Así es la vida del primer niño con un trasplante exitoso de manos, después de que su cuerpo las rechazara ocho veces

Así es la vida del primer niño con un trasplante exitoso de manos, después de que su cuerpo las rechazara ocho veces

Puede chocar los cinco, rascarse la nariz, sacar de la nevera su chocolatina favorita, jugar al beisbol, escribir, pintar...

El pequeño Zion Harvey.YOUTUBE

Puede chocar la mano, rascarse la nariz, sacar de la nevera su chocolatina favorita sin que sus padres se enteren, jugar al beisbol, escribir, pintar... Zion Harvey hace de todo con sus manos, manos donadas por otro niño, el protagonista del primer trasplante doble de manos en un menor, un pequeño como otro cualquiera que hace de todo, con pundonor y esfuerzo, al fin consciente del éxito de su operación después de ocho rechazos (ocho).

Varias cadenas de televisión -entre ellas la BBC, que es a quien pertenece el siguiente vídeo- han hablado con el chico, que dos años fue sometido a una operación en la ciudad de Filadelfia (EEUU) para unir las manos de un donante anónimo con sus antebrazos. "Solo quiero escribirle una carta de agradecimiento a los padres por darme las manos de su hijo", dice ahora el chico.

(Puedes seguir leyendo tras los vídeos...).

El niño había perdido sus dos manos y una pierna debido a una infección que le afectó cuando tenía solamente dos años. Ya lleva una prótesis en la pierna -con la que salta y corre y juega- y hace dos años logró la donación de manos.

"Aunque sus manos vienen de otro cuerpo, su cerebro las ha aceptado como si fueran suyas", destaca Sandra Amaral, una de los miembros del equipo del Hospital Infantil de Filadelfia, donde fue tratado Zion. Tras más de 12 meses de intensa fisioterapia, "ahora es capaz de batear y de escribir su nombre con bastante claridad. Además, puede tocar el rostro de su madre con sus manos", agregó la doctora. Antes, no había órdenes que mandar a las manos, que no existían, pero las conexiones nerviosas y el cerebro están haciendo bien su trabajo y todo "funciona", dicen los doctores.

Zion, un auténtico personaje, con flema y calma tras lo pasado, dice: "Yo sigo siendo el mismo niño que cuando no tenía manos. Tengo mis mismos amigos, hago lo mismo, hablamos de lo mismo".

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