Ana Belén, Goya de Honor 2017: "Me gustaría muchísimo hacer más cine"

Ana Belén, Goya de Honor 2017: "Me gustaría muchísimo hacer más cine"

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Elegante, serena, amable, sonriente, atenta y tremendamente educada. Así se muestra Ana Belén en sus apariciones públicas y así llega a la rueda de prensa y al puñado de entrevistas que celebran su buena nueva de este año: que esta actriz, cantante y directora (cuyo auténtico nombre es María del Pilar Cuesta Acosta), un mito del cine español, recoge en la gala del sábado el Goya de Honor por toda su trayectoria. Un galardón que recibirá este sábado 4 de febrero en la 31ª Gala de los Goya.

Vestida con un vaquero negro ajustado y una blusa ligera beige, con el pelo corto, suelto y rizado, y escasas y discretas joyas (una cadena invisible, un anillo), la artista posa, muy delgada y muy sonriente, largo rato ante los fotógrafos, girando hacia donde le piden, sentándose, levantándose, quitando mesas. Sabe cómo funciona esto. Por eso dará una rueda de prensa muy larga, y también una buena ronda de entrevistas, contestando a todas las preguntas, incansable, hablando de cine, política, IVA, mujeres, actores y amores.

Tan pausada y prudente en su voz y sus gestos como decidida en sus palabras, Ana Belén habla del Goya de Honor, que tanta ilusión le ha hecho al venir de todos sus compañeros (y de forma unánime). Su discurso, al que lleva semanas dándole vueltas, "va a ser corto". "Hay que ser conscientes de los tiempos", cuenta, antes de afirmar que se acordará de muchos, de todos, "actores, directores…" de muy distintas generaciones.

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Cuenta ante las decenas de periodistas que se acumulan en la sede de la Academia de Cine que nunca, jamás, esperaba esa llamada de la Academia. Y que se emocionó mucho al recibirla. "Tú no trabajas para presentarte a premios ni para que te nominen al Goya. Tú trabajas porque sí, por pasión, por necesidad de conocimiento, para entender lo que te rodea, porque es lo que deseaste desde niña. Y sigues, con pasión y tesón". La charla con El Huffington Post llega tras el maratón de fotos y entrevistas, tras una mañana frenética. Pero ella sigue sonriente, profesional y con ganas de mostrar sus impresiones.

¿Qué tal estás? ¿Cansada?

No, no, no. Te cansa el teatro, y gritar, y tirarte al suelo (risas). Esto no.

¿Contenta ? ¿Te lo esperabas?

Estoy contenta. No, no me lo esperaba. Eso no se lo espera nadie ¡No te lo esperas ni cuando estás nominada, imagínate aquí! Cuando he estado nominada he pensado: 'A qué voy a ir, si yo sé que no me lo van a dar'. Siempre he ido con esta filosofía, te lo juro: 'Vale, no me lo van a dar, yo me pongo muy mona, un vestidito, todo lo que queráis, photocall, blablabla… pero sé que no me lo van a dar'. Y de repente te llaman y es el Goya de Honor.

Mucha emoción…

Mucha emoción, mucho agradecimiento… Sentirme querida por la gente de la profesión. Si fuese una niña diría: 'Sí me he portado bien para que me quieran'. Pero es verdad que siempre me he sentido querida. No soy una persona conflictiva. En todos los trabajos que he hecho trato de crear buen ambiente, de pasármelo bien, de hacérselo pasar bien a la gente… De crear un clima confortable, que me gusta que me lo hagan a mí. Siempre, de cada uno de los rodajes en los que he trabajado, a lo mejor ha habido alguna excepción, ha habido lágrimas al final porque se acababa. Me he sentido siempre muy querida. Con esto [el Goya de Honor] he sentido que era como la demostración de ese cariño que se me había tenido.

El cariño de la profesión le viene a Ana Belén desde su infancia. Debutó en el cine con 13 años en el musical infantil Zampo y yo y desde entonces lleva más de 40 películas a sus espaldas. Fue en esa primera incursión donde conoció a Miguel Narros, director de teatro español —fallecido en 2013— que poco después la hizo debutar en el Español, con sólo 15 años. Tiempo después, la hija de Ana Belén y el cantante Víctor Manuel, la actriz Marina San José, también se formó en la escuela de Narros. Porque, como la premiada reconoce, el del cine es un mundo interconectado y que muchas veces funciona por azar.

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"En general las cosas, los proyectos, no salen, o salen de un modo en el que no estaban previstos", relata. "Un 24 de diciembre me llamó Jaime de Armiñán para ofrecerme una película. 'Me voy a tu casa a contarte el guión', me dijo. Vino, me lo contó y el 26 estaba grabando El amor del capitán Brando. Conoces a alguien de un modo en que no está previsto. Esta profesión tiene que ver con lo que ocurre en el momento. Conocí a Miguel Narros en Zampo y yo, donde él hacía el vestuario. Me trataba como una adulta, se convirtió en mi profesor de teatro y de vida, de la vida de una adolescente que no sabía nada".

¿Lo tienes todo listo, el vestido, el discurso, todo eso?

Lo tengo más o menos encarrilado…

Van a estar contigo los tuyos

Van a estar conmigo. Todos no, no van a poder, pero van a estar.

¿Qué tal llevas, ahora que son mayores, que tus hijos también estén en este mundo? No sé si al principio fue una decisión fácil…

Fue una decisión de ellos. Luego los he visto tan rigurosos, que saben tanto, que he pensado ¡qué bien! Al principio, lo único… Bueno, y tampoco se lo dices, porque creo que lo peor es que andes dándoles consejitos. A mí cuando por ser mayor me han dicho: 'Y a tus compañeros más jóvenes ¿que consejos les darías?'. Buf, es horrible. Basta que des un consejo para que luego... Siempre les he dicho a mis hijos: 'En esto hay que estudiar mucho. Esto parece que nada, que tienes un don…' Bueno, pues es probable que ese don lo tengas, porque tienes oído, porque la música te resulta más fácil aprenderla o porque te resulta más fácil ponerte en la piel de otros personajes. Bien. Pero a partir de aquí hay que estudiar. Y eso sí lo hicieron. Y ahora estoy contenta, sí, porque les veo felices.

Siempre les he dicho a mis hijos: 'En esto hay que estudiar mucho. Esto parece que nada, que tienes un don' Pero a partir de aquí hay que estudiar.

Las generaciones nuevas van llegando, ella lo sabe mejor que nadie. Les ve formados y listos para la acción: "Hoy en el cine hay miradas distintas, hay muy buenos guionistas, muy buenos directores, gente muy preparada. Es algo muy rico en este país. Pero también hay un problema gordo: el de la financiación. Incluso pese a ello la gente se busca la posibilidad de hacer eso que realmente quiere, con crowdfunding, con unos pocos ahorros, con un teléfono móvil. Hay una gran inteligencia para crear".

Quizá precisamente por eso ella ya no se atreve a ponerse detrás de las cámaras, algo que hizo una vez: en 1991 con Cómo ser mujer y no morir en el intento, por la que obtuvo la tercera de sus cinco nominaciones al Goya (la única como directora novel; el resto, como protagonista en Miss Caribe, El vuelo de la paloma, La pasión turca y Cosas que hacen que la vida valga la pena). De hecho, la película que le valió esa última nominación fue también su último papel en el cine (hasta una pequeña colaboración en 2016 en La reina de España). Y corría 2003. "Sería frívolo por mi parte decir que quiero dirigir una película, no porque no lo haya pensado o porque no tenga algo que creo que haya que contar, sino porque no estoy tan preparada como esa gente joven que quiere sacar adelante su proyecto y se enfrenta a muchos problemas. ¿Cómo voy a pretender ahora decir frívolamente que quiero dirigir? Pero sigo aprendiendo".

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Ana Belén y Víctor Manuel en 1975.

¿Te consideras un referente para las mujeres de tu generación o de las inmediatamente posteriores? En libertad, en lo que has podido decir, en tu imagen pública…

No lo soy, no lo soy. Yo sí tengo referentes, para mí, de mi vida.

¿También tienes referentes aquí, en este mundo del cine?

Sí, sí, sí, en este mundo también. Yo he crecido en este mundo y en este mundo aprendí a ser persona. Hay personas a las que les tengo que agradecer que me hicieran crecer de adolescente a mayor, a joven… y que me hicieran darme cuenta de muchas cosas. No solo que viéndoles aprendiese como actriz, porque eran actores maravillosos, sino en su comportamiento, en su concepción del mundo, en su filosofía de vida… en muchas cosas. Yo me afilié a un partido, un partido de izquierdas, el PCE, con Franco vivo porque vi cómo funcionaban compañeros míos. Y dije: 'Yo quiero ir por la senda de esta gente'. Porque les había visto, cómo funcionaban, cómo luchaban, cómo luchaban por todos los demás, por conseguir cosas por el bien común. Tengo clarísimos referentes.

Por ejemplo… Alguno que te venga a la cabeza.

De Julieta Serrano hasta Juan Diego, Berta Riaza, Núria Espert… Es que he tenido la suerte de trabajar con muchos y ver a otros muchos de ellos desde hace muchos años. Y luego he vivido la vida y el momento que me tocaba vivir, como tantos y tantas ciudadanos de este país, no he hecho nada excepcional. No he hecho nada excepcional.

Pero la imagen que proyectas como personaje público, igual que otros te ayudaron a ti, puede que ayudara a mucha gente de a pie. Quizá ayudaste a que muchos y muchas salieran detrás de ti.

No sé, no lo sé. También eran otros tiempos, otros momentos. Eran momentos en los que esta sociedad salía a la calle y era la sociedad la que marcaba el paso y la que iba consiguiendo las cosas. Era la ciudadanía, a pie de calle, la que lo conseguía. La que iba por delante de los políticos. Así que no he hecho nada que no hiciera todo el mundo en ese momento.

Su humildad no parece la interpretación de una buena actriz. Le sale de dentro, resulta muy real, en sus facetas como actriz y como ciudadana. De ahí que hable con sinceridad de la pena que le dio quedarse a las puertas de trabajar Pedro Almodóvar, por ejemplo, con quien lo ha intentado dos veces pero no llegaron a un acuerdo, sobre todo por problemas de fechas. "La última vez yo tenía una gira como cantante en Sudamérica. Pedro me pidió que me quedara a ensayar con el resto del equipo y no podía porque me iba en tres días a una gira que tenía firmada, la del disco Mucho más que dos. No pudo ser. Aún queda tiempo".

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Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Miguel Ríos y Víctor Manuel en un concierto de su gira 'El gusto es nuestro. 20 años después' en Barcelona el 28 de junio de 2016.

También habla de la polémica con Fernando Trueba (cuya última película, en la que ella participa, La reina de España, se quiso boicotear por unas declaraciones del director). "Lo de Trueba fue irónico. La gente debería poder decir lo que quiere sin que nadie se ofenda. Víctor [Manuel, su marido] y yo tuvimos una polémica grande porque un anónimo dijo que habíamos pisado la bandera de España cuando estábamos en México. Era 1973, el mal ya estaba hecho, y tuvimos que ir a declarar a la Policía, a la Dirección General de Seguridad. Esto me ha retrotraído a ese momento de intolerancia, como si no hubiesen pasado 43 años, que se dice pronto. Es un momento que a todos nos suena muy mal pero somos incapaces de preguntarnos qué pasa ahora. Es difícil de controlar".

Precisamente su papel con Trueba es el primero que hace desde el año 2003. "No me habían ofrecido un papel en 12 años, hasta que llegó Fernando Trueba y me dijo: '¿Tú lo harías?' ¡Sí! 'Pero es nada…' No me importa, yo lo hago". No es por falta de ganas, ni porque no sepa lo que quiere: "Me gustaría muchísimo hacer más cine, con un papel de esos que habitualmente ofrecen a los hombres: que diga muchas cosas, que sea muy rico en matices y con muchas aristas".

Nos ha llamado mucho la atención que cuentes que llevas 12 años sin que te ofrecieran un buen papel en el cine.

Ahora me han ofrecido una peli, para ahora para la primavera. Vamos a ver si tienen financiación… Ya se sabe. Pero sí, 12 años en los que he estado haciendo mucho teatro, hasta el año pasado que estuve haciendo Medea, he estado haciendo teatro y giras y todo. No he estado para nada desconectada de mi trabajo como actriz. Pero es verdad que a mí que me gusta taaanto el cine… Me encanta. Me parece un medio fantástico, fantástico, fantástico. Me gusta desde siempre porque tiene algo que todavía yo conservo, que tiene que ver con la magia del cine, tiene que ver con que allí tú estás esperando con un frío que te cagas y por la mañana es muy temprano… y de repente aquello empieza a tomar forma, los focos empiezan a funcionar, el director empieza a hacer ensayos, empieza a hablarte, llegan los demás actores… Y cuando dan la primera claqueta y dices: 'Pero si esto parecía un campamento iglú en el Polo Norte'. Y de repente aquello ha florecido. Yo esa magia la sigo viendo en cada uno de los trabajos que he hecho. Me gusta muchísimo.

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Ana Belén como Medea en diciembre de 2015.

Y la televisión, con tantas series de calidad que se están haciendo, ¿te llama la atención? ¿No te sale nada, no te cierras a ella?

Me llama la atención. Hay cosas que se han hecho, muy buenas. No, no me sale nada, pero no me cierro para nada. Otra cosa es que surge. Si surge y lo hiciese bien, no sé yo… Es verdad que ahora se está grabando con unos tiempos muy (hace gestos de rapidez con las manos)… Todo es ponerse, cogerle el pulso y acostumbrarte. Pero es verdad que la mecánica no sé cómo es, sé la raíz, y la raíz es interpretar y hacer un personaje. Luego lo otro no lo tengo muy claro.

¿Por qué crees que todo el mundo está tan contento con tu Goya? Siendo como son las redes, ha habido muy pocas críticas. ¿Crees que te tienen cariño, que te aprecian?

Creo que me tienen cariño, sí. Con este premio lo he notado. Ya no sólo de la cantidad de gente de la profesión con la que no he coincidido mucho y de repente me ha llamado o nos hemos encontrado y llegan y me dicen: 'Ay tía, qué alegría, qué alegría que te lo hayan dado'. Qué bien. He notado el cariño.

Creo que la gente me tiene cariño. Con este premio lo he notado.

¿Dónde vas a poner el Goya?

Si mi madre viviese lo tendría mi madre, como ha tenido todos los premios. Ahora que mi madre ha muerto todos han vuelto a pasar a mí (con tono de resignación). Pero tengo un lugar, en mi cuarto de trabajo, que es donde tengo algunas cosas muy especiales. Supongo que lo pondré ahí.

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