El show de Puigdemont llega a Bruselas

El show de Puigdemont llega a Bruselas

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El misterio propio de las películas de suspense rodea la vida de Puigdemont y sus colaboradores en Bruselas. Se mueven en apretados taxis, lejos del confort de la vida institucional que ya no tienen. No se sabe dónde duermen. Ni donde comen. Ni cuanto tiempo permanecerán en la capital de la UE. Sus movimientos apuntan más a la improvisación de quien ha perdido el control sobre su situación que a los actos del "presidente legítimo de la Generalitat", como se sigue presentando Puigdemont frente al mundo.

La convocatoria de prensa no ha sido menos misteriosa. Dos horas antes de la cita, por canales informales, se ha conocido la hora exacta y el lugar. El núcleo duro de Puigdemont en Bruselas, compuesto por los eurodiputados Ramon Tremosa, Josep-Maria Terricabras y Jordi Solé y sus respectivos equipos parlamentarios, han tratado de reservar una sala de prensa en el Residence Palace, el principal centro de prensa de Bruselas. No lo han logrado. El plan B, el Brussels Press Club, ha quedado completamente desbordado por las expectativas que ha producido la primera rueda de prensa de Puigdemomt en Bruselas.

La sala tenía cincuenta sillas, pero cientos de periodistas de todo el mundo se agolpaban como podían desde horas antes. El presidente del Club se ha disculpado por el calor y las condiciones de trabajo. Se ha caído el Wifi, los teléfonos se han quedado sin señal y el calor humano ha ido en aumento. Por el pasillo por el que debían entrar Puigdemont y su equipo había tantos cámaras que nadie sabía cómo iban a lograr pasar. Sky News ha dado la conferencia en directo. Otras cadenas internacionales también. Oriol Cases Vila, asistente parlamentario de Terricabras, trataba de asegurar el pasillo para la llegada de los protagonistas. No lo ha tenido fácil.

Puigdemont apareció parapetado de un hombre de grandes dimensiones que le abrió paso como pudo. Le seguía la comitiva de ex consellers y eurodiputados que irremediablemente quedaban rezagados en medio del caos. "Sorry, the government!", exclamaba para hacerse paso Antoni Comín, uno de los ex consellers. El ex conceller Forn estuvo a punto de caer encima de los periodistas. Fuera de las instituciones europeas hay menos orden y organizar una simple rueda de prensa ha resultado complicado.

Aleix Sarri, asistente parlamentario de Tremosa, hizo de maestro de ceremonias. Dio la bienvenida al "President Puigdemont y su gobierno". Este joven independentista es el mismo que la noche anterior divulgó en su cuenta de Twitter que había cenado con Puigdemont y que preparaban juntos su respuesta al 155.

Puigdemont se ha expresado en catalán, francés, español y un poco en inglés, rodeado de sus ex consellers y con la bandera catalana y europea a un lado. Ha dicho que no va a pedir asilo, pero que sólo volverá a España cuando tenga garantías de que se enfrentará a un proceso judicial justo. Ha presentado también un "plan de trabajo de cuatro puntos", tratando de dar normalidad a una situación insólita.

Aleix Sarri intervino de nuevo para conceder solamente cinco preguntas. Ha elegido meticulosamente a los representantes de los medios que podrán alzar la voz: Skynews, Euronews, BBC, RTBF (televisión belga) y TV3. Con excepción de la cadena catalana, la prensa española no ha podido preguntar, a pesar de tener una gran representación y estar situada al frente de la sala. El corresponsal del principal periódico belga, Le Soir, mostraba su sorpresa en Twitter ante el veto español: "Es dudoso".

La prensa extranjera no se ha dirigido a Puigdemont como president, sino que ha empleado el "Mr" y se ha interesado sobre todo por si va a pedir asilo en Bélgica, si piensa regresar a Cataluña, si tiene miedo de ir a la cárcel y si no teme haber desatado un caos y haberse marchado justo después. Politico, uno de los diarios más influyentes en la burbuja europea, ha titulado después: "El circo catalán de Puigdemont viene a Bruselas".

Concluido el acto, Puigdemont y su equipo han salido como han podido de la abarrotada sala. En el pasillo una mujer española, que no es periodista, pero ha logrado entrar, les grita: "¿Cuándo vas a empezar a contar una sola verdad? ¡Viva España y Visca Catalunya!". Puigdemont y su equipo han pasado de largo y se han metido por una puerta para evitar salir a pie del edificio.

A la salida del centro de prensa se ha producido una competición de banderas. A un lado algunas esteladas, al otro las banderas de España, Cataluña y la Unión Europea. Se ha vivido tensión conforme un grupo gritaba "viva España y viva Cataluña" y el otro trataba de repetir más alto "¡president, president!". De repente, cuatro taxis han salido del garaje. Puigdemont y su equipo han tomado rumbo desconocido.

Algunos de los portadores de esteladas no hablaban español. Tampoco catalán. Eran belgas que sienten la causa independentista catalana como propia. "Soy nacionalista flamenco y quiero la independencia de Flandes. Venceremos", ha explicado a El HuffPost Verreyt Hans mientras portaba su estelada junto a la bandera de Flandes. "Somos solidarios con Cataluña porque tenemos la misma lucha", afirma Klaas Slootmals, proveniente de la periferia de Bruselas.

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"Sentimos perplejidad. Es inaceptable que tengamos que estar aquí. Son inaceptables los comentarios de Francken [el secretario de Estado de Migración belga que sugirió conceder asilo a Puigdemont]" explican Cari Moldes y Nela Pino, dos señoras gallegas que viven en Bruselas y llevan banderas españolas. "Nunca pensamos que sucediera esto en Bélgica. Llevamos aquí 18 años, pero este es el país del surrealismo", resume Moldes.

Los grupos comienzan a dispersarse a la vez que caen unas leves gotas de lluvia. En el horizonte la nueva vida de Puigdemont en Bruselas y el posible incendio que su presencia pudiera provocar en la política belga. El primer ministro, Charles Michel, consciente de las tensiones que esta situación le puede crear en su gobierno – donde participan los nacionalistas flamencos de la NV-A – y los roces que pueden surgir con España, se quita de en medio: "No hemos invitado a Puigdemont... tiene los mismos derechos que cualquier ciudadano europeo. Ni más ni menos". La etapa de Puigdemont en Bruselas no ha hecho más que empezar.