Energía azul, la gran desconocida que podría revolucionar la industria

Energía azul, la gran desconocida que podría revolucionar la industria

A diferencia de otras energías renovables, su productividad no depende de las condiciones meteorológicas.

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Se habla de las energías hidráulica y maremotriz como una alternativa de futuro a otras más contaminantes, pero existen opciones interesantes y rentables prácticamente desconocidas. Una de ellas la energía azul, también conocida como osmótica. Esta energía se genera durante el contacto entre agua dulce y marina debido a la diferencia de salinidad entre ellas que da lugar a una osmosis y, como consecuencia, una forma de energía limpia.

A pesar de que es un tipo de energía que se conoce desde los años 70, todavía no se ha desarrollado todo lo posible debido a los altos costes de la tecnología necesaria para llevarla a cabo.

Entre las muchas ventajas está el que pueda producirse de forma continua. A diferencia de otras energías limpias como la solar, la osmótica no depende de las condiciones climáticas del momento, por lo que puede generar electricidad sin interrupciones.

  Interior de la primera planta de energía osmótica del mundo en Noruega.AFP/Getty Images

La empresa Noruega Statkraft fue la primera en construir una plataforma piloto en 2009 en el marco de las instalaciones Södra Cell Tofte. Por otro lado, en Holanda se puso en marcha la primera planta comercial de energía azul en 2014, que pretende comercializar la energía azul como energía viable en 2020. Se estima que se podría abastecer al 50% del país sin consecuencias para la fauna o el caudal de los ríos.

Sin embargo, generar este tipo de energía es aparentemente sencillo. A través del proceso de osmosis, una membrana semipermeable separa aguas de diferente salinidad, mientras que los iones que la atraviesan se mueven hasta lograr un equilibrio. Es este movimiento el que genera una carga eléctrica, que sería capaz de abastecer a millones de hogares de forma respetuosa con el medioambiente si se consigue poner en marcha una estructura productiva y rentable.

A esta conclusión han llegado varios científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), cuya investigación se recoge en la revista científica Nature. Proponen utilizar una membrana de tres átomos de espesor que sería más eficaz que otros proyectos más costosos y difíciles de poner en marcha.

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