Vivir cerca de la naturaleza alarga la vida

Vivir cerca de la naturaleza alarga la vida

Continuos estudios científicos confirman que la convivencia cercana con la naturaleza mejora la salud de las personas

Getty Images/Westend61

La Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea, el Convenio de Naciones Unidas sobre la Biodiversidad, Europarc España y continuos estudios científicos confirman que la convivencia lo más cercana posible con la naturaleza mejora la salud de las personas y atenúa los efectos negativos de la contaminación, el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad.

El informe más reciente y completo realizado hasta la fecha para la Comisión Europea (CE), en concreto por el Instituto para la Política Ambiental Europea, confirma que la naturaleza reduce los niveles de estrés, e, incluso, afirma que disfrutar de un breve descanso de trabajo en una zona verde puede tener efectos positivos sobre el bienestar físico y mental. "Se ha demostrado que vivir cerca de estas zonas proporciona beneficios sobre la concentración y el estado de ánimo", se admite. Y pone varios ejemplos de proyectos en marcha y encaminados a este fin en España, Finlandia, Francia, Gales, Irlanda, Portugal o Suecia.

Disfrutar de un breve descanso de trabajo en una zona verde puede tener efectos positivos sobre el bienestar y el estado de ánimo

Y no hay que pensar solo en grandes espacios prístinos y boscosos como lugares donde encontrar esta "medicina natural". "El 84 por ciento de las participantes en el estudio vive en áreas urbanas; no hablamos de que tengan que vivir cerca de espacios protegidos". Peter James, es investigador en la Harvard School of Public Health (Estados Unidos), autor de uno de los estudios más exhaustivos publicados hasta la fecha, que concluyó que las mujeres que viven en áreas "más verdes" tuvieron una tasa de mortalidad un doce por ciento menor que las que viven en otras "menos verdes".

La investigación llevada a cabo por Peter James concluyó que vivir cerca de zonas verdes conllevó un 41% menos de tasa de mortalidad por enfermedades renales, un 34% por enfermedades respiratorias y un 13% por cáncer

La investigación, publicada en 2016 en la revista Environmental Health Perspectives, tuvo como base el seguimiento de 108.000 mujeres de Estados Unidos entre 2000 y 2008 para analizar los factores de riesgo asociados a las principales enfermedades crónicas. Entre las variables se analizó la cantidad de zonas verdes que tenían cerca de sus hogares, y el equipo de James sentenció que "los resultados serían similares si se hubiera incluido a los hombres en el estudio".

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Otros resultados destacados son que esa vegetación cercana conllevó un 41 por ciento menos de tasa de mortalidad por enfermedades renales, un 34 por ciento por enfermedades respiratorias y un 13 por ciento por cáncer. A lo que se añaden mejoras en la salud mental y mayores oportunidades de compromiso social, aumento de la actividad física y una menor exposición a la contaminación atmosférica.

POLÍTICAS URBANÍSTICAS CON MÁS VERDE

El estudio reclama la adopción de políticas urbanísticas y de conservación de la biodiversidad que favorezcan el crecimiento de una mayor vegetación y, con ello, el bienestar de las personas. El informe citado de la Dirección General de Medio Ambiente de la CE, titulado Beneficios sociales y para salud de la naturaleza y la protección de la biodiversidad recuerda que, "parques urbanos, la declaración de espacios de la red Natura 2000, calles arboladas y tejados verdes son algunas de las medidas que se han implantado con éxito para mejorar la salud y el bienestar de los europeos".

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En concreto se asegura que "una serie de estudios han explorado cómo el aumento de la cobertura verde puede ayudar a abordar el efecto isla de calor, mitigar el ruido y mejorar la calidad del aire". Pero también es consciente de que es necesario ampliar esas zonas verdes urbanas y conservar en condiciones los espacios naturales para que estos efectos sean mayores y mejores.

Estas recomendaciones están presentes en todos los estudios, con independencia de que se establezca una relación más o menos estrecha entre la mejora de salud y la cercanía a zonas verdes. Hay algunos, como el publicado en 2014 en la revista Ecosystem Services, que sostienen que "en general, se necesita mucha más investigación sobre los mecanismos de causalidad", pero no duda en pedir "una revisión de la planificación urbana, del uso de la tierra y de la ordenación del espacio marino que sitúe a la salud y el bienestar humanos en el centro".

Otros (Nature, 2010) reconocen que "la reducción de la biodiversidad afecta a la transmisión de enfermedades infecciosas", o que (Nature, 2015) "la biodiversidad del suelo supone un beneficio para la salud humana porque reduce la aparición de organismos causantes de enfermedades desde este medio y proporciona aire, agua y alimentos limpios". Esto último afianza la necesidad, expresada en una campaña (People4Soil) emprendida por las principales ONG ecologistas europeas, de que exista una normativa europea que proteja el suelo.

EL VERDE TAMBIÉN INFLUYE EN LA SALUD INFANTIL

Hay iniciativas de algunas de estas ONG que enfocan el valor terapéutico de la naturaleza hacia la infancia, como la de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife). Desde la asociación confirman que en estos días han reanudado las actividades del aula de naturaleza en el madrileño Hospital Infantil Niño Jesús. La intención es concienciar, divulgar, educar y formar sobre el mundo de las aves en particular, y la biodiversidad en general, aprovechando todo tipo de recursos, incluido el jardín adyacente.

La educadora Heike Freire relaciona en su libro '¡Estate quieto y aprende!' el déficit de atención y la hiperactividad en niños y niñas con el déficit de naturaleza.

Por otro lado, la educadora y escritora Heike Freire vuelve a relacionar en la reedición de su libro ¡Estate quieto y aprende! el déficit de atención y la hiperactividad en niños y niñas con el déficit de naturaleza. Habla de "las dificultades que encuentra la infancia de hoy para desarrollarse plenamente: los problemas ligados al sedentarismo, al exceso de pantallas, a la falta de contacto con la naturaleza, a la presión por los resultados, a la exigencia de 'normalidad' y la consecuente negación de la singularidad de cada criatura".

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José Antonio Corraliza, psicólogo ambiental con una larga trayectoria en el estudio de las repercusiones sociales y para la salud ocasionada por el trastorno por déficit de naturaleza, sostiene continuamente el grave perjuicio que supone para la infancia, manifestándose mediante la obesidad, la hiperactividad, enfermedades respiratorias y falta de vitamina C. También asegura que "aquellos niños que viven en lugares cercanos a la naturaleza amortiguan mejor elementos estresantes, como la separación de sus padres, el fracaso escolar o la pérdida de los abuelos".