Día de la Tierra Palestina: ¿Pero de qué tierra estamos hablando?

Día de la Tierra Palestina: ¿Pero de qué tierra estamos hablando?

Un estado que no es plenamente un estado, ocupado militarmente, sin soberanía ni fronteras... Poco que celebrar.

Este jueves, 30 de marzo, se conmemora el Día de la Tierra Palestina. Su origen hay que buscarlo en 1976, cuando fuerzas israelíes dispararon contra unos manifestantes en la región de Galilea, matando a seis árabes israelíes. Eran parte de esos palestinos que quedaron viviendo en Israel tras la guerra de 1948 y que hoy suponen aproximadamente el 20% de la población israelí, más de 1,4 millones de ciudadanos.

Aquel día, y tras meses de movilizaciones, miles de ellos salieron a la calle para protestar por la confiscación de 21.000 dunums de suelo (un dunam equivale a mil metros cuadrados), en una jornada de huelga que acabó en carga de los uniformados. Los manifestantes denunciaban la "judeización" progresiva de la región y el vaciamiento de los árabes autóctonos. Tras el choque, que dejó además 49 heridos y más de 300 detenidos, aquella jornada se convirtió en un referente en la lucha del pueblo palestino.

¿Pero de qué hablamos hoy cuando nos referimos a la "tierra palestina"? Pues a un estado que no es plenamente estado, que vive bajo la ocupación de Israel, sin continuidad territorial, que no tiene acceso a su pretendida capital y donde las expropiaciones de terreno, las ampliaciones de colonias ilegales y el desplazamiento forzoso de población son el pan de cada día, como explica en cada reporte la Oficina para Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas en Palestina (OCHA-OPT).

A continuación tienes la radiografía de situación en este día de reivindicación en Palestina, en el que se esperan numerosas manifestaciones y que, en España, se recordará con la plantación simbólica de árboles en homenaje a la causa. Según indican desde la Embajada de Palestina en España, se han sumado a la iniciativa ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Córdoba, Valladolid, Oleiros (A Coruña) y Alcalá de Henares (Madrid).

EL ESTADO PALESTINO

  La bandera de Palestina ondea por primera vez en la sede de la ONU en Nueva York, en octubre de 2015.REUTERS

"La próxima nación del mundo", en el lema que cuelga de una de las ventanas de la embajada palestina en Madrid. Son palabras que aún vienen más preñadas de deseo que de realidad.

Nos remontamos a 1947, cuando una resolución de la ONU cerraba la etapa del mandado británico en la zona con la decisión de crear dos países, Palestina e Israel. Pero llegó la declaración de independencia israelí, el ataque de las naciones árabes, la guerra, en fin. Más de 700.000 palestinos tuvieron que huir de sus casas. Parte de su territorio, el que no se quedó Israel, pasó a manos jordanas -Cisjordania- y egipcias -Gaza-.

Luego legaron las contiendas de los Seis Días (1967) y la de Yom Kippur (1973), que han afianzado la ocupación de su territorio y la ausencia de instituciones soberanas. Hoy el estado está reconocido como "observador" y no miembro de pleno derecho en las Naciones Unidas, una decisión tomada en noviembre de 2012 que lo equipara, por ejemplo, con el Vaticano.

Desde entonces, más del 90% de los países del mundo han reconocido individualmente la soberanía de los palestinos sobre su territorio, aunque faltan las grandes potencias y los países occidentales, que son los que pueden de veras inclinar la balanza a su favor. España ha votado que el Congreso inste al Gobierno a reconocer el estado, pero el reconocimiento explícito, final, no se ha producido ni parece que haya prisa en firmarlo. Apenas Suecia ha apostado por ese pleno reconocimiento en el viejo continente.

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Países que ya han reconocido a Palestina como estado

LOS TERRITORIOS

Los palestinos aspiran a tener un estado en Gaza y Cisjordania, con Jerusalén Oriental como capital, prácticamente una vuelta al territorio previo a la ocupación de 1967. Es un reparto que cuenta con el respaldo de la mayor parte de la comunidad internacional y que defendió el hasta enero presidente de EEUU, el demócrata Barack Obama. Ahora, no obstante, estamos ante un escenario nuevo, insólito en 20 años de negociaciones y diplomacia, con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, el republicano Donald Trump, afirmando: "Dos estados o un estado. Cualquiera de las dos opciones me conviene si israelíes y palestinos están contentos". Trump se está mostrando especialmente cercano a los postulados del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, un halcón.

Cada vez que el tema del territorio palestino se trata en alguno de los (eternos e infructuosos) procesos negociadores con Israel surge el mismo dilema: ¿Se permitirá que Palestina controle su frontera más al este, con Jordania, o se quedará Israel con el dominio militar del Valle del Jordán? ¿Será Palestina un estado militarizado, plenamente soberano para vigilar y controlar sus fronteras? ¿Habrá continuidad entre los tres territorios que han de conformar el estado, estando como están separados Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este?

Netanyahu no ha renunciado oficialmente a la conocida como solución de dos Estados desde que se comprometió por primera vez con ella en 2009, en el histórico discurso de Bar Ilan, pero sus últimas declaraciones y la aceleración de la actividad en los asentamientos de Cisjordania y el este de Jerusalén hacen algo más que sembrar la duda. En su visita de febrero a la Casa Blanca, el líder del Likud dejó claras las siguientes condiciones que ha de cumplir la solución de dos naciones para contentarle: que Palestina reconozca a Israel como "estado judío", dejando de educar, denuncia, a sus ciudadanos en la idea de que hay que destruir al adversario; y que el control militar del Valle del Jordán, esa separación natural con Jordania y territorio cisjordano, palestino por tanto, quede bajo control israelí.

LOS ASENTAMIENTOS ILEGALES

Tras la guerra del 67, Israel ocupó los territorios palestinos. De Gaza sacó los últimos colonos en el año 2005 -aunque sigue controlando todo su perímetro por tierra y por mar -desde las seis millas aproximadamente- y vigilando la franja desde el aire, sometiendo a la población a un durísimo bloqueo desde hace nueve años. En Cisjordania y el este de Jerusalén, sin embargo, siguen residiendo cerca de 600.000 personas en asentamientos reconocidos como ilegales por las resoluciones de Naciones Unidas.

Se han creado grandes bloques de población, con profusión de servicios y recursos naturales esquilmados a su propietario original, que cortan casi cualquier continuidad territorial, por ejemplo, con la hipotética capital del estado por venir.

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  Vista del asentamiento de Efrat (Cisjordania), tomada en febrero de 2017.REUTERS

La colonización va mucho más allá de las viviendas. Cada ciudad se rodea de polígonos industriales y fábricas, además de complejos de ocio, que extienden la ocupación, y que tienen que ir acompañados de carreteras seguras para los judíos, más bases militares y puestos de control que garanticen su seguridad.

LAS DIVISIONES ADMINISTRATIVAS

Actualmente, Cisjordania se divide en áreas A, B y C, tres divisiones administrativas en las que el control se ejerce por el Gobierno palestino o por el de Israel, según el reparto que se decidió en los Acuerdos de Oslo II, en el que Tel Aviv seguía teniendo el mayor poder, aunque en Ramala, capital administrativa palestina, se anhelaba una retirada paulatina que nunca ha tenido lugar.

Área A. La Autoridad Palestina tiene el control total sobre la seguridad y sobre asuntos civiles. Supone el 18% del territorio y engloba las principales ciudades y los territorios de alrededor, sin asentamientos. En teoría los israelíes tienen prohibida la entrada a estas zonas, aunque en la realidad pueden entrar con bastante facilidad. Las Fuerzas de Defensa Israelíes suelen realizar incursiones para arrestar a posibles militantes.

Área B. Los palestinos tienen el control civil y comparten con los israelíes el control militar. Constituye el 21% del territorio e incluye principalmente pequeñas ciudades palestinas, pueblos y algunas tierras, pero ningún asentamiento.

Área C. Israel tiene el control civil y militar total. Supone aproximadamente el 62% del territorio palestino e incluye todos los asentamientos (ciudades, pueblos, barrios), tierras de labor, todas las carreteras que conectan los asentamientos con Israel (de uso exclusivo para israelíes), así como espacios definidos como "zona de seguridad", que incluyen entre por ejemplo los terrenos adyancentes al muro de separación -más de 700 kilómetros, declarado ilegal por la Corte Internacional de Justicia en 2004-. Junto a los colonos, malviven unos 150.000 palestinos, la mayoría beduinos residentes en espacios desérticos. El área C incluye algunos recursos naturales esenciales para los palestinos, pero que están siendo explotados por Israel, desde fuentes de agua hasta canteras de piedra.

  5c8aba5f2300002f00e70f2aOCHA PALESTINA

LAS DEMOLICIONES

La OCHA contabilizó en 2016, hasta el 28 de diciembre, 1.089 demoliciones de propiedades palestinas que provocaron el desplazamiento de al menos 1.539 personas y acabaron afectando a los medios de subsistencia de más de 7.000.

"Estas son las cifras más altas de demoliciones y desplazamientos en Cisjordania desde que la OCHA comenzó a registrarlas en 2009", declaró la oficina humanitaria de la ONU en un comunicado difundido por la Agencia EFE. El organismo de la ONU alertó de que esta tendencia está afectando a la situación humanitaria de los habitantes en los territorios palestinos.

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La mayoría de las estructuras fueron destrozadas o confiscadas por carecer de permisos israelíes para su construcción, algo que los palestinos explican en la imposibilidad de adecentar una casa, o levantar un negocio o una explotación campesina, ya que Israel concede cada año un 1% de las licencias que se le solicitan.

LOS QUE SALIERON DE SU TIERRA

La pérdida de la tierra que el propio mandato británico llamaba Palestina causó la dispersión de una tercera parte del pueblo. Según datos del Gobierno palestino avalados por la ONU, 726.000 personas tuvieron que dejar sus hogares en 1948, horrorizados con la contienda, buscando un lugar más seguro, expulsados por tropas israelíes o directamente muertos.

Casi 500 aldeas y ciudades quedaron arrasadas, con la consiguiente confiscación de propiedades, que pasaron a manos de Israel (logró anexionarse un 26% más de la tierra que le habían otorgado en el Consejo de Seguridad, esto es, un 80% del total). Otros 190.000 palestinos se refugiaron en Gaza, bajo el control egipcio, y 280.000 se mantuvieron en Cisjordania, con el amparo de las autoridades jordanas.

Aquellos más de 700.000 exiliados son hoy, dos generaciones después, más de cinco millones de refugiados, concentrados sobre todo en Jordania, Siria, Líbano y Palestina. En el mejor de los casos, Israel ha dicho en alguna ocasión que aceptará el retorno de 50.000 el día que llegue -si llega- un acuerdo de paz. Naciones Unidas tiene reconocido el derecho al retorno de todos o, en su defecto, una compensación que nunca se ha esbozado siquiera.

Otros 100.000 palestinos, actualmente el 20% % de la población de Israel, se quedaron dentro de las fronteras del nuevo estado y tardaron años en lograr la nacionalidad. Aún hoy 200.000 árabes residentes en Jerusalén Este carecen de pasaporte, sólo tienen permiso de residencia, una ciudadanía rebajada que les obliga a permanecer siempre en la ciudad, sin moverse. De lo contrario, pierden su estatus.

  Una anciana y un grupo de niños, en el campo de refugiados de Jabalia, Gaza.REUTERS

Y JERUSALÉN

Los palestinos aspiran a tener en Jerusalén Este la capital de su futuro estado, de esta tierra que quieren tener con plena soberanía. Actualmente, y desde 1967, la parte árabe de la ciudad triplemente santa está ocupada por Israel, que domina por completo cada calle palestina, en las que viven unas 250.000 personas. Dos tercios de la actual Jerusalén son antiguo suelo árabe, indica la ONU. La famosa línea verde que dividía en los mapas los dos lados de la ciudad a día de hoy no es más que una avenida importante, cargada de tráfico. No hay mezcolanza de las dos poblaciones más que la que obligan determinados servicios, no es Jerusalén una ciudad porosa ni de convivencia.

Siendo una cuarta parte del censo jerosolimitano, los árabes no reciben más que el 10,8% de la inversión, según datos del ex concejal del izquierdista MeretzMeir Margalit. Entre 6.000 y 8.000 menores no asisten a clase, porque ni hay aulas públicas suficientes para ellos ni llega la ayuda de instituciones solidarias o religiosas. El 67% de la población de Jerusalén Este se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, según el Instituto Nacional de Seguridad Social israelí.

Jerusalén sería la capital de dos Estados, Israel y Palestina, en el caso de que las negociaciones ideales avanzaran finalmente, pero el reparto final es una incógnita. Existen no menos de nueve propuestas para el municipio y otras 17 para la Ciudad Vieja, que alberga los santos lugares como la mezquita de Al Aqsa y Cúpula de la Roca, el Muro de las Lamentaciones o el Santo Sepulcro.

Benjamín Netanyahu, actual primer ministro de Israel, ha endurecido su discurso e insiste en que Jerusalén es la capital "única e indivisible" de su estado, tal y como decidió de forma unilateral a principios de los años 80. La comunidad internacional interpreta que es Tel Aviv, y no Jerusalén, la capital del país.

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El largo viaje de los refugiados de Palestina (UNRWA).

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