El concierto más triste de Manchester

El concierto más triste de Manchester

22 personas han muerto, entre ellas niños y adolescentes, en el peor atentado que ha vivido la ciudad.

Getty Images

Saffie Rose Roussos había ido al concierto de Ariana Grande junto a su madre y hermana en el estadio Manchester Arena. Era una niña "simplemente maravillosa" de ocho años y que esa noche estaba emocionada ante el evento. Esa misma sensación tenía Georgina Callender, de 18 años, que había difundido en sus redes sociales la felicidad por ir a ver a su cantante favorita. Ambas forman parte de la trágica lista de 22 personas muertas en el atentado suicida del pasado lunes. El ataque, que ha sido reivindicado por el Estado Islámico, iba a dar donde más duele: sabían que en ese concierto estarían los más pequeños, los más indefensos. Ellos eran el objetivo. Niños, adolescentes que escuchaban pop y que estaban cargados de ilusión han muerto víctimas de la crueldad y del odio del terrorismo.

"El suicida eligió el lugar y la hora para matar al mayor número de personas posible y hacerlo de forma indiscriminada", ha denunciado este martes la primera ministra británica, Theresa May. Los atentados terroristas, ha dicho, "siempre son ataques cobardes contra inocentes", pero en este caso "destaca por su atroz y nauseabunda violencia" ya que entre los fallecidos y heridos figuran niños y adolescentes "indefensos". Muchos de los heridos —cerca de 60— se encuentran en "estado crítico".

El estadio Manchester Arena ha seguido acordonado todo este martes, así como la estación de tren Victoria, que conecta con el recinto deportivo cubierto. Un gran número de policías, muchos de ellos armados, patrullan el centro urbano, mientras que varios helicópteros vigilan también desde el aire, en un día que ha sido inusualmente soleado. Se respiraba también un extraño silencio y calma: algunas empresas han recomendado a sus trabajadores no acudir a trabajar. El dolor es todavía demasiado intenso.

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Pasadas las 11 y media de la noche del lunes, justo después de concluir el concierto de la cantante Ariana Grande, se producía una explosión en el hall del Manchester Arena y la histeria se apoderaba de la multitud que esperaba para salir del estadio. Padres que no encontraban a sus hijos y el caos y el dolor volvían tras el peor atentado que vive el país desde 2005 y dos meses después del ataque de Westminster. Elena Semino, que esperaba a que saliera su hija de 17 años, ha contado al diario The Guardian que también resultó herida: "Sentí como un fuego en el cuello y cuando levanté la vista había cuerpos por todos lados".

Catorce horas después de la explosión el Estado Islámico ha reivindicado el atentado mediante un comunicado, difundido a través de Nashir, uno de sus medios de propaganda habituales. Esto no implica que el grupo yihadista haya tenido algo que ver ya que, en ocasiones anteriores, la organización ha asumido atentados en los que su participación había sido nula. Estados Unidos ha insistido en este aspecto: no han podido verificar que haya sido ese grupo terrorista el autor de la masacre.

Las autoridades británicas han confirmado que el autor ha sido un terrorista suicida identificado como Salman Abedi y que llevaba adosada a su cuerpo una bomba casera. Las autoridades creen que el terrorista aprovechó la confusión que se generó con la salida de la multitud del recinto para colarse dentro y activar la carga. El resultado es desolador: el director del Servicio de Ambulancias, David Ratcliffe, ha confirmado que entre los heridos figuran 12 niños menores de 16 años. Un responsable de los servicios médicos del área metropolitana de Manchester, Jon Rouse, ha asegurado que "varios" de los heridos "muy, muy graves" se encuentran en cuidados intensivos y necesitarán tratamientos largos, según la agencia Reuters. De entre los 59 heridos, hay 18 que están en estado crítico.

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El ministerio de Exteriores español ha comunicado que no tiene constancia por ahora de víctimas españolas y han puesto a disposición de todo aquel que lo necesite los teléfonos de emergencia consular (+44(0)7801 371 704 y +44 07712 764 151) Además, la Policía de Manchester ha habilitado otro número de información (+44 0161 856 9400).

Pese a que el autor actuó solo, está claro que pretendía maximizar la masacre. Los testigos han relatado que entre los restos que dejó la explosión había numerosas piezas metálicas como clavos y tornillos para multiplicar el daño y las heridas.

Son ellos, los testigos, los que están siendo clave para avanzar la investigación. Por el momento la Policía de Manchester ha confirmado la detención de tres personas, entre ellas un hombre de 23 años en el sur de la ciudad al que se relaciona directamente con el atentado, que se produce a 15 días de que los británicos elijan primer ministro.

Dada la gravedad del atentado, May, como el resto de líderes, ha cancelado los actos de campaña previstos de cara a las elecciones del próximo 8 de junio. Todos los partidos que concurren a los comicios han expresado a lo largo del día su consternación por el suceso y han paralizado la contienda política para unirse al dolor de las víctimas. Un dolor que, por desgracia, ya no es nuevo para los británicos. El país lleva más de dos años bajo un nivel de alerta terrorista "severa", el segundo más grave de una escala de cinco que utilizan las fuerzas de seguridad y que significa que un ataque es altamente probable.

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Con este nuevo atentado se ha visto reflejado cómo ha variado el tipo de amenaza terrorista desde los atentados del 7-J, orquestados de forma organizada y cometidos por toda una célula. Las autoridades británicas han situado ahora a los llamados "lobos solitarios" entre los principales desafíos. Actúan por su cuenta o al menos sin directrices claras de grupos internacionales.

En la memoria de los británicos aún sigue presente el caso del militar Lee Rigby, un soldado que fue asesinado en plena calle el 22 de mayo de 2013. Fue atropellado y casi decapitado por dos hombres británicos de origen nigeriano y convertidos al islam: Michael Adebolajo y Michael Adebowale. Dijeron actuar como venganza por los musulmanes muertos a manos de las fuerzas militares de Reino Unido y fueron condenados a cadena perpetua en febrero de 2014.

El último atentado registrado en suelo británico tuvo lugar el 22 de marzo de este año frente al Parlamento británico y fue obra de una sola persona, Khalid Masood, aunque en este caso Estado Islámico se atribuyó la autoría en un comunicado. Un atropello masivo y el posterior apuñalamiento de un agente se saldó con cinco víctimas mortales.

Como sucedió entonces, los ciudadanos han mostrado su lado más humano pese al miedo y el terror. En un ejemplo de generosidad, los residentes de Manchester han ofrecido a través de las redes sociales alojamiento, comida y hasta enchufes para cargar el móvil a personas que aún no han podido salir de la localidad o que buscan a seres queridos, mientras que varios hoteles dan alojamiento gratis. Algunos taxistas han ofrecido trayectos sin coste y provisiones de comida para facilitar las cosas en este "momento tan duro".

Como ha dicho May, los británicos han dado un ejemplo: "Los terroristas nunca van a ganar y nuestros valores, nuestro país y nuestra forma de vida siempre prevalecerán". Por desgracia les ha vuelto a tocar demostrar que así son.