Psicología: ¿una mierda?

Psicología: ¿una mierda?

¿Qué pueden y qué no pueden ofrecer un médico o un psicólogo? Solo podemos intentar restablecer el equilibrio y que las personas que solicitan nuestra ayuda incorporen algunos cambios positivos en sus vidas. En cuanto a que los psicólogos trabajamos en la industria de los mundos felices de Yupi, no te lo crees ni tú. Si los procesos psicológicos no exigieran esfuerzo, introspección y, a veces, sufrimiento, no seríamos el blanco de las iras y las chanzas de algunos.

Réplica al artículo de Jesús Martínez en El Huffington Post de 15/04/2015 "¿Psicología? Y una mierda".

Muy bueno tu artículo, Jesús, pero te recuerdo que han sido mayoritariamente colegas tuyos los que han ampliado el manual internacional de psiquiatría (DSM5) para apropiarse de cualquier singularidad personal como si se tratase de un trastorno mental. Te invito a que te preguntes a quien puede interesarle psiquiatrizar la normalidad. A riesgo de parecer mal pensado y siguiendo la pista del dinero, diría que a la industria farmacéutica. Sofocar con fármacos cualquier idiosincrasia personal o cualquier rasgo incómodo de los niños para sus padres, puede ser un buen negocio. No hay más que ver lo alegremente que se diagnostican y medican los Trastornos por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que en muchos casos son lo que antiguamente llamábamos un niño inquieto o revoltoso.

Pero olvidemos las pastillas, que por cierto debe haberte prescrito uno de tu gremio (nosotros no recetamos), ahora te necesito en plena forma si vamos a polemizar en un medio como El Huffington.

Entremos por derecho. ¿Qué pueden y qué no pueden ofrecer un médico o un psicólogo? Supongo que no te hace ninguna gracia que un paciente deposite su enfermedad en tu consulta como si se tratase de algo que no tiene nada que ver con su persona, como diciendo, a ver qué hace usted con esto. En tu caso, imagino que aún es peor, si quienes así obran son los padres de una criatura. En esos momentos, a veces angustiosos, no me digas que no, no sabes cómo transmitirles que no haces milagros, que con todos tus conocimientos y tu tecnología solo puedes colaborar para que el organismo recupere la salud y que además vas a necesitar la colaboración del paciente (deberíamos ir pensando en cambiar el término por otro más activo) y de su entorno más cercano. ¡Por Dios, no soy un mago! Nosotros, los psicólogos, tampoco.

Solo podemos intentar restablecer el equilibrio y que las personas que solicitan nuestra ayuda incorporen algunos cambios positivos en sus vidas.

Por supuesto que hay psicólogos gurús que tienen soluciones para todo y médicos magos, pero, dejando aparte sus respectivas megalomanías, la razón más poderosa que les mueve vuelve a ser el dinero. En esos casos no se trata de medicina ni de psicología, sino de consumo, de la ley de la oferta y la demanda. Hablando de la demanda, podemos preguntarnos qué demandan los "pacientes" en una sociedad de consumo y qué hacemos unos y otros para satisfacerla.

Yo confío mucho en mi médico de cabecera, Don José Miguel, alguien con quien mantengo breves, pero interesantes conversaciones sobre mi salud. Creo que él confía también en mí. Juntos hacemos del tratamiento un trabajo común. Creo que al revés funcionaría exactamente igual.

Profesionalmente hablando, a veces, mi papel como psicólogo consiste en que un niño y sus padres, una mujer y su pareja, un abuelo y sus hijos y nietos, cumplan el tratamiento que ha prescrito el médico. No siempre es fácil porque además de tomar las pastillas hay que cambiar hábitos, modos de comunicación y pautas culturales muy arraigadas. Colaboración y complementariedad, eso está muy bien, pero podría poner muchos ejemplos en los que esta ley no se cumple en la otra dirección.

Lo de mis compañeros que acuden "en manada" y voluntariamente (como antiguamente los bomberos) a las catástrofes, reconocerás que es un poco injusto con ellos. Te aseguro que disponer de una compañía acogedora y de un oído atento en esos momentos dramáticos es más sano que la mirada circunspecta de un doctor que evalúa tu conmoción como el técnico de la lavadora que acude por una urgencia el sábado por la noche a tu casa: si tiembla, ansiolíticos, quiero decir calgonit; si se agita y echa espuma por la boca, una inyección de algo más fuerte directamente en la cañería.

En cuanto a que los psicólogos trabajamos en la industria de los mundos felices de Yupi, no te lo crees ni tú. Si los procesos psicológicos no exigieran esfuerzo, introspección y, a veces, sufrimiento, no seríamos el blanco de las iras y las chanzas de algunos.

En definitiva, médicos y psicólogos estamos en el mismo barco, no intentes tirarnos por la borda, los demás son futuros gerentes o simples mercachifles.