Adolescentes homicidas y un barrio luchador que trata de sacudirse su estigma

Adolescentes homicidas y un barrio luchador que trata de sacudirse su estigma

Tras el asesinato de una pareja de ancianos a manos de varios adolescentes.

Vista del barrio de una zona del barrio de Otxarkoaga.Bilbao.eus

Hay quien asegura que en euskera Otxarkoaga significa "lugar de flores amarillas"; otros que quiere decir "valle de lobos". Para muchos habitantes del floreciente Bilbao este nombre ha evocado durante muchos años, simplemente, un lugar al que mejor no acercarse. Marcado por su origen humilde y por haber sido un foco de venta de drogas, sus vecinos llevan décadas luchando para salir del olvido institucional y sacudirse el estigma de barrio conflictivo. Un esfuerzo que ha recibido un mazazo con el salvaje asesinato de Lucía y Rafael, dos vecinos de 87 años, a manos de un grupo de adolescentes.

La historia de este matrimonio es la historia de mucha gente de Otxarkoaga. Ella era de un pueblo de Zamora y él, andaluz. Emigraron a Bilbao en los años 60, como tantos otros, para huir de la pobreza de las zonas rurales y buscar una vida mejor, según ha relatado El Mundo. Tras trabajar durante toda su vida y sacar a una hija adelante, la pareja acababa de comprar una casa en el pueblo de Lucía y tenía la ilusión de pasar allí sus últimos años. Pero no pudo ser.

El piso estaba revuelto y con mucha sangre. Los cuerpos fueron hallados por su yerno. Lucía fue cosida a puñaladas en el pasillo y Rafael, golpeado hasta la muerte en su habitación. Dos adolescentes de 14 años, uno de ellos residente en Otxarkoaga, han sido arrestados acusados de perpetrar estos brutales asesinatos. Han sido ingresados en el centro de menores de la localidad guipuzcoana de Zumarraga. Un tercer joven de 16 años, que vivía en un piso aledaño al de los ancianos, también ha sido detenido por su implicación en el crimen, aunque no se le considera autor material.

Los menores estaban "empastillados" y "bajo los efectos del alcohol" cuando asesinaron al matrimonio, según han declarado ante el fiscal de menores, y tienen "lagunas mentales" que les impiden recordar lo que pasó. Han reconocido que, sobre las 10 de la mañana, treparon hasta una ventana de la vivienda, situada en un segundo piso, por una cañería de la fachada. Una vez dentro, acabaron con la vida de los dos ancianos. Después afanaron el escaso dinero y unas pocas joyas que pudieron encontrar y escaparon.

Sin embargo, sus versiones se contradicen y no aclaran quién cometió los asesinatos. Los jóvenes ya tenían antecedentes por robos y provienen de familias desestructuradas. Uno de ellos tiene a sus dos progenitores en la cárcel. En los medios de comunicación se ha señalado su pertenencia algunas familias de etnia gitana de Otxarkoaga. Estas han negado vehementemente que sus miembros estén implicados, se han solidarizado con las víctimas y han criticado que los criminalice.

Crímenes a manos de menores de edad

El asesinato de Lucía y Rafael ha tenido lugar tras una sucesión de crímenes cometidos supuestamente por menores de edad en Bilbao. Pocas semanas antes, el exfutbolista Ibon Urrengoetxea, de 43 años, falleció en el Casco Viejo de la ciudad por el daño que sufrió tras caer al suelo mientras dos menores trataban de robarle. En fechas cercanas, otros dos jóvenes fueron detenidos por agredir sexualmente a una joven en el barrio bilbaíno de Barakaldo.

La concatenación de todos estos sucesos ha generado una gran alarma social en toda Euskadi que ha afectado especialmente a Bilbao, una de las ciudades aplaudidas en todo el mundo por su reconversión de núcleo industrial a urbe moderna, ejemplar y polo de atracción turístico. Se llegó a hablar de bandas organizadas de jóvenes que se dedicaban a robar de forma violenta.

Las autoridades han tratado de rebajar la alarma creada esgrimiendo datos. De los alrededor de 300 asesinatos que se registran anualmente en España, en poco más del 2% hay menores involucrados, aunque el impacto social de estos casos suele reabrir el debate sobre el tratamiento penal para los delitos más graves cometidos por delincuentes de hasta 18 años.

La consejera de Seguridad del Gobierno vasco, Estefanía Beltrán de Heredia, ha explicado estos días que Euskadi es "razonablemente seguro", que se encuentra por debajo de la tasa de criminalidad de la UE y que no se puede hablar de que haya habido "una oleada de delitos", sino de la existencia de "hechos extraordinarios".

Un barrio con identidad

Pero la crueldad del crimen de Lucía y Rafael no solo ha contribuido a incrementar la alarma social, sino que ha vuelto a poner a Otxarkoaga en el disparadero.

"Es un barrio con mucha identidad y conciencia social, como un pueblo", explica a El HuffPost María Eugenia Ramos, responsable de la Fundación Gizagune. Esta entidad, que se dedica a la intervención social y la resolución de conflictos. Sus programas han sido reconocidos como buenas prácticas por la ONU a la hora de promover mejoras en entornos urbanos.

Ramos conoce bien Otxarkoaga, porque se lo ha pateado durante años y ha conocido de cerca a muchos de sus habitantes. Recalca que la situación en esta zona alejada del centro de la capital vizcaína "ha mejorado mucho" respecto a "otras generaciones en las que la vida en el barrio ha sido muy dura".

En la zona que ocupa actualmente el barrio antes había un gran poblado chabolista. A finales de los años 50 y principios de los 60 en todas España se vivió un éxodo del campo a la ciudad protagonizado por centenares de miles de emigrantes que se trasladaban a los núcleos industriales en busca de una vida mejor. Muchas veces, llegaban con lo puesto. La llegada de estos emigrantes contribuyó al desarrolló industrial de Euskadi.

Con el fin de crear viviendas para la creciente población, Franco decidió enviar al Ejército, derribar las chabolas y construir viviendas para miles de familias. Y así nació Otxarkoaga. Entre el resto de habitantes de Bilbao circulaban leyendas urbanas e invenciones sobre los habitantes de este barrio, como que tenían cerdos en sus bañeras o burros en los rellanos del portal.

  Miembros de la Ertzaintza y vecinos en la puerta del bloque en el que fueron aseinados Rafael y Lucía.EFE

Otxarkoaga fue muy golpeado por la plaga de heroína en los 80. Fue un foco de venta de esta droga, que segó la vida de decenas de jóvenes del barrio en una época en la que se desconocían sus efectos y las enfermedades que podía contribuir a transmitir.

Este cóctel de leyendas urbanas, pobreza, aislamiento y pasado convulso ha marcado al barrio. Más de un solicitante de viviendas de protección oficial ha rechazado una casa cuando se ha enterado de que se la habían concedido ahí.

Sin embargo, no se ha hablado tanto del espíritu de sus cerca de 10.000 vecinos. El tejido social y asociativo tan activo de Otxarkoaga es algo de lo que pocas poblaciones pueden presumir. Un usuario de Twitter, vecino del barrio, daba en un hilo algunas claves sobre el barrio que desmentían que sea un nido de delincuencia y denunciaba el olvido institucional que ha padecido:

Cuando los días encapotados de invierno se mezclan con el color gris que predomina en el barrio, crean una atmósfera fría, de foto vieja, en la que destaca la activa movilización de los vecinos. Muchos acudieron a despedir a Rafael y Lucía en su funeral. No había autoridades, por deseo expreso de la familia, que quería una ceremonia íntima.

"Era gente entrañable y muy conocida", explica Ramos sobre la pareja asesinada. Esta experta cree que, tras la conmoción que ha supuesto el crimen, "todo se tranquilizará" porque si algo caracteriza a 'Otxar', como lo conoce la gente, es por "pedir sensatez" y ser "un barrio luchador".