Cólera en Yemen: la lucha de Ali por su vida

Cólera en Yemen: la lucha de Ali por su vida

Antonia Zemp, enfermera de MSF recién llegada del país, relata la batalla contra una enfermedad que se ha cobrado ya 2.000 vidas y afecta a medio millón de personas.

Carpa médica con pacientes de cólera en el centro de tratamiento de cólera de MSF en una escuela en Abs, junto al hospital rural de la localidad.Gonzalo Martínez / MSF

Trato de insertar la aguja en el brazo de Ali Aahme, un niño de 10 años. Sufre diarrea y vómitos desde ayer. Está extremadamente deshidratado. Sus ojos son negros y están hundidos, medio abiertos y torcidos, sin lograr ninguna respuesta a la estimulación. Tiene las manos y los pies fríos a pesar de que la temperatura es de 42 grados a la sombra. Su pulso está acelerado y es difícil tomárselo. Respira muy rápido. Sus venas están colapsadas, no es un trabajo fácil. Pido ayuda a mis compañeros yemeníes, ya que tienen más experiencia en este tipo de situaciones, y traten de encontrar una vena adecuada para administrarle fluidos intravenosos.

Todos somos conscientes de que Ali está luchando por su vida, y que su supervivencia depende de si encontramos o no una vena para proporcionarle hidratación intravenosa.

Juntos conseguimos colocarle dos agujas y presionamos para que los fluidos entren el exhausto cuerpo de Ali. Su circulación succiona, como una esponja, el tan necesario líquido. Afortunadamente, observamos la mejora apenas pasados 20 minutos. Ali empieza a moverse y a gemir. Su madre llora del agotamiento, el miedo y el alivio. Nos lo agradece eufórica.

Necesito un momento para respirar y procesar las emociones mientras mis compañeros están ocupados con el siguiente paciente, poniendo más agujas y ayudando a los pacientes a tomar sales de rehidratación oral.

MÁS RÁPIDOS QUE EL CÓLERA

Debemos ser más rápidos en suministrar rehidratación a nuestros pacientes de lo que el cólera los deshidrata mediante diarreas agudas y vómitos. ¡Más rápidos!

A principios de mayo, abrimos un centro para tratar el cólera enfrente del hospital de MSF en Abs, en el oeste de Yemen. El edificio es una escuela de primaria, cuyos alumnos se encuentran de vacaciones actualmente. Al inicio de la epidemia, cuando el número de pacientes era predecible, podíamos tratarlos y aislarlos en el propio hospital. Sin embargo, a medida que el brote avanzaba, el número de afectados iba aumentando tanto que nos quedamos sin espacio en el hospital.

La epidemia se extendió tan rápido que las 50 camas del nuevo centro para tratar el cólera ya estaban ocupadas durante la primera semana. Durante unos días, ni siquiera nos sorprendió cuando llegamos a registrar más de 200 pacientes por jornada. Al final de mi misión, atendíamos a más de 400 pacientes cada día. Mis compañeros de Abs me cuentan que, afortunadamente, el ritmo de ingresos ha descendido en las últimas semanas y el número de ingresos diarios ronda la treintena. Desde que comenzó la epidemia, solo en Abs hemos tratado a casi 15.000 pacientes.

Se necesita más ayuda para luchar contra el brote. Tratamos de responder a las necesidades y reorganizar más y más aulas para que puedan ser utilizadas como salas para pacientes. Pero el espacio, probablemente es el problema más fácil de solucionar. Más pacientes significan también más medicinas, más personal, más agua, más camas, más baños. Y todo esto lleva tiempo, incluso en modo emergencia. Desde del equipo de coordinación planificamos con antelación, pero lo cierto es que las cifras tan elevadas nos abruman.

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NO ES FÁCIL ACTUAR CON LA MENTE FRÍA

Mantener la mente fría no es una tarea fácil en estas condiciones, sin olvidar las altas temperaturas que superan con asiduidad los 42 grados, el pañuelo obligatorio por motivos culturales, y la larga y negra abaya, prenda islámica tradicional para las mujeres.

Como líder de un equipo médico, trato de planificar los turnos, junto con mi equipo, para el personal que no está reclutado todavía. Organizo sesiones de formación y hago pedidos de medicamentos para no quedarnos sin stock. Trabajamos para garantizar que cada paciente sea registrado correctamente de forma que los datos epidemiológicos puedan ser recopilados y para ayudar a que otros centros de salud también puedan identificar a los afectados.

Aunque intentes imaginar vivir en Yemen, no serías capaz de hacerlo

EL DÉBIL SISTEMA DE SALUD DE YEMEN

Este brote sería muy diferente en un estado industrial europeo, pero estamos hablando de Yemen. Un país en vías de desarrollo donde una guerra sangrienta lleva en curso desde hace más de dos años. El sufrimiento de la población es indescriptible. Cada día sus vidas se ven dominadas por el miedo, el hambre, la muerte y las enfermedades. Aunque intentes imaginar vivir en Yemen, no serías capaz de hacerlo.

El sistema de salud ha estado muy debilitado por la guerra, con menos del 50% de estructuras sanitarias en funcionamiento. El personal lleva sin cobrar casi un año y las medicinas escasean debido al bloqueo aéreo y naval.

Falta de acceso a la atención médica

Si un paciente llega en nuestro centro de tratamiento en un estado avanzado de deshidratación tal en el que ya no podemos salvarle, y preguntas a la familia por qué no lo ha traído antes, una de las respuestas habituales es que no tienen dinero para llegar hasta el hospital. O que una bomba ha hecho el camino impracticable. O bien por miedo a encontrar la muerte en el camino bajo un ataque aéreo. Este es el día a día de los yemeníes. Cada historia me deja sin aliento.

Debido a la deshidratación, muchas mujeres embarazadas pierden a sus hijos antes de dar a luz. Los cuerpos de los fallecidos deben recibir un tratamiento especial para que no infecten a otras personas durante el entierro.

En una ocasión tuve que lavar a un bebé nacido muerto. Tenía siete o nueve meses de gestación. Lo peor no es que haya un cuerpo perfecto, pequeño pero sin vida frente mí. Lo peor de todo es que pensé que era lo mejor que le podría pasar a esa pequeña criatura porque su futuro hubiera sido uno de los más inciertos y difíciles del mundo.

El mayor de mis respetos es para con mis compañeros yemeníes. A pesar de todo, siguen motivados día a día para trabajar y luchar contra el sufrimiento al que ellos mismos también se exponen. Gracias.

Antonia Zemp, la autora de este texto, es enfermera del equipo de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) desde 2015. Acaba de regresar de Yemen, donde ha trabajado en la respuesta un brote de cólera desatado que se ha cobrado 2.000 vidas y afecta ya a medio millón de personas.

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