La sangre seguirá corriendo tras Vistalegre 2

La sangre seguirá corriendo tras Vistalegre 2

Fue uno de los momentos surrealistas de la tarde en Vistalegre II. Rafa Mayoral, figura emergente al lado de Pablo Iglesias, entraba en trance: “Susu kuya susu yaya sum maquilla. Un sólo corazón, un solo pensamiento y un solo puño”, gritaba desde el escenario. Son las palabras que le enseñaron los hermanos y las hermanas quechua. Todo valía para apelar a las emociones, para recuperar el pulso de una asamblea ciudadana que ya languidecía a las 18:30 horas de la tarde, entre otras cosas porque los dirigentes sabían que la suerte estaba echada a esas horas. Pero la representación debía de continuar para los medios.

Antes que Mayoral, Irene Montero pedía un aplauso para Juan Carlos Monedero, materializando el sentir del grupo de telegram ‘hooligans JC’, creado para incitar a Monedero a montar jaleo. Dicho y hecho, gorra en mano el único de los fundadores que sigue al lado de Iglesias, ha dado la vuelta al ruedo de la plaza de toros entre vítores. A partir de ahí, afiliados y militantes han vuelto a centrarse en lo que estaba pasando.

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Pero, anécdotas aparte ¿qué ha estado pasando de verdad en Vistalegre 2, si el pescado estaba ya vendido?

La participación de 155.000 votantes ha superado el récord de los 149.000 votos de la consulta sobre el pacto con PSOE y Ciudadanos. Ahora lo que preocupa es el reparto de apoyos. “Esto es una representación, estamos haciendo tiempo hasta que mañana se conozca el voto más multitudinario de la historia de Podemos” sentenciaba un errejonista.

Las cábalas sobre qué sucederá a partir de los resultados definitivos de la votación se multiplicaban en el coso. Por ejemplo, gente que se ha quedado en tierra de nadie como Carolina Bescansa, ¿seguirá de secretaría general del grupo parlamentario el lunes, gane la candidatura de uno o de otro? Ni ella misma era capaz de imaginar su futuro inmediato más allá de seguir como diputada.

“Todo empezará el lunes otra vez. Nada acaba por mucho que Pablo e Íñigo repitan que llegan tiempos de unidad”, dice uno de los dirigentes que desde mañana ya no formará parte de la dirección. El alivio de los salientes contrastaba con la crispación de los intervinientes, que han emulado el tono mitinero que Iglesias ha recuperado de la tan denostada Transición y que emplea en el Congreso de los Diputados. No son conscientes de que la sobreactuación acaba haciendo desconectar al personal.

Otro de los asuntos más debatido entre bambalinas era conjeturar qué destino tendrían las 20.000 nuevas altas que se han sumado desde que las tensiones entre los dos líderes han sido públicas. Aunque los errejonistas creen que hay un voto del miedo oculto que podría favorecerles, ni uno sólo de los dirigentes consultados -ya sean pablistas, errejonistas o anticapitalistas- se ha atrevido a hacer un pronóstico. Bromeando, coincidían en chuparse el dedo índice y elevarlo para ver de dónde sopla el viento.

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En las gradas de Vistalegre el viento que soplaba tanto de mañana como de tarde podía llevar a la confusión. “Es que si hacemos caso a lo que aquí se aplaude, podemos pensar que los anticapitalistas, que tienen menos representación que nosotros y los errejonistas, van a ganar” meditaba un amigo de Iglesias en una esquina del escenario.

Ni los más cercanos a Iglesias creen que el secretario general vaya a dimitir si no gana su lista y los documentos. “Su círculo no lo va a permitir. Se han acostumbrado a tener poder y ejercerlo. Es muy difícil renunciar a eso”, aseguraba un diputado de la Asamblea de Madrid que votó a Ramón Espinar y que defiende que los errejonistas hayan sido “eliminados porque perdieron las primarias” aunque ganaran la votación de los documentos. La misma señoría mantiene que este escenario “se reproducirá lógicamente si pierde la lista y los documentos” del número dos de Podemos.

Hasta las ocho de la tarde, momento en que se ha cerrado la votación, los equipos de redes contendientes mantenían una frenética actividad para pescar a los rezagados de última hora. En el coso, Monedero ya se encargaba de mantener activo a un perfil de seguidores y militantes de mediana y tercera edad a base de selfies como si no hubiera un mañana. “Esto es lo que sucede también en los círculos. Los jóvenes son muy activos en redes y participan a través de internet, por eso ya no necesitan hacer acto de presencia. Esos son nuestros votantes mayoritarios. Los que están hoy aquí son una minoría, que no llegará ni al 10%. Justo los que no participan por otros cauces”, explicaba un pablista, receloso con las críticas de que sus militantes han envejecido a la misma velocidad que la organización en sólo tres años.

Un poco mosqueados salían al final de la jornada algunos de los anticapitalistas y los errejonistas. Casualmente tanto a Rita Maestre como a Lorena Garrón les ha interrumpido el discurso dos espontáneos, cortando el hilo de sus intervenciones.

Entre tanta desconfianza y mosqueo colectivo, ¿qué queda del 15M? ¿Cómo se ha pasado de la ilusión por acabar con los privilegios de la casta y asaltar los cielos a que todo se reduzca a pedir a gritos unidad? Tendrán que explicarlo.