Menos dieta severa y más vitaminas

Menos dieta severa y más vitaminas

Es como si la Comisión no tuviera nada más que dieta en su recetario, y aunque sospecha que debería suministrar vitaminas a sus enfermos, no quiere admitir que ha sido un mal médico y que debería probar otro tratamiento. Los ciudadanos y los políticos debemos exigirle a Europa que haga un ejercicio de realismo.

La Comisión Europea revisó a la baja sus previsiones de crecimiento para la zona euro, y certificó que la economía española caerá en 2013 un 1,5%, tres veces más de lo que prevé el Gobierno de Rajoy. El ejercicio de realismo por parte de Bruselas es bienvenido, pero contrasta con la tozudez fiscal en la que parece haberse instalado desde hace 2 años. Mientras que todos los datos confirman que los ajustes fiscales drásticos y simultáneos están metiendo a Europa en otra recesión, desde Bruselas el Comisario Rehn insiste en que hay que seguir ajustando.

Se trata de la versión macroeconómica de la expresión popular: "Si no te gusta...toma dos tazas", y sólo puede explicarse porque Bruselas es rehén del integrismo ideológico de Berlín, y porque además no quiere reconocer que se ha equivocado en la intensidad y el ritmo de los recortes. Lo más sorprendente es que en su empeño por negar la realidad, la Comisión Europea ha arremetido contra el propio Fondo Monetario Internacional. En su último informe sobre la economía mundial presentado en Tokio hace un mes, el FMI avisaba de que los multiplicadores fiscales se habían vuelto superiores a 1 en esta crisis tan especial: es decir, que por cada 1.000 millones de euros de recortes, el PIB caía en más de 1.000 millones, lo que aconsejaba revisar esa política y ralentizarla. Pues bien, en lugar de tomar nota y actuar en consecuencia, la Comisión Europea no ha tardado ni 3 semanas en sacar un informe contrario para explicar que si se quitan casos excepcionalmente positivos y negativos de esta crisis europea (como Alemania y Grecia) y si el análisis se prolonga en el tiempo, entonces los resultados del FMI pueden matizarse y no queda tan claro que los recortes sean tan perniciosos.

Es como si la Comisión no tuviera nada más que dieta en su recetario, y aunque sospecha que debería suministrar vitaminas a sus enfermos, no quiere admitir que ha sido un mal médico y que debería probar otro tratamiento. Sin embargo, los ciudadanos y los políticos debemos exigirle a Europa que haga un ejercicio de realismo, y que se ponga a la cabeza del cambio de doctrina. No se trata de aumentar los déficits públicos y la deuda otra vez, sino de ralentizar el proceso de reducción de desequilibrios, para no terminar despeñándonos por el acantilado.

Esa debe ser la postura de España en todos y cada uno de los foros europeos. Además, tenemos que reclamar a Europa que ponga en marcha políticas de crecimiento de verdad, empezando por las que debería incorporar el próximo presupuesto comunitario, el del año 2013, y especialmente al del período 2014-2020.

En este sentido, los socialistas hemos propuesto que, siguiendo el modelo de los Fondos de Cohesión creados en Maastricht, se establezca un fondo específico para ayudar a los países que más sufren la crisis y que encuentran mayores dificultades para que sus economías crezcan. Un fondo que iría, precisamente, a las partidas que más contribuyen al crecimiento, como las que se destinan a investigación, a innovación y al desarrollo tecnológico, y que sería compatible con un refuerzo de las acciones del Fondo Social Europeo contra el paro y por la reactivación laboral en esos países. De esta forma, tendría continuidad el Fondo Tecnológico de 2.000 millones que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero consiguió para el periodo 2007-2013.

En todo caso, España debería plantear con firmeza un aumento de los presupuestos comunitarios. Por nuestros propios intereses y, sobre todo, porque la mejor manera de frenar el euroescepticimo es que los ciudadanos perciban claramente los beneficios que obtienen al pertenecer a la Unión. Beneficios que deben traducirse en más oportunidades y mejores servicios para que los ciudadanos vean en Europa un ámbito de igualdad y progreso, y no la multinacional de los "hombres de negro" o la madrastra del cuento. Y mientras tanto, Rajoy debería presionar para que la Unión Europea pusiera en marcha el Pacto por el Crecimiento y el Empleo, que en junio aprobó el Consejo y que meses después duerme el sueño de los justos.

En todo caso, urge cambiar una política que sólo entiende la receta de la dieta severa por otra que incluya buenas dosis de vitaminas.