Calor europeo para Rajoy

Calor europeo para Rajoy

Gestos y declaraciones públicas apuntalan el importante apoyo con el que cuenta España para hacer frente a la amenaza de secesión en Cataluña.

EFE

No conocemos el número de palmadas que los líderes de la Unión Europea le han dado en privado, a la espalda, al presidente español. Tampoco si le han prometido la encomiable pero imposible tarea de aprender la letra del himno de España. El foro de discusión más poderoso de Europa se celebra a puerta cerrada. Pero los gestos y declaraciones públicas apuntalan el conocido e importante apoyo con el que cuenta España para hacer frente a la amenaza de secesión en Cataluña. Desde Bruselas, Rajoy podrá esta noche soñar que frente a Puigdemont puede entonar junto a sus homólogos europeos el grito mosquetero: "todos para uno, uno para todos".

No es esta una cumbre cualquiera para España. Se nota en el ambiente. Rajoy faltó a la última cita en Tallin, hace un par de semanas, cuando el asunto catalán ya había comenzado su implosión. Esta vez sí ha llegado justo para comenzar la reunión, pero se ha saltado la tradicional reunión previa de la familia popular europea, a la que es habitual. Allí sí ha estado Silvio Berlusconi, verso eterno, suelto y colorido sobre cualquier tema imaginable, incluido el catalán: "yo no hubiera enviado a la Guardia Civil. La gente tiene derecho a votar pero en un referéndum legal".

Rajoy ha entrado al edificio del Consejo a paso ligero, saludando, pero sin hacer declaraciones a la prensa, como sí han hecho la mayoría de sus colegas europeos. Es lo que tiene la estrategia del elefante, ya saben: evitar hablar del tema, el temazo, que todos tienen en la cabeza. El problema es que Cataluña, al norte y sur de los Pirineos, cobra tamaño Mamut en la conciencia de los ciudadanos informados. También de los líderes que asisten atónitos al brote secesionista que saben puede ser contagioso en sus propios países.

El mamut catalán no está oficialmente en la agenda de la reunión, copada por asuntos tan variados como la transformación digital, la inmigración, Turquía, la negociación del Brexit o Corea del Norte. "Rajoy no se opone a hablar de ello y lo tratará si le preguntan", repican las fuentes de Moncloa. Es difícil pensar que el tema no se discuta en la cena, un momento algo más informal donde pueden surgir temas "no oficiales".

A las puertas del Consejo, mientras Rajoy pasaba mudo y rápido, los líderes han vuelto a fijar sus posiciones frente a los medios de comunicación produciendo el extraño reflejo de apoyar al gobierno español sobre un "asunto interno" del que sin embargo hablan con frecuencia. El propio Pedro Sánchez, que también estaba en Bruselas por la mañana, ha cancelado un encuentro programado con la prensa.

Donald Tusk reconoce que la situación en España es preocupante, pero apunta: "no hay posibilidad de mediación de ningún tipo".

Los leales mosqueteros con los que cuenta Rajoy han repetido sus mensajes habituales. Algunos ejemplos. Merkel: "apoyamos la posición del gobierno español... esperamos se encuentre una solución sobre la base de la Constitución Española"; Macron: "El Consejo estará marcado por un mensaje de unidad de los Estados Miembros sobre la unidad de España"; Rutte, primer ministro holandés: "es un asunto interno español, no una cuestión para la UE"; Tajani, presidente del Parlamento Europeo: "nadie en la UE reconocería la independencia de Cataluña". Miro Cerar, primer ministro esloveno (país cuya independencia toma la Generalitat como ejemplo): nuestro caso es "completamente diferente al catalán".

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, reconoce que la situación en España es preocupante, pero con su habitual parquedad y claridad apunta: "no hay posibilidad de mediación de ningún tipo. No espero una discusión a fondo sobre esto. Todos tenemos opinión, pero hablando formalmente, no hay margen para una intervención de la UE".

Pero dentro del abrumador apoyo con el que cuenta Rajoy en la Unión Europea, existe también un mosquetero que coquetea a ratos con la rebeldía. Se trata del liberal Charles Michel, primer ministro de Bélgica. A Rajoy le toca sentarse a su lado en la mesa del Consejo Europeo y las imágenes de su saludo, como si fueran dos desconocidos, hablan por sí solas.

Fuentes cercanas a Rajoy rebajan la tensión y apuntan a la normalidad en las relaciones diplomáticas con Bélgica. Michel ha dicho a la prensa que su posición sobre Cataluña sufre una "dramatización mediática". Pero desde que en una entrevista en la prensa belga Michel dijera que si fracasa el diálogo entre el gobierno y la Generalitat debería haber una mediación internacional o europea y preguntado por un hipotético reconocimiento belga a un Estado catalán dijera: "no voy a responder. No voy a hacer las cosas más complicadas", la tensión es patente.

Un medio belga ha filtrado un email enviado por un alto funcionario de Moncloa a la embajada de Bélgica en Madrid. "Estamos estupefactos por las declaraciones del primer ministro en Le Soir", dice el correo. La posición oficial belga es más matizada y no responde a esa entrevista, insisten desde Moncloa. Las salidas de tono de Michel reflejan la tensión en su propio gobierno: forma parte de la coalición el partido N-VA, los nacionalistas flamencos. Bélgica tiene también su propia crisis territorial, aunque ahora esté dormida.

Si la Unión Europea es conocida por ser un "club de Estados", del que son miembros 28 con sus respectivas regiones, hoy se ha vuelto a demostrar. La estrategia de Rajoy de no hablar del tema del que todo el mundo piensa y habla, parece de momento funcionar. Como dijo hace algún tiempo Javier Solana, "fuera de la UE hace un frío que pela". Y dentro mandan los Estados.