Tirar, lavar, guardar: trucos para el cambio de armario

Tirar, lavar, guardar: trucos para el cambio de armario

Nos enfrentamos a ello cada seis meses, así que ya que lo hacemos lo mejor es armarse de paciencia, de ganas y de ideas.

No quieres hacerlo, deseas evitar ese momento y esperas que nunca llegue. Pero es la vida: se va el verano y llega el invierno (y viceversa cada seis meses) y con él aparece el temido cambio de armario. Ojalá fuera realmente eso, cambiar un armario por otro, pero no: hay que lavar, tirar, guardar, sacar y colocar un montón de ropa en un tiempo récord para no tener la casa patas arriba.

Lo primero para hacerlo es tener ánimo y ganas (o forzarlas...). El cambio de armario es pesado y es probable que necesites un par de sesiones para tenerlo listo. Busca buena música, mejor compañía, trapos limpios y, si la necesitas, una escalera. Fija un día, al menos una mañana o una tarde despejados para poder hacerlo todo. Si no lo irás haciendo poco a poco y no acabarás nunca...

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Antes de sacar la artillería pesada, párate un momento. La clave está en pensar: decide qué tirar, qué guardar, qué dejar en el armario (buen momento para volver a colocarlo, por cierto), qué lavar y, fundamental, dónde meterlo todo. Busca un espacio con poca luz, seco y por favor limpio.

Si no has leído a Marie Kondo, la gran gurú del orden con dos libros en el top de ventas del mercado, ya estás tardando. Iniciarse en su mundo (primero con La magia del orden, con seis millones de ejemplares vendidos; después con La felicidad después del orden) es cambiar totalmente la visión del concepto de orden en casa. Porque su método es definitivo: mediante un sistema que consiste en sacar todo (¡todo!) lo que tienes en casa, ella apuesta por quedarnos sólo con lo realmente útil y amado, y eliminar de nuestras vidas todo lo que no nos dé satisfacción.

La apuesta no es sencilla, pero sí radical, porque quien lo ha hecho asegura que le cambia la vida. Y eso que la ropa está entre lo más fácil (dentro de lo difícil que resulta deshacerse de nuestras cosas). Es más sencillo que dedicarse a tirar fotos, recuerdos, entradas...

Para quienes no se vean capaces de un cambio tan radical, hay que empezar por tres preguntas clave. Primero: ¿te lo has puesto en toda la temporada? Si la respuesta es no, probablemente tampoco te lo pondrás la siguiente. Si te lo has puesto: ¿te vale? ¿Te gusta? Si las dos o alguna son no, se va fuera. Si aún así no lo tienes claro, guárdalo, no pasa nada. Ya lo tirarás la temporada que viene (como leerás más adelante).

Intenta juntarlo todo y, con todo fuera del armario, decidir qué hacer. Antes de tirarlo, piensa en regalar o en donar. Organizar un mercadillo entre amigos en una casa, donde cada uno lleve lo que le sobre y así se intercambie la ropa, es buena idea. Y también están Wallapop y Chicfy, claro...

Si tienes hueco, guarda toda la ropa que no vayas a usar durante la temporada. Se estropeará menos que estando al aire o en un armario sin ponerla durante meses. Debes tener claro en qué hueco ubicar cada cosa.

Si almacenas prendas en perchas, evita las de alambre. Para el día a día pueden ser prácticas (sobre todo porque son muy finas y salen baratas, las cosas como son), pero para colgar prendas durante meses no tanto, porque tienden a doblarse y estropearse.

Las bolsas de vacío son prácticas (sólo se necesita una aspiradora) y cada vez más baratas, sobre todo para ropa grande (como edredones), pero también para prendas pequeñitas como bikinis que tienden a quedarse sueltas y desparejarse, así se quedan todas juntas en un mismo paquete. Eso sí: evítalo con prendas delicadas, pueden aplastarse y estropearse.

Entonces, ¿cómo guardar...?

Los bolsos: unos dentro de los otros. Luego, todos juntos en fundas y/o en cajas.

Los zapatos: se deben colocar según el tamaño del tacón, para hacer un puzzle con ellos y que encajen. Lo mejor es dejarlos rellenos de papel para que absorban la humedad y no pierdan la forma.

Los trajes de fiesta, los abrigos, los vestidos largos, la ropa de menos uso: guárdala colgada, en fundas apropiadas o bolsas de plástico. Si las prendas son de piel, mejor en bolsas de tela, para que ésta transpire.

Las toallas y sábanas que no uses: en cajas, sin apilar demasiados juegos. Y éstas, siempre que se pueda, con tapa; si no la tienen, con un trapo arriba. Si incorporan ruedas, podrás meterlas debajo de la cama, de un sofá o del armario.

Es el momento de decidir qué quieres tener a mano, es decir, qué te vas a poner más esta temporada. Antes de ejecutar, piensa: ¿dónde tienes cada cosa? ¿Dónde quieres tenerla? ¿Qué te resulta más práctico? ¿Con cuánto espacio cuentas?

Opta, siempre que puedas, por colgar la ropa. Estará menos arrugada y ocupará menos espacio. Los cajones son muy útiles, pero sobre todo para ropa interior, de cama y de casa.

Puestos a hacer cambio de armario, es más práctico ordenarlo: coloca la ropa por tipos, por colores, por categorías tipo deporte/diario/arreglado/fiesta (aunque esto hará que tus prendas tengan funciones establecidas y sean menos versátiles), por de menos a más abrigadas... El caso es ordenarla.

Eso sí, no abuses de cajas, cajitas y cajones: pocas cosas, despejadas, prácticas. Como dice Marie Kondo, no metamos "ruido" de más en los armarios.

Con el cambio de temporada, está bien hacerse fan del método de los cinco minutos: haz todas las tareas que puedas en cinco minutos. Colgar la chaqueta que te has puesto hoy (o lavar la taza que dejaste en el fregadero por la mañana, o sacar la basura) te llevará unos segundos, pero colgar el domingo las siete chaquetas de la semana te resultará pesado y hará que tengas la ropa por medio durante días.

Ya que estamos, aprovéchate del siglo XXI. En el mundo moderno hay muchas más perchas aparte de las clásicas: especiales para pañuelos, pantalones, corbatas... Pasa igual con las cajas de zapatos: las transparentes son muy prácticas, como también lo es pegar una foto o etiqueta en las que vienen con el calzado. Además, hay mil tutoriales en vídeo para aprender; de hecho, uno de los vídeos más vistos en Facebook de todos los tiempos es precisamente sobre cómo mantener el orden en casa.

Por cierto, volvemos al punto de antes. Aquella prenda con la que no sabías qué hacer. No la tiraste la temporada pasada porque te gustaba, te daba pena, pensabas que te quedaría mejor o volvería a estar de moda. Pero ahora que la sacas y parece que te da menos pena, que la tienes más lejos: ¿te apetece ponértela? Si es que no, es el momento de tirarla.

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Todo lo que guardamos de temporada en temporada debería lavarse. Después de meses de uso, la ropa se conserva mejor limpia, sin ácaros. Además, al lavarla también descubriremos si está en buenas condiciones (algo muy típico de la ropa de baño, que tiende a picarse). Entonces, ¿cómo lavar?

Bañadores, bikinis, trajes de deportes acuáticos: merece la pena poner una lavadora aparte sólo con ellos. Guárdalos siempre bien secos y, a la hora de secarlos, dales la vuelta, para que no pierdan el color.

Chanclas: en la lavadora, sin problema.

Toallas: mejor en un lavado aparte y con muy poco suavizante. Ayudará a que tengan buen olor pero a que no pierdan capacidad de absorción.

Abrigos y vestidos largos: para los que no se vean muy duchos, es mejor pasar por el tinte. Más vale pagar que lamentar...

Siempre da cierta pereza ir a la lavandería, porque parece que sólo hay una prenda o dos que llevar. Pero piénsalo: los trajes masculinos, los vestidos de bodas y fiestas, los abrigos, alguna camisa especialmente delicada... Acumúlalo todo cuando no lo vayas usando y, cuando llenes la bolsa o caja que has decidido con ellos, llévala a la tintorería.

Cuida del armario: en cada cambio, limpia la estructura, las baldas y las puertas con un trapo húmedo y, si lo necesitas, con un producto especial. Aprovecha para mejorar y renovar su olor: con antipolillas, ambientadores o saquitos impregnados en suavizante.

Además, las perchas también se pueden limpiar, entre otras razones, para eliminar el polvo.

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