Un país dividido es exactamente lo que Trump quiere

Un país dividido es exactamente lo que Trump quiere

Tras llegar al poder mediante la división de su partido y hasta de su equipo de campaña, su objetivo ahora es debilitar a todo lo que se cruce en su camino.

WASHINGTON (EE UU) — Hablemos claro sobre la intención del presidente Donald Trump con la rueda de prensa que dio este martes en la Torre Trump. Y sobre lo que pretende hacer para que su plan a largo plazo sobreviva y prospere en la Casa Blanca durante al menos cuatro años.

Al hablar públicamente desde su fortaleza familiar tras la ola de violencia en Charlottesville, no trataba de convencer a nadie sobre los hechos. No cabe duda de lo sucedido si se observa, por ejemplo, el vídeo de Vice que muestra a los abominables neonazis, miembros del Ku Klux Klan (KKK), supremacistas blancos y rancios antisemitas que salieron a las calles con antorchas y cantando "los judíos no nos reemplazarán".

No, el presidente estaba haciendo otra cosa: troleando a los medios, provocando de forma deliberada a los periodistas que sabía que le estaban esperando en su hall de mármol reverberante. Él disfrutó de su indignación imperiosa y de su terca insistencia en Charlottesville.

¿Estaba triste por los titulares y las denuncias de los expresidentes Bush, padre e hijo? No demasiado. De hecho, los buscaba. El miércoles saltó la noticia de que Trump se había mostrado el martes de muy buen humor, en una actitud de celebración, tras la confrontación que había creado. Se había desatado, de una vez por todas. Estaba en la lucha, y la lucha lo es todo.

Donald Trump parece totalmente dispuesto a destruir el país con tal de mantener su poder.

Si se retrocede y se observa todo el panorama, se descubre más de lo mismo. Habiendo llegado al poder mediante la división del país, del liderazgo de su partido e incluso, a veces, de su propio equipo de campaña, su objetivo ahora es dividir o desacreditar a su paso a cualquier institución, tradición o grupo.

Donald Trump parece totalmente dispuesto a destruir el país con tal de mantener su poder. Está desesperado por sabotear el sistema político federal —y hasta la vida pública de todos los estadounidenses— antes de que las fuerzas todavía independientes (por ahora, los tribunales federales, la prensa y el Congreso) lo desautoricen a él.

El objetivo, como siempre ocurre con Trump, es ganar en mitad del caos que propaga, ser el último hombre que quede de pie entre los escombros. Y, para él, "ganar" se está reduciendo a los términos que más le gustan: supervivencia bruta. Con una tasa de aprobación en mínimos récords, las crisis internacionales y un fiscal especial que le está pisando los talones, la mayor victoria que puede esperar es mantenerse en su puesto.

No sólo es un imperativo emocional para Trump; es una estrategia deliberada y, hasta ahora, exitosa.

El objetivo, como siempre ocurre con Trump, es ganar en mitad del caos que propaga, ser el último hombre que quede de pie entre los escombros.

Unos abogados familiarizados con los métodos del fiscal especial Robert Mueller me dijeron que seguramente Mueller obtuvo hace mucho tiempo la declaración de impuestos federales del presidente. Independientemente de si Trump lo sabe directamente o no, tiene que asumirlo (y se pondrá como un loco por ello). El fiscal también ha reunido a un equipo técnico de expertos en blanqueo de dinero, delitos de fraude fiscal y contabilidad forense.

Así que el ansia de supervivencia es más urgente ahora.

¿Cómo lo hace? Esta es una muestra de lo que está por venir:

Trump no las planea (a menos que metas dentro del saco sus propias marchas), pero parece que tampoco le importa que tengan lugar. En cualquier caso, no ha pedido a ningún grupo que deje de hacerlas. En San Francisco será la siguiente, liderada por el grupo Patriot Prayer. Y si a alguien le preocupa este próximo evento, que sepa que está organizado en un parque controlado por el Servicio Nacional de Parques.

Trump evitó ir a la guerra de Vietnam por un permiso médico, y quizá por eso ahora le encuentra glamur a lo de ser El Líder en Jaque. Los fiscales federales han contribuido a este argumento al investigar de forma oficial los datos de las personas que han visitado webs de apoyo a las protestas contra Trump.

No se trata de un problema importante, pero sí de una oportunidad importante para que Trump intente limitar los votos demócratas y obligarles a pasar más tiempo implicados en la causa de los derechos de las minorías. Cuando se refiere a los demócratas como "ellos", quiere que sus bases vean lo que pretende.

En su primer tuit de este miércoles, Trump apuntó a Amazon, empresa de la que es propietario Jeff Bezos, también propietario de The Washington Post.El presidente acusó a la compañía de "hacer mucho daño" a los minoristas de a pie. Además de las amenazas de regulación o de impuestos, Trump seguirá troleando las noticias del Post y otros grandes medios, sabiendo que cuanta más indignación (justificada) muestren, menos de sus votantes creerán en estos medios.

Paul Manafort, ex jefe de campaña de Trump, negó en un documento que él estuviera "cooperando" con los investigadores que trataban de descubrir si hubo conspiración con Rusia para influir en las elecciones. El mensaje iba dirigido a Trump. Manafort, que cerró muchos tratos con los aliados de Vladimir Putin en Ucrania, no quería que su (ex) jefe vengativo pensara que él se había pasado al otro lado. Pero los aliados del presidente le devolvieron el mensaje por si acaso. El tabloide The National Enquirer, muy vinculado a Trump, publicó hace poco un largo artículo en el que afirmaba que Manafort había tenido un "affair enfermizo" con una mujer más joven y que, en cierto modo, había estado "traicionando a su país".

Esto no llega a los titulares de los periódicos, pero resulta crítico y afecta a los lugares en los que serán juzgados, literalmente, los intentos de la Administración de Trump por desmantelar el estado regulador, las leyes de derechos civiles y los derechos de voto. También es ahí donde Mueller pedirá más acusaciones dentro del círculo Trump. Y, a diferencia del resto de la Administración Trump —donde reinan la desorganización y la falta de personal—, el proceso de elección de jueces casi siempre ha sido gestionado por la organización Federalist Society, que es extremadamente eficiente. Por ahora, siguen predominando los jueces nombrados por los demócratas, pero en un año o dos Trump podrá haber creado perfectamente su propio muro cortafuegos en casi todos los circuitos.

Incluso los republicanos (muchos) quieren aportar dinero de emergencia a los apurados fondos sanitarios, con el fin de insuflar algo de vida al Obamacare antes de que se lo carguen. Como mucho, Trump optará por una negligencia benigna, y no sólo porque quiera que "fracase" el Obamacare. Los problemas del programa ofrecen el beneficio político añadido de dividir a los demócratas en una cuestión clave. El senador Bernie Sanders y compañía están apoyando ahora un sistema Medicare-for-all de "único pagador", una prueba de fuego para los candidatos. Pero es una prueba que otros demócratas liberales ven como irrealista y conflictiva. Música para los oídos de Trump.

Trump debe mantener su lealtad a todos estos senadores republicanos para tumbar cualquier intento de condena en caso de que haya impeachment en el Senado. Está claro que él se sabe este número, y que lo tiene en mente a la hora de definir su estrategia. Trump prefiere tener un pequeño número de simpatizantes acérrimos bien asegurado antes que un número mayor de moderados de poca confianza; es la versión del impeachment de su estrategia electoral de 2016. Es evidente que Trump ve al senador de Kentucky Mitch McConnell como demasiado blando para confiar en él. Pero el presidente debería pensárselo bien antes de intentar que lo sustituyan. Este senador es amigo de un tal Mike Pence.

Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano

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