Dos años de Ada Colau: éxitos y fracasos en el ecuador del mandato

Dos años de Ada Colau: éxitos y fracasos en el ecuador del mandato

La exactivista pone en marcha medidas sociales de calado pero fracasa en su intento de frenar el aumento del precio de la vivienda.

EFE

Desde la derecha temían que llegasen los soviets. Desde la izquierda anunciaban una alcaldesa que lo iba a cambiar todo. Al final, ni una cosa ni la otra. Ada Colau ha cumplido este mes de junio dos años al frente de la alcaldía de Barcelona, a la que llegó por sorpresa tras superar a CiU por solo 17.000 votos, con una sensación agridulce. Por un lado, se han puesto en marcha diversas medidas sociales y se han abierto debates -como el del turismo- que habían sido tabú hasta la fecha. Por otro, la exigua representación en el pleno y las dificultades de llevar a cabo reformas de calado han supuesto un jarro de agua fría para un equipo que llegó a la alcaldía con intenciones de cambiarlo todo.

Los barceloneses, no obstante, aprueban la gestión de Colau. En el último barómetro municipal, los ciudadanos le otorgaron un 5,4 a la exactivista y el 52,2% de los entrevistados consideraron que su su gestión era buena o muy buena, algo que no pasaba desde marzo de 2004. Las encuestas, además, apuntan que Colau volvería a revalidar su victoria e incluso añadiría un edil más a los 11 (de 41) que tiene actualmente su partido, BComú.

Algunos fracasos de Colau han venido en ocasiones condicionados por circunstancias externas que escapan al control municipal. Otros son consecuencia de planes tal vez demasiado ambiciosos para un Ayuntamiento que ha tenido que lidiar con el pleno más fragmentado de la historia de la ciudad. Repasamos algunas victorias y algunas derrotas sufridas por la alcaldesa y su equipo durante estos dos años.

  5c8ae63a2300007f0123e482©GTRESONLINE

El aumento del gasto social

El aumento del dinero para los vecinos más necesitados fue una de las banderas de campaña de Colau. La alcaldesa se encontró, además, unas cuentas con superávit que le han permitido aumentar notablemente el gasto social. El equipo municipal cifra en 332 millones el presupuesto para áreas sociales en 2017 frente a los 221 millones presupuestados a finales del anterior mandato.

Este aumento de gasto se ha traducido en un plan de barrios de 150 millones destinado a mejorar las condiciones de vida de las zonas más desfavorecidas: Verneda, Raval, Bon Pastor, Trinitat Vella, Gòtic... Colau también ha aumentado las ayudas por hijo hasta los 16 años y ha aprobado un plan de vivienda que prevé 8.854 pisos hasta 2025 para ampliar la oferta pública de alquiler.

La apertura del debate del turismo

Los barceloneses señalan al turismo como el primer problema de la ciudad en el último barómetro municipal. Ese asunto preocupa más a los ciudadanos de la capital catalana que el paro. A pesar de estos indicadores, ningún alcalde se había atrevido hasta la fecha a cuestionar el turismo y a poner en marcha medidas para paliar los problemas de convivencia que genera.

El turismo ha desbancado al paro como principal problema para los barceloneses.

Colau ha limitado el uso de segways por el litoral marítimo, ha establecido moratorias de apertura de locales comerciales y de ocio en los distritos con más presión turística y ha establecido cuantiosas multas a Airbnb y Homeaway por permitir el alquiler de pisos sin licencia. El consistorio también aprobó el PEUAT, un plan que prohíbe la apertura de nuevas plazas hoteleras y apartamentos turísticos en las zonas más masificadas, las limita en otras y las fomenta en los barrios que reciben a menos visitantes.

A pesar de haber conseguido abrir el debate del turismo, las medidas todavía no han tenido ningún efecto. El turismo no ha dejado de crecer y también han aumentado los conflictos con los visitantes en algunos barrios. Además, los hoteleros y algunos comerciantes y restauradores acusan a la alcaldesa de fomentar la turismofobia en la ciudad.

El juego de equilibrios

Colau y su equipo llegaron al Ayuntamiento sin ningún tipo de experiencia y con una minoría (11 ediles de 41) que anticipaba dificultades para gobernar. A pesar de los recelos que generó la llegada de BComú a las instituciones, Colau ha demostrado un pragmatismo que pocos preveían. Consiguió en 2016 que el PSC sumara sus cuatro ediles al equipo municipal, sobrevivió a una moción de censura que le permitió aprobar los presupuestos y ha jugado a los equilibrios con la izquierda y la derecha para aprobar sus planes: pactó con ERC el mencionado PEUAT mientras que el Plan de Vivienda contó con el apoyo de Ciudadanos y la antigua CiU. Estos pactos, sin embargo, no han impedido que la oposición haya reprobado su gestión hasta en cuatro ocasiones en estos dos años.

  5c8ae63a250000e203c9d495GTRESONLINE

El precio de la vivienda

A pesar de los esfuerzos invertidos, Colau no ha conseguido frenar el fuerte aumento del precio de los pisos en Barcelona. Los alquileres son cada día más caros y los procesos de expulsión de vecinos son el pan de cada día en muchos barrios y edificios enteros de la ciudad. Más allá del mencionado Plan de Vivienda, el Ayuntamiento trata de adquirir edificios para paliar la gentrificación en algunas zonas determinadas. Las medidas, sin embargo, apenas se han notado y la media del alquiler en la ciudad ya supera los 800 euros: el doble que hace 15 años.

La subida de precios, además, se ha cebado en barrios tradicionalmente habitados por clases trabajadoras. Así, el metro del precio cuadrado en la Barceloneta ya supera al de Sarrià-Sant Gervasi, uno de los barrios más acomodados de la ciudad. La situación ha desembocado en un aumento de la conflictividad social relacionada con la vivienda y los vecinos de todos los barrios se han empezado a organizar para luchar contra esta subida de precios. Desde el consistorio señalan que si no se fijan unos precios máximos de alquiler por parte del Gobierno central o de la Generalitat, sus medidas solo son parches que difícilmente solucionarán el problema.

Las medidas del Ayuntamiento contra el alza de precios inmobiliarios apenas se han notado y la media del alquiler en la ciudad ya supera los 800 euros: el doble que hace 15 años.

Los proyectos de movilidad

Los planes relacionados con la movilidad tampoco le han dado alegrías a Colau. El proyecto de alargar el tranvía por toda la Diagonal está en cuarentena ante la falta de apoyos políticos. También ha generado divisiones la propuesta de experimentar con supermanzanas donde se reduce el tráfico de coches en su interior: un 87,2% de los vecinos de la supermanzana del Poblenou votaron contra la propuesta en una consulta vecinal informal realizada a finales de mayo.

Los barceloneses también sufren problemas de convivencia con las bicicletas y con los distintos vehículos para turistas que copan el centro de la ciudad. Colau tampoco ha sido capaz de mitigar el conflicto enquistado en la empresa de Transportes Municipales de Barcelona (TMB) y las huelgas en el metro han sido una constante durante su mandato.

La ayuda a los refugiados e inmigrantes

El Ayuntamiento de Barcelona ha chocado con la realidad a la hora de emprender medidas a favor de los refugiados y los inmigrantes. A pesar de su discurso acogedor, Colau no ha podido llevar a cabo prácticamente ninguna de sus grandes anuncios a favor de los refugiados por culpa de la inacción del Gobierno central. La alcaldesa también anunció a bombo y platillo el cierre del CIE (Centro de Internamento de Extranjeros) de Zona Franca en un plazo de dos meses y su precinto inmediato por carecer de licencia municipal. Casi medio año después, el CIE sigue funcionando a pleno rendimiento.

Colau tampoco ha dado con la tecla a la hora de resolver el conflicto con los manteros. Los planes de ocupación puestos en marcha ofrecen una solución a un número muy reducido de vendedores ambulantes. El equipo municipal, además, ha ido intercalando la mano dura contra este colectivo con una permisividad que ha encendido a los comerciantes. A principios del verano pasado incluso emplazó a los manteros a vender en una zona determinada de la Barceloneta. Con la llegada de la temporada alta, la gestión de este medio millar de vendedores ambulantes que hay en Barcelona amenaza con volver a generar problemas al equipo municipal.