Por qué la exposición surrealista de Egipto en el Reina Sofía dice más de nosotros de lo que creemos

Por qué la exposición surrealista de Egipto en el Reina Sofía dice más de nosotros de lo que creemos

Ruptura. Guerra. Surrealismo. Egipto. Años treinta y cuarenta.

Sobre ese ámbito, ese lugar y ese período trata la exposición que se puede ver en el Museo Reina Sofía de Madrid desde el 15 de febrero hasta el 28 de mayo. La primera aproximación no es fácil. Resulta sorprendente para muchos, hasta para el director del centro, Manuel Borja-Villel, que afirma que es la primera vez que algo así, alejado del concepto de surrealismo occidental, llega a la pinacoteca.

Sin embargo, esta muestra llamada Art et Liberté: ruptura, guerra y surrealismo en Egipto (1938-1948) tiene mucho que ver con nosotros, con la historia del arte en España y con lo que el mundo está sufriendo hoy: guerras, formas de arte diferentes, refugiados, dolor. Porque la propia exposición es dolorosa, oscura y no es sencilla que ver. Se agradecen los carteles y las indicaticiones y no sobra el tríptico explicativo que puede recogerse a su entrada.

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'Sin título, obra de Hassa El Temisani.

¿De qué va todo esto y por qué es tan interesante? Porque cuenta la historia de Art et Liberté, un heterogéneo grupo egipcio que buscaba la ruptura con lo establecido, con los totalitarismos, con la política clásica, con la sociedad que maltrataba a los que están más abajo… a través del arte, tanto en forma de pintura como de escritura. Todo muy actual… si no fuera porque estamos en 1938, época en la que el mundo se veía asolado por fascismos y dictaduras. El 22 de diciembre de ese año se funda el grupo y lo hace a través de un manifiesto llamado L'art dégénéré. Su portada: nada menos que el Guernica de Picasso, esa obra cumbre de la pintura española de la que ahora se cumplen 80 años. Pero cuando ellos decidieron aprovecharse de su potencia expresiva apenas había pasado un año desde que había sido pintada.

La historia de este grupo no había sido recogida hasta ahora. Cinco años, más de doscientas entrevistas, 100 obras de 50 prestadores de 12 países y miles de kilómetros y conversaciones han necesitado Sam Bardaouil y Till Fellrath, los comisarios de esta exposición —que ya ha pasado por el Pompidou de París y que luego viajará a Dusseldorf y a la Tate de Liverpool— para dar forma a esta historia. Bardaouil y Fellrath, nombres jóvenes pero ya fundamentales en el mundo del arte, han invertido un lustro de los ocho años que llevan trabajando juntos para sacar este trabajo adelante. Este año lo han logrado también gracias al apoyo de la firma Montblanc, que auspicia esta exposición y de cuya Fundación de la Cultura son presidentes desde hace un año.

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Sam Bardaouil (izquierda) y Till Fellrath (derecha), en la inauguración de la exposición.

ES UNA HISTORIA PARA RECORDAR

Las obras vienen de diferentes lugares, desde París a Canadá, Japón, Estados Unidos… "Muestra lo que pasó a partir de la Revolución de 1952, cuando se dio una dispersión [del grupo de artistas] por todo el mundo", cuenta Till Fellrath. "Muestra cómo todo puede cambiar y hacerlo rápidamente. Es una historia para recordar, que nos puede ayudar a comprender el mundo. Además de contribuir a ampliar la Historia del Arte", afirma.

"En los años 30 y 40 El Cairo era un lugar de entretenimiento, de prostíbulos, de clubs, un lugar cotidiano y cosmopolita", cuentan ambos ante los medios, dando a entender lo poco que se sabe del arte que tiene lugar un poco más al sur de lo que acostumbramos. "Ellos cuestionan las ideas del surrealismo tal y como lo entendemos, las ideas de la época. La obra se configura como un elemento de batalla y oposición a los fascismos de la época", relatan. Unos fascismos que también eran apoyados de forma artística desde el propio Egipto. De hecho, otra serie de artistas recibió con los brazos abiertos una visita de Marinetti, el gran artista del futurismo que mostraba abiertas simpatías por el fascismo. "Ellos tienen un punto de activismo, de búsqueda de los derechos humanos".

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Algunos de los integrantes y colaboradores del grupo Art et Liberté.

"Aquí se cuestionan dos elementos: el academicismo y la tendencia al orientalismo, colonial. Estamos ante un lenguaje de vanguardia que cuestiona la relación entre lo popular y la élite, que hace una búsqueda de lo extraño, lo mágico. Un realismo subjetivo porque remite a la realidad, a un relato", explica Manuel Borja-Villel, director del centro, en la presentación de este relato artístico sobre el Egipto más desconocido que podría haber sido el de casi cualquier otro lugar del mundo. "El sentido de la exposición es emocional. Hace que el arte tenga impacto, con un lenguaje que cambia lo que estamos pensando del mundo", afirma.

FLECHAZO CON ESPAÑA

El grupo Art et Liberté estaba compuesto de artistas absolutamente heterogéneos. Uno de sus principales representantes era Georges Henein, un joven que había pasado un par de años de su juventud (entre 1924 y 1926) en Madrid —su padre trabajaba en la Embajada— y que había quedado fascinado por España. Para Henein, "el surrealismo era como esas cajas eléctricas donde hay una calavera y pone 'No abrir. Peligro de Muerte' pero con 'No abrir. Peligro de vida'. Era algo necesario, fundamental", explica el otro comisario Sam Bardaouil.

De ahí que Henein fuera uno de los principales creadores del grupo, centrándose especialmente en la parte escrita; sus miembros publicaron varias obras, libros y hasta un periódico, llamado Don Quixote. Su primera gran creación fue su manifesto, ilustrado por una imagen del Guernica de Picasso, que algunos miembros habían visto en Reino Unido a finales del 38 y principios del 39, durante la gira que hizo el cuadro por Europa. Más tarde, cuando estalló la Guerra Civil en España, un suceso que "le impactó de forma extraordinaria", afirma Bardaouil, Henein también escribió unos poemas en francés sobre lo que estaba pasando. Se titularon Vive La Catalonie! y fueron traducidos por primera vez para la exposición, al igual que estas 100 obras y documentos, que por primera vez se ven juntas públicamente fuera de Egipto.

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El 'Guernica' ilustrando el manifiesto del grupo.

"¿Es algo inesperado que el manifiesto se ilustre con el Guernica? Bueno, quizá los artistas entonces no sabían exactamente qué pasaba en el resto del mundo, pero esta pieza les dio una conexión, hizo que el movimiento adquiriera un matiz internacionalista", explica. "Egipto nos puede parecer la periferia, lo vemos como algo lejano. Pero esto no es solo sobre el surrealismo en Egipto. La definición del surrealismo mundial en los treinta y los cuarenta supone diálogos y semejanzas con los distintos surrealismos del mundo, forma parte de él, de sus expresiones, de sus definiciones".

Entre los integrantes del grupo destaca la presencia de varias mujeres, "artistas, que presentaban a los artistas entre ellos, los acogían en sus casas y que actuaban especialmente como mecenas". Además, el cuerpo femenino es algo especialmente presente en este grupo. "Pero las mujeres están lejos de la idea de André Breton. Aquí no actúan como musas ni como incitadoras del deseo masculino. Sus cuerpos aparecen fragmentados, para expresar el sufrimiento en medio de una sociedad de hombres y a causa de ellos, de la guerra, los soldados, la prostitución…", cuenta Bardaouil.

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Antoine Malliarakis, aka Mayo, 'Canings'.

El grupo se vio obligado a disolverse en 1952. La mayor parte de sus componentes se marcharon del país, muchos eran funcionarios de museos o instituciones e intentaron, de forma fallida, salvar algo de su esencia. "Intentaron transmitir una imagen de la identidad nacional de Egipto a través del arte occidental y fue un fracaso. La facción que se separó y respetó el arte desde un lenguaje mucho más local logró ser más respetada", explican los comisarios.

Un grupo que lideró el arte surrealista en Oriente, que supo mezclar y conectar las imágenes con la literatura, y que décadas después logra que nos planteemos una ruptura de la Historia del Arte tal y como lo conocemos. Así lo cuentan Sam Bardaouil y Till Fellrath: "La del Arte no es una historia lineal, ni cuyo epicentro sea París y a partir de la misma se reparta todo. Esta es la primera exposición que se hace [en el Reina Sofía] sobre un movimiento surrealista no europeo. No sabemos nada del intercambio intelectual en los años treinta y cuarenta, y es importante contar esta historia, porque pone en cuestión muchos asuntos del arte en general. Si queremos entender la Historia del Arte, la Historia humana, el mundo, tenemos que contar esta historia".

La exposición Art et Liberté: ruptura, guerra y surrealismo en Egipto (1938-1948), realizada con la colaboración de Casa Árabe y patrocinada por la Fundación Cultural Montblanc, se puede ver en el Museo Reina Sofía de Madrid (Ronda de Atocha s/n) desde el 15 de febrero al 28 de mayo de 2017, de lunes a sábado (excepto martes) de 10.00 a 21.00 y los domingos de 10.00 a 19.00.

Además, la muestra (que se presentó en el Centro Pompidou del 19 de octubre de 2016 al 16 de enero de 2017) podrá verse en la Kunstammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf del 15 de julio al 15 de octubre de 2017 y en la Tate de Liverpool del 17 de noviembre al 18 de marzo.

El precio de la entrada general es de 8 euros y de 4 euros para ver únicamente las exposiciones temporales, ambas con un 50% para voluntarios culturales, familias numerosas y personal de museos no adscritos al Ministerio de Cultura.

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