Salvador Sobral: el encantador 'bicho raro' que ha conquistado Eurovisión 2017

Salvador Sobral: el encantador 'bicho raro' que ha conquistado Eurovisión 2017

El portugués, aquejado de una cardiopatía grave, ha triunfado con su concepto de la música "sin fuegos artificiales".

Salvador Sobral con su Micrófono de Cristal en la conferencia de prensa tras proclamarse ganador de Eurovision 2017 en Kiev, Ucrania.Valentyn Ogirenko / Reuters

Empezó discretamente, sonando poco a poco: Italia era la favorita, pero él estaba en el top five. Y, sin que nadie se lo esperara (ni él mismo, probablemente), a pocas horas del festival todo dio la vuelta y se colocó en la casilla de salida. Porque inesperada es, seguramente, la palabra que mejor describe el éxito de Salvador Sobral, el representante de Portugal en Eurovisión y ganador de la 62ª edición del Festival de la canción europea celebrada el 13 de mayo en Kiev (Ucrania).

Salvador, de 27 años, ha presentado una canción llamada Amar Pelos Dois (Amar por los dos) que ha compuesto para él su hermana, Luísa. Portugal no estaba en una final de Eurovisión desde 2010 (el año pasado, de hecho, ni siquiera participó) y su mejor posición había sido la 6ª en 1999 (año en que, igual que este 2017, España quedó última). Pero eso no ha sido lo más llamativo, potente y emotivo del triunfo de Sobral: lo ha sido su historia de superación y su tema, mejor dicho, su temazo.

Sobral tiene una insuficiencia cardíaca grave y está a la espera de un transplante de corazón. Ha tenido que ser operado de dos hernias pocos meses antes del Festival y ha estado cerca de no poder participar en el certamen. Sin embargo, nada ha podido con él. Psicólogo de carrera (disfrutó de unos meses de beca Erasmus en Mallorca: otro triunfo del europeísmo), se ha tomado con serenidad su participación en el concurso. No es un ningún novato: ya ha pasado por programas televisivos portugueses (del estilo de Operación Triunfoo La Voz) que le han granjeado cierta fama en el país luso. Una fama que, pese a todo, no le interesa demasiado. Él solo quiere cantar, hacer música, su música.

Porque Sobral ha triunfado con una melodía y un concepto muy distintos del frikismo de los que hacen gala Eurovisión. No ha habido en su actuación lentejuelas, puestas de escena grandilocuentes ni cambios de vestuario. Tampoco ha habido instrumentos musicales, coristas ni gorgoritos. No le ha hecho falta cantar en inglés. Por no tener, no ha tenido casi ni videoclip: su carta de presentación es la grabación de su actuación ante el público, que le aplaude extasiado.

Para Sobral solo hay música, disfrute, un goce extraño en un festival de la canción donde lo que menos importan suelen ser las canciones. Música y compromiso, triple salto mortal de rarezas: en la rueda de prensa posterior a la semifinal (en la que se clasificó y ya apuntó maneras de ganador) mostró una camiseta con el lema SOS Refugees.

"La música no son fuegos artificiales, la música es sentimiento", fueron sus primeras palabras tras ganar y alzarse con el Micrófono de Cristal. Eso antes de declarar ante las cámaras que estaba "hambriento y con algo de sueño". Toda esta normalidad, sus gestos de crooner, su melena sin peinar rematada por un moñete deshecho, esa gran chaqueta bajo la que esconde los aparatos que necesita su corazón para seguir tirando, sus divertidas caras según los países le iban tocando con su varita de los doce puntos, el bello gesto de sacar a cantar a su hermana en su actuación final... le han dado el apodo de Salvadorable, como le llaman con cariño en su país.

Un cariño que le han expresado desde la Selección Nacional de Fútbol ("10 meses después, un nuevo 11 conquista Europa") hasta el emocionado primer ministro portugués, António Costa: "¡Se hizo historia en portugués hoy en Eurovisión! ¡Felicidades Salvador! ¡Felicidades Portugal!". Tras ganar y acabar su actuación, sin embargo, se mostraba humilde y convencido de que su país se estaría fijando más en el triunfo del Benfica en la liga portuguesa que en su canción. "This is very efímero", decía en una mezcla de inglés y portugués, queriendo dedicar su triunfo a todos los músicos.

Él, ya lo había dicho, ya se sentía ganador. De ahí que no haga más que dar las gracias, una y otra vez, por todo lo que le ha aportado Eurovisión: le ha permitido sacar un disco, hacer carrera de lo que él quería y, además, respetándole.

Esta locura friki y algo casposa que lleva uniendo a Europa desde hace más de seis décadas ha logrado lo impensable desde hace 20 años: que gane una buena canción. ¿Conseguirá continuar esta buena estela la edición lisboeta de Eurovisión 2018?

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