujer de su mejor amigo en el que pone "Para mí eres perfecta" mientras el marido permanece ajeno a ello en la habitación de al lado en plan Love Actually; va de cómo Rusty (Johnny Galecki) le dice a su padre que el árbol que ha escogido no cabe en el jardín y de cómo Clark le responde con un brillo salvaje en la mirada: "No es para el jardín, Russ. Es para el salón".

Este tono alocado es lo que me permite digerir visionados y revisionados de ¡Socorro! Ya es Navidad sin desarrollar una úlcera por exceso de sensiblería. Este tono ayuda a representar de la forma más sincera y significativa lo que son y deberían ser estas fiestas. Una época para estar en familia, para celebrar los fuertes lazos que nos unen —dejando aparte las situaciones familiares tóxicas o abusivas— y para hacer que sea una época especial para todos. En Love Actually la mayoría de los personajes no parecen preocuparse por sus familias; y a los que se preocupan los tratan como si fueran bobos (pobre Emma Thompson, demasiado maternal y considerada como para que su marido la quiera). El personaje al que interpreta Colin Firth coge un avión para volver a casa desde Francia para ver a su familia, que parece estar entusiasmada, pero luego les da la espalda y se dedica a pasar las navidades persiguiendo a una mujer que le parece que está muy buena en ropa interior. Pero, oye, que él se lo curró: se pasó algo más de un par de semanas estudiando portugués. El amor que se representa en Love Actually parece ideal, pero en esa película no se muestra el amor que hace falta para sustentar a una familia.

¡Socorro! Ya es Navidad trata sobre los que deberían ser los pilares de una familia: intentar crear recuerdos con los niños aunque sean renacuajos, invitar a la familia política aunque sea propensa a los comentarios pasivo-agresivos y no enterarte de que tu novio Alexander te ha llamado por teléfono porque lo ha cogido tu abuelo y le ha dicho que estabas en el baño. Puede que haya familiares que te irriten —o que incluso no te caigan bien—, pero pasas tiempo con ellos porque, bueno, son familia. Y eso une mucho; es un amor de los que no se abandonan, ni siquiera cuando un primo lejano se pone a vaciar el contenido del retrete de su autocaravana en tu alcantarilla.

¡Feliz Navidad!

Y, por supuesto, siempre hay víctimas. Margo y Todd, los odiosos vecinos pijos de al lado, sufren incontables daños materiales e incluso físicos gracias al espíritu navideño de Clark. Resulta que no es del todo seguro vivir al lado de una casa decorada con una bombilla por cada centímetro cuadrado de tejado y un árbol de tres metros.

Clark hace gala de una estupidez imperdonable al utilizar la paga extra de Navidad que pensaba que iba a recibir para dar una entrada para hacer una piscina en el jardín, una decisión que provoca que su primo político secuestre a su jefe cuando ve que la paga extra no llega. Su empeño en hacer una felicitación navideña ostentosa y tradicional destila algo de egoísmo, especialmente cuando él sigue en sus trece a pesar de que su familia se muestra reticente y de la serie de desdichas que les ocurren y que hacen que las fiestas acaben siendo un desastre.

Aun así, esta película encabeza la lista. Las navidades nunca cumplen nuestras expectativas. Nuestras hermanas son maleducadas, nuestros hermanos son un incordio, nuestros padres nos avergüenzan, los árboles de navidad se prenden e incendian los salones… y esas cosas. Pero no pasa nada. Estamos juntos y encontramos la forma de reírnos y querernos. Ese es el verdadero sentido de estas fiestas.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.

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