La evolución de la moda femenina a través del arte

La evolución de la moda femenina a través del arte

Cuando contemplamos una pintura no somos conscientes de todos los detalles, secretos e información que nos puede aportar. La Historia del Arte es un fiel reflejo de los cambios de nuestra sociedad y puede darnos una idea de cómo vivían las personas en una época concreta. Lo mismo sucede con la moda. Es por eso que el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid ha decidido ofrecer un recorrido por la colección permanente de la pinacoteca enfocado en la evolución de la forma de vestir desde el siglo XV hasta el XX.

En el marco de actividades de Madrid es Moda, el museo ofrece en colaboración con ACME, la Asociación Creadores de Moda de España, unas visitas guiadas por el recorrido los próximos 17, 18 y 19 de febrero. A través de veinte obras seleccionadas de entre las más de 1.000 que se pueden observar en la colección permanente del museo, los visitantes pueden aprenden no solo sobre tendencias o tejidos, sino comprobar cómo la mujer se ha vestido a lo largo de la Historia según los dictados sociales o religiosos. Una visita que permite comprobar cómo la mujer se fue liberando de ataduras y buscando expresar su identidad a través de sus prendas con el paso de los años.

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DEGAS, Edgar. En la sombrerería (1882)

LOS TOCADOS DE FLANDES

Lo que entendemos hoy en día como moda comienza a surgir en el siglo XV, cuando nace el comercio como tal, mejora la economía y las clases sociales más altas buscan imitar a la nobleza. En Flandes, los trajes y tejidos de la época eran exagerados y sofisticados, consecuencia de la influencia del gótico, que se puede apreciar en los pliegues verticales de las faldas.

En esa época las mujeres vestían la cotardía, un traje de escote triangular, con un cinto ancho debajo del pecho para marcar la cintura y mangas alargadas y muy ajustadas. Las costumbres sociales y religiosas influían —y todavía influyen— en la manera de vestir de las mujeres, por eso se populariza el uso de tocados ya que se consideraba inmoral mostrar el cabello.

EL TRAJE CONSTRICTIVO DEL RENACIMIENTO ITALIANO

A finales del siglo XV nace el Renacimiento en Italia, que se consolida como el epicentro de la cultura y el arte en Europa. La moda toma como referencia este estilo arquitectónico —escotes o zapatos utilizan líneas horizontales— y la forma de vestir de los italianos, especialmente los florentinos, se impone en todo el continente.

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GHIRLANDAIO, Domenico. Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni (1488)

Tal y como se puede apreciar en el Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni , la moda de la época se caracteriza por la utilización de brocados —en este caso de una calidad altísima para mostrar la clases social—, las mangas de seda acuchillada y los escotes cuadrados. En este momento cambia el ideal estético femenino y se opta por peinados más naturales consecuencia de la vuelta al Humanismo que se produce en esta época después de los descubrimientos sobre la antigua Roma tras una serie de excavaciones.

Además, se introduce el traje constrictivo, que marcará la forma de vestir de las mujeres durante este siglo y los tres siguientes con un objetivo: potenciar las caderas y, por ende, la idea de fertilidad y de que la función de las mujeres era únicamente la de ser madre. Para realzar el pecho y mantener la figura de las mujeres completamente recta comienza a utilizarse el corsé, que estiraba el cuerpo con su estructura emballenada.

EL NEGRO EN LA CORTE DE LOS AUSTRIAS

Con el reinado de Felipe II y la dinastía de los Austrias la moda de la península se impone en el resto de Europa. Triunfa el negro gracias a la importación de palo de campeche, materia prima que se utilizaba para teñir las prendas, desde América y se convierte rápidamente en un sinónimo de lujo y poder. Son los años de la Contrarreforma y como consecuencia de la desaparición de los escotes. En el caso de las mujeres de la aristocracia vemos la aparición de la gorguera de encaje, que se utilizaba para elevar la cabeza sobre el resto de la sociedad, llegando en ocasiones a utilizar alambres para mantenerla rígida.

Las mangas de los trajes se acortan para dejar espacio a las manillas, las primeras pulseras, y la cintura se sigue marcando, utilizando piezas en tonos dorados o plateados, como la que se puede apreciar en el Retrato de una joven dama con rosario de Rubens. Además, durante esta época se utiliza en guardainfante, que potencia y ensancha todavía más la cadera limitando enormemente la movilidad de las mujeres y que desaparece a finales del siglo XVII.

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RUBENS, Peter Paul. Retrato de una joven dama con rosario (1609-1610)

PARÍS, CAPITAL DEL MIRAÑAQUE Y EL ZAPATO DESTALONADO

Durante el siglo XVIII la capital del mundo de la moda se traslada a París, especialmente a Versalles, gracias al culto a la moda y al glamour por parte de Luis XIV. Es durante su reinado cuando aparece el concepto de temporalidad a la hora de vestir y surge la mule, un zapato de estilo destalonado que se utilizaba para caminar por casa y que buscaba potenciar el erotismo de las mujeres.

Es la época del miriñaque, una falda compuesta por varas de mimbre que resultaba tan ancha que muchos ebanistas tuvieron que rediseñar el mobiliario de la época y eliminar los brazos de los sillones para que las mujeres pudiesen sentarse con comodidad. A pesar de que esta es la prenda estrella del siglo, poco a poco las mujeres comienzan a buscar comodidad, y gracias a los descubrimientos de Pompeya y Herculano el miriñaque y demás ataduras comienzan a desaparecer. Buena muestra de ello es el Retrato de Millicent, Duquesa de Sutherland de John Sargent, que posa con una nueva silueta y una falda de vivos colores que cae en cascada y que con el paso del tiempo se ha convertido en símbolo de la mujer moderna de la época.

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SARGENT, John. Retrato de Millicent, Duquesa de Sutherland (1908)

Una vez iniciado el siglo XIX comienzan a darse pasos que contribuyen a la liberación de la mujer a través de su forma de vestir. De esta forma los deportes se utilizan como vehículo para la masculinización de la moda femenina como se puede observar en Amazona de frente de Manet, que anticipa la aparición de los bloomers, una especie de falda pantalón que generó un gran revuelo cuando se comenzó a popularizar.

'LA GARÇONNE' Y LA LIBERACIÓN DEL CORSÉ

Uno de los puntos de inflexión más importante para los derechos de la mujer es la Primera Guerra Mundial, cuando ellas se incorporan al mercado laboral y reclaman su independencia. Durante las primeras décadas del siglo XX la moda avanza a pasos agigantados y el modisto Paul Poiret elimina el corsé en busca de comodidad que da lugar a la silueta de la mujer moderna de la época. Después de cuatro siglos se ven líneas rectas y libertad de movimiento. Pero la verdadera revolución llega en 1925 cuando aparece la falda corta por encima de la rodilla. La prenda causó tal escándalo que el ministro de Nápoles sugirió que el terremoto que había tenido lugar en Amalfi (Italia) se debía a la ira de Dios por ver a las mujeres vestidas con esas faldas.

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BECKMANN, Max. Quappi con suéter rosa (1932-1934)

Durante el periodo de entreguerras también se publica La Garçonne, una novela de Victor Margueritte en la que la protagonista busca escapar de su vida y las normas sociales establecidas. El libro gozó de un éxito sin precedentes en el París de la época y las mujeres comenzaron a cortarse el pelo a lo garçon y a reclamar su espacio en la sociedad. Empezaron a utilizarse nuevos tejidos como el punto, que dan más flexibilidad y permitían practicar deporte con más comodidad, algo que hasta entonces era una idea impensable para las mujeres. Una de sus abanderadas fue Coco Chanel, que junto a la italiana Elsa Schiaparelli se encargó de presentar tendencias revolucionarias que influyeron más allá de la forma de vestir ya que fueron figuras indispensables en el arte y los círculos intelectuales de la época.

Todos estos cambios y nuevas tendencias se aprecian en Quappi con suéter rosa de Max Beckmann, pintura en la que la esposa del artista lleva una jersey en forma de "V", una prenda que los médicos advirtieron era peligrosa para la salud ya que podía causar catarros, y que comenzó a conocerse como "blusa pulmonía".

A partir de ahí todo va hacia delante y las mujeres comienzan a tomar prestadas piezas que se consideraban exclusivamente masculinas. Es el caso del esmoquin, que se puede apreciar en El fumador (Frank Havilland) del cubista Juan Gris. Con el se atrevieron actrices como Marlene Dietrich, que fue la primera mujer en vestirse con este traje en la película El ángel azul (1930), y años después Greta Garbo. Fue Yves Saint Laurent quien subió esta prenda a la pasarela a finales de los años sesenta y consiguió convertirlo en un clásico en los armarios de mujeres de medio mundo.

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DELAUNAY-TERK, Sonia. Vestidos simultáneos (tres mujeres, formas, colores) (1925)

Las mujeres ya no buscaban esperar a que otros las vistiesen, sino vestirse ellas mismas. Es el caso de la artista Sonia Delaunay-Terk, eclipsada por la figura de su marido y que fue una auténtica visionaria. Diseñó vestidos estampados, con colores vivos, que podrían ser contemporáneos y decidió plasmarlos en algunas de sus pinturas. También se encargó de vestir a actrices como Gloria Swanson, dibujó para los automóviles de Citroën, se ocupó del vestuario de los ballets de Diaghilev y fue la primera mujer en ver sus cuadros colgados en el Museo del Louvre (París).

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