Portugal sigue ardiendo mientras crecen las críticas al Gobierno por su gestión de la catástrofe

Portugal sigue ardiendo mientras crecen las críticas al Gobierno por su gestión de la catástrofe

El incendio en Pedrógâo Grande ha matado a 64 personas, ha herido a 135 y ha quemado 26.000 hectáreas. Sigue activo.

El infierno de fuego de Pedrógao Grande (Portugal) que ha costado la vida a 64 personas y ha herido a 135 había permanecido hasta este lunes fuera de la contienda política. La dimensión de la catástrofe aconsejaba postergar el debate y centrarse en el control de la situación. Pero la situación no mejora y las críticas al Gobierno socialista del país han comenzado a hacerse audibles. Los ecologistas denuncian la negligencia continuada de los gobiernos en las tareas de prevención; la oposición ha pedido explicaciones políticas por la catástrofe y las autoridades de la zona afectada por el fuego critican fallos de coordinación y desprotección.

Pedro Passos Coelho, líder de la oposición y exprimer ministro, ha exigido "explicaciones políticas" por la catástrofe tras reunirse con algunos de los efectivos de Protección Civil que tratan de controlar el fuego en la zona afectada. Para la agrupación ecologista Quercus, sin embargo, la explicación está clara y lo que toca es pedir responsabilidades. En un durísimo comunicado, que afecta de lleno a la gestión de Passos Coelho, denuncian la total "ausencia de planificación y gestión forestal" y acusan a los políticos de incumplir sistemáticamente la Ley de Defensa contra los Incendios Forestales.

Por más que el primer ministro socialista Antònio Costa dé la cara desde el lugar convertido en pasto de las llamas y por más que Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de la República, insista en que "no ha habido negligencia", llegará el momento de hablar de lo que pudo hacerse y no se hizo para evitar la tragedia. Será entonces cuando se verá si el bloque de izquierdas que sostiene al Ejecutivo se resquebraja por las grietas abiertas por el peor incendio de la historia de Portugal. De momento, uno de los partidos que apoya a Costa, el Bloco de Esquerda, ya ha anunciado que pedirá una investigación parlamentaria para depurar responsabilidades.

Mientras las trompetas del combate político comienzan a templarse, más de 1.000 efectivos siguen luchando contra el fuego, que se mantiene activo en cuatro focos.

Las autoridades locales de la zona afectada por el fuego, los alcaldes de las pequeñas localidades rodeadas por las llamas, tampoco han esperado a que pasen los tres días de luto oficial declarados por el gobierno para llamar la atención sobre el abandono en que las autoridades tenían a la zona ahora devorada por las llamas y también sobre los fallos de coordinación de medios humanos y técnicos en los primeros momentos del siniestro. Estos fallos, reconocidos por el propio Rebelo de Sousa, han llevado a algunos a pedir la dimisión de la ministra de Administración Interna, Constança Urbano.

EL PEOR INCENDIO DE LA HISTORIA PORTUGUESA

Mientras las trompetas del debate político comienzan a templarse, más de 1.000 efectivos antiincendios continúan luchando contra el fuego que ha convertido el corazón del país en una zona arrasada. Los efectivos terrestres todavía no han conseguido acceder a algunas aldeas cercadas por el fuego y la baja visibilidad ha dificultado el trabajo de los medios aéreos. Las condiciones climatológicas tampoco ayudan: Portugal está registrando temperaturas por encima de los 38 grados y vientos fuertes sacuden la zona del incendio, avivándolo de continuo.

El fuego, que arrancó el sábado por la tarde en el municipio de Pedrógão Grande, en el distrito de Leiria, se ha extendido también a los de Castelo Branco y Coimbra, y mantiene cuatro frentes activos que avanzan descontrolados. El 70% del fuego, en cualquier caso, ha sido controlado. La fortaleza del fuego, contra el que luchan también varias dotaciones españolas, impide que los equipos de rescate lleguen a las pequeñas aldeas que salpican esta zona serrana y de difícil acceso. Esta circunstancia es una de las más preocupantes, pues el balance de víctimas puede todavía ascender.

Portugal es un país acostumbrado a los incendios forestales que, en el momento de desencadenarse la tragedia, debatía la mejor manera de luchar contra la predominancia del eucalipto, un tipo de árbol que facilita el fuego por su hoja seca. El incendio de Pedrógâo Grande, sin embargo, es ya el peor de la historia del país, no sólo por el número de muertos causados, sino también por la extensión de la superficie arrasada: 26.000 hectáreas de bosque, segun el Servicio Europeo de Información sobre Incendios Forestales.

Entretanto, las muestras de solidaridad se han multiplicado por todo el país. Los ciudadanos han abierto sus casas para dar cabida a las decenas de personas desalojadas por la amenaza de las llamas y las autoridades han tenido que pedir a la población que deje de enviar alimentos a las zonas afectadas, puesto que el volumen de donaciones ha sido tal que en sólo 48 horas se ha producido un "exceso de alimentación".

El vicepresidente de la Comisión Europea (CE) Jyrki Katainen, por su parte, ha asegurado que Bruselas puede cofinanciar hasta el 95% de los costes de la reconstrucción tras el incendio. "Existe el Fondo de Solidaridad Europeo, que permite usar fondos estructurales", ha afirmado a su llegada al aeropuerto de Lisboa para una visita de dos días al país.

Las altas temperaturas, el viento, la tormenta seca y la abundancia de combustible (vegetación seca) provocaron una "tormenta ígnea".

¿POR QUÉ UN FUEGO TAN VIRULENTO?

El fuego deja tras de sí un paisaje antaño verde convertido en un mar de cenizas, pero también una buena batería de preguntas acerca de cómo se inició y, sobre todo, a qué se deben su virulencia y su letalidad. En cuanto al origen del incendio, las autoridades portuguesas han sostenido desde el principio que se inició por el impacto de un rayo en un árbol seco en la tarde del sábado. Ese día, las temperaturas de 40 grados propiciaron las llamas y los fuertes vientos las propagaron por el monte.

Aún así, muchos siguen sin entender cómo el fuego pudo expandirse con tanta rapidez, cercando aldeas enteras y tragándose literalmente una carretera que une los municipios de Figueiró dos Vinhos y Castanheira de Pera. Allí treinta personas murieron atrapadas dentro de sus vehículos.

Algunos expertos consideran que lo que se produjo fue una "tormenta ígnea", un fenómeno provocado por la confluencia de varios factores ya mencionados, como las altas temperaturas, la presencia de viento, la existencia de una tormenta seca y la abundancia de material combustible. La triste alianza de estas variables hizo que las llamas apareciesen, según lo han descrito quienes huían de él, como "un demonio de fuego".