Este fotógrafo ha 'vaciado' las calles de Madrid y el resultado es increíble

Este fotógrafo ha 'vaciado' las calles de Madrid y el resultado es increíble

No están tomadas en un momento concreto, se trata de un truco de edición.

A menudo, la pega que se les saca a las grandes ciudades, sobre todo si son muy turísticas, es que están demasiado llenas de gente. Lo mismo piensa Ignacio Pereira, un director creativo y fotógrafo de 38 años que, mediante un truco de edición, ha conseguido retratar Madrid sin gente en sus calles.

Pereira entró en contacto con la fotografía a través de su agencia, Coronel Truman, que ofrece entre sus servicios el soporte de vídeo. "Al final siempre le acababa diciendo al operador de cámara 'ponla ahí', 'pon este objetivo', 'déjame, ya lo hago yo'. A raíz de eso, empecé a tener cámaras buenas a mi disposición y empecé a trastear. Hice cursos por Internet y salí a la ciudad", explica.

Un día de septiembre, contemplando el Paseo de la Castellana, se dijo: "Me encanta esta ciudad pero no me gusta ni el ruido ni los coches ni nada. Me gustaría tener la ciudad para mí solo". Así nació la primera imagen de esta colección.

La técnica que ha utilizado consiste en sacar una serie de 10-20 fotos con la cámara en trípode fijo durante 20 minutos. Se crean capas con cada una en alguna aplicación de edición de imágenes. "De forma que lo que hay en unas en otras no está, así puedes borrar el elemento en la primera y te aparece el fondo real en la segunda", detalla. El último paso es la corrección de luz y de volúmenes. Pereira asegura que este sistema se le ocurrió a él, no lo había visto en ningún sitio.

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La idea fue madurando. "Al principio, partí de un sentimiento muy extendido: el gusto de mirar por la ventana y ver que llueve, que no se puede hacer nada y hay que quedarse en casa. Quería hacer una foto que despertara el deseo de ver el mundo desde casa", explica. Partiendo de esa base, empezó a explorar temas inquietantes. "Abres la ventana y no hay nadie. Te preguntas qué ocurre. Quiero dar la sensación de las películas de zombies, de que algo gordo ha pasado, algo inquietante".

Con el tiempo fue dejando una sola figura en medio de la soledad. "Además de generar inquietud, da tamaño a la escena técnicamente; ver una persona tan pequeña marca lo grande que es el espacio. También es una contestación a los que me dicen '¿en qué momento ha pillado este sitio vacío?' o 'se habrá levantado muy pronto para hacer la foto'. Obviamente, esto es un montaje", asegura.

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La favorita del público es la fotografía de la Puerta del Sol. "Era un día nublado y transmite mucha melancolía, un buen ejemplo de foto que invita a quedarse en casa. Pero la gente fliparía si viese las originales. Estaba todo lleno de coches, de gente. Estuve a punto de dejar a uno de los que se disfrazan, pero me pareció demasiado cómico", explica. Fue de las pocas localizaciones en que tuvo problemas: estaba en la terraza de El Corte Inglés de Preciados y le echaron en cuanto lo vieron haciendo fotos.

Al tratarse de montajes, todas las fotos están retocadas. Pereira ha eliminado todo tipo de elementos, desde obras o carteles publicitarios hasta alcantarillas o quioscos. "Lo que hago es limpiar la imagen. Al principio quería respetar al máximo todo, pero pronto me di cuenta de que Madrid, en realidad, es fea. Está llena de arquetas, el suelo está roto, sale poca agua de las fuentes... Yo intentó retocar para embellecer, aunque mi objetivo es que no se vea que hay retoque. No estoy quitando ni añadiendo nada importante, es como si pasara el barrendero", considera.

"Como cualquier foto, es 25% de disparo, 25% del lugar y la localización y 50% de retoque. Todo está trucado. El cielo está inventado también, pintado con pincel de mano. ¿Por qué hago todos estos cambios? Siempre se hacen. Cuando la gente ve una foto y piensa 'qué bonita', no se da cuenta de que no es real. Todo está acentuado, la luz está tocada, y la intención es que no te des cuenta. Te gusta precisamente por los retoques, pero no lo sabes. He creado imágenes más bonitas con el objetivo de que la gente pudiera recrear y disfrutar en su casa de unas vistas que no tiene en su día a día", añade.

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La foto de Callao es la preferida de Pereira —de hecho, la tiene en el salón de su casa—. Está tomada desde la habitación 411 del Hotel Vincci. "Una vista absolutamente privilegiada. Gran Vía es superretratable porque une lo tradicional con lo moderno. Es el sitio con más historia y alma de Madrid", opina el fotógrafo. En las tomas originales había un vendedor de Biblias que no se movió en todo el rato y un anuncio en la fachada de la esquina. Tuvo que eliminar a ambos clonando.

Otra parte de la evolución de la serie puede verse en el color. "Las primeras fueron todas en blanco y negro pero me resultan excesivamente frías. Ahora me he pasado al color, aunque en tonos neutros porque es una foto fría en sí misma", apunta Pereira.

Sus localizaciones son cuidadosamente seleccionadas. "Primero, son espacios singulares, reconocibles. Pero también quiero huir de la foto que hace todo el mundo, por eso investigo previamente por Instagram. Segundo, son espacios que están en continuo movimiento, sitios de paso en los que nadie se queda... Y tercero, tienen que tener mucha profundidad", explica.

¿Y si alguien está esperando al autobús o se queda ahí sentado? Le ha ocurrido más de una vez y complica la fase de retoque. "Después de eliminar a todo el que sea 'borrable', a esos los quito pintando encima. Clonas cogiendo referencias de otros puntos de la foto", explica Pereira, que asegura que toda la naturaleza es replicable.

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"La del intercambiador de Moncloa es una de mis favoritas. Es un sitio de paso continuo, es imposible coger este lugar así en ningún momento", afirma.

El proyecto le ha ayudado a quitarse la vergüenza y a descubrir "sitios alucinantes". "Me ha cambiado mucho la visión de la ciudad. Madrid me encanta. A veces hay elementos realmente feos y otros que están mejor limpios. También he notado que había muchas obras y cosas más colocadas. El aspecto real creo que debería ser el de las fotos", opina. "Me gustaría hacer lo mismo en París, en todas las grandes, Londres, Lisboa, Venecia. Pero es muy difícil ganarte la vida con esto. Aunque he hecho retratos, lo que no me gusta es la gente", añade, entre risas.

La colección está compuesta por 27 fotografías limitadas a 20 unidades firmadas cada una. Se venden sin marco. El fotógrafo anima a verlas físicamente porque están impresas en gran formato. "Impactan mucho en directo. La calidad de impresión es de 16 bits, en HD y con tintas naturales, es espectacular. Se ven perfectas, al milímetro. Las más grandes miden más de un metro por todos sus lados. Tengo que controlar lo del tamaño porque el transporte es una pasta", bromea.

Hasta el 22 de marzo, puedes ver las fotografías de Madrid vacío en Pangea, una agencia de viajes con espacios de exposición situada en la calle Príncipe de Vergara, 26.