La historia de una familia que resume siete años de guerra en Siria

La historia de una familia que resume siete años de guerra en Siria

Las fotografías de Heba Amuri cargando a su hijo fallecido y calmando a su bebé hambrienta con su dedo dan la vuelta al mundo.

Heba Amouri ofrece a su hija su dedo ante la ausencia de alimentos, en un hospital de Douma, el pasado 8 de noviembre.Bassam Khabieh / REUTERS

Hay muchos como ellos pero estos días, gracias a las redes sociales, se han convertido en un icono, la imagen exacta de lo que suponen siete años de guerra en su país, Siria. El fotógrafo de la agencia Reuters Bassam Khabieh ha difundido la historia de Mahmoud Al Bash y su esposa, Heba Amori, una pareja del este de Guta, en Damasco, víctimas del asedio de las tropas del régimen por vivir en una zona controlada por los opositores a Bachar el Assad. En sus brazos, dos bebés, uno muerto, otro moribundo, hermanos de otro que ya murió un año atrás. Jóvenes, destrozados, sin fuerza, hombre y mujer lloran el dolor causado por las bombas en su hogar.

Como explica la agencia, la familia salió de su casa en la aldea de Kafr Batna el pasado lunes, camino de un mercado en el que trataban de hacerse con algo de comer, mermadas como estaban las fuerzas de adultos y niños ante la falta de alimentos. Estando allá se produjo un ataque aéreo -se desconoce si a manos del Ejército sirio o sus aliados, los rusos- y en él murió de forma instantánea el pequeño Emir, su hijo de dos años. "Mi hijo murió hambriento. Queríamos alimentarlo. Lloraba de hambre cuando salimos de la casa", explica la madre.

En las imágenes, se ve su dolor en la ambulancia, en el hospital, la constatación de lo que ya sabían: que ese cuerpecillo envuelto en azul ya no tenía vida. Con las manos manchadas de la sangre de su hijo muerto, Heba aún tenía que atender a su otra bebé de dos meses, que había resultado ilesa en el bombardeo. Sin nada para alimentarla, ni la teta siquiera (con el hambre la madre tampoco tiene leche), la mujer le acerca el dedo, en un intento de engañar el ansia.

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La madre, ahora de 20 años, empezó con 13 la guerra y ya vio hace un año cómo su hijo primogénito moría en otro ataque. El padre, a sus 27, se dice incapaz de alimentar a los suyos, de trabajar y salvarlos. Así están los vecinos de Douma, zona rebelde en la que viven 400.000 civiles inocentes según la ONU, casi sin alimento ni medicinas. El ejército y sus aliados, milicias respaldadas por Rusia e Irán, lo bombardean a diario.

El sábado, el Comité Internacional de la Cruz Roja dijo que estaba alarmado por la violencia en curso en el este de Guta y por el creciente número de víctimas civiles y desplazamientos desde el comienzo del año. La Agencia de las Naciones Unidas para la infancia, UNICEF, dijo en noviembre pasado que el 11.9% de los niños menores de cinco años de la ciudad sufren desnutrición aguda.

"Que Dios proteja a los niños, a todos, y le quite la vida a Bashar (al-Assad)", fue la despedida de Heba ante el cuerpo de su hijo.