Recuerdo de Concha Caballero

Recuerdo de Concha Caballero

Era buena, era grande, era importante. Nuestra amiga del alma. Hoy solo queremos gritar que sentimos su ausencia, pero que estamos orgullosos de haber conocido a esta mujer excepcional: feminista, profesora, articulista, escritora, tertuliana, política y cariñosa a la que siempre llevaremos en lo más profundo de nuestro corazón.

EFE

Concha Caballero, era, como escribió su amigo, nuestro amigo, Luis García Montero, "el lado humano de la política". La política fue su vida, como lo fue la literatura, el amor, la amistad, la vida. Ha sido muy dura tu pérdida, compañera del alma, tan temprano. Te nos has muerto como del rayo, Concha, a quien tanto queríamos.

Nos conocíamos desde hacía muchísimos años, aunque no tuvimos luego una vida compartida, como la han tenido, de diversas maneras, Rosa Aguilar, Luis García Montero o Isabel Pedrote, y, por supuesto, Antonio, ese gran compañero, que compartía la vida contigo y que también sabe mucho del lado humano de la política, que practicasteis juntos.

Gracias, Antonio, por habernos facilitado que pudiéramos estar juntos estos últimos tiempos de su vida, por abrirnos vuestra casa en la que tantas horas hemos pasado hablando de política, de literatura, de películas, de sus alumnos, de sus clases y viéndola siempre sonriente y cariñosa, llena de ilusiones y sin un átomo de rencor para con nadie.

Lo he dicho y escrito muchas veces: conocí a Concha, como a Rosa, en aquellos apasionantes

últimos años del franquismo, en los que queríamos "libertad, amnistía y Estatuto de autonomía". Militábamos en el PCE, ellas casi adolescentes. La vida después nos separó, pero siempre conservamos una extraña capacidad para conectar entre nosotras cuando nos volvíamos a ver, como si el tiempo no hubiera pasado. Teníamos una raíz que nos unía siempre: la libertad, la igualdad, la justicia.

Fuimos participes, juntos con tantos otros, de la consecución de la democracia que anhelábamos. Éramos muy pocas las mujeres que entonces nos dedicábamos a la política, al mismo tiempo que trabajábamos o nos formábamos. No era fácil, teníamos que ganarnos el reconocimiento personal para nosotras y también para el resto de las mujeres, marginadas de lo público durante siglos.

Dejadme que reconozca que no lo hicimos mal. Concha fue la primera mujer portavoz de IU en el Parlamento andaluz, Rosa en el Congreso y la primera y, hasta ahora, única alcaldesa de Córdoba; yo la primera Consejera del primer Gobierno andaluz, pero nunca nos olvidamos de los problemas de las mujeres. Pudimos escapar a la regla y queríamos que las demás también tuvieran oportunidades para ser libres y poder elegir que querían hacer con sus vidas.

Más tarde, sus artículos en El País nos hicieron descubrir, a miles de personas, la gran escritora que era y la animábamos a que escribiera ese libro que se traía entre manos. Esperábamos que llegara el domingo para leer con avidez su artículo. El último, su testamento como articulista, se llamaba precisamente "Mujeres: asignatura pendiente" y lo terminaba así: "Pongámoslo en la agenda, en la demanda, en los papeles, en las conversaciones y en la vida,

aunque no esté de moda hablar de igualdad".

No, no está de moda. Hoy las desigualdades van creciendo de forma desmesurada y la primera, una vez más, tiene que ver con la vida de las mujeres. Seguiremos peleando, Concha, como siempre, por la igualdad de género, la primera de todas las persistentes desigualdades que subsisten y provocan un aumento de las injusticias insoportable. Defenderemos ese feminismo tan desprestigiado, hoy y siempre, porque a muchos no les interesa lo que pretende y otros no se enteran, o no se quieren enterar, de que solo buscamos una sociedad de iguales en la que ser diferentes no suponga ser desiguales. En esa batalla siempre estaré.

Nos reencontramos, de forma gozosa, hace pocos años en la Fundación Alfonso Perales, de la que ella era patrona desde 2011, y a la que me incorpore como vicepresidenta ejecutiva a finales de 2013, el mismo día que se aprobaba el anteproyecto de ley de reforma del aborto.

Lo primero que hice en la Fundación fueron unos Ideálogos, que es como se llama nuestro foro de debate, ideas y dialogo, sobre esa perniciosa reforma. Concha y Miguel Lorente fueron los encargados de inaugurarlos en Sevilla, en enero de 2014, en un Ideólogo fascinante que está en las redes sociales, grabado para siempre. Hicimos uno en las ocho provincias de Andalucía.

La retirada de ese anteproyecto ha sido la única batalla que libramos y ganamos a este Gobierno. Ahora parece que tendremos que iniciar otra por los derechos de las mujeres de entre 16 y 17 años. Lo haremos.

La última aparición pública de Concha fue en otro Ideálogos, con Fernando Martínez, presentado un libro colectivo, de diversos profesores y profesoras de las Universidades andaluzas, sobre "La memoria de todos". La mañana de la presentación, el 2 de diciembre, me llamó Concha para decirme que no podía venir porque le dolía mucho la espalda. Lo sabía porque nos lo había dicho un inolvidable día, a finales de noviembre, en el que estuvimos comiendo arroz con pato en las marismas del Guadalquivir, en esa Isla que no es mínima, y que hoy el cine ha hecho famosa. Me había puesto varios mensajes diciéndome que estaba fastidiada, pero que esperaba recuperarse. Cuando me dijo aquella mañana que no podía venir, le respondí que ni hablar, que se tomara un calmante y viniera. Así lo hizo. Lo he recordado tanto, que, cuando vi el video que vamos a proyectar, me rompí de dolor, como pocas veces me ha pasado. Soy poco llorona, os lo aseguro, y me da rabia, porque hay veces que hace mucha falta para desahogarse. Se encontraba mal, pero le dijo a Antonio que no me podía fallar. Así era ella. Antonio la ayudó y la trajo. Gracias, amigo.

Hizo una intervención lucida y brillante, como todas las suyas. Estará también en las redes.

Y ya está. La sonrisa de Concha, su ánimo y su alegría nos tiene que hacer fuertes para recordarla sin tristezas. Fue una mujer clave en la historia de Andalucía, que la perdimos para la política institucional, porque esta, seguramente como la vida, es así de injusta y absurda.

Estaba orgullosa de muchas cosas y una de ellas era la de haber intervenido activamente, como portavoz de IU, en la reforma del Estatuto de autonomía de Andalucía que se aprobó en el año 2007, consiguiendo un Estatuto con el mismo contenido que el catalán que, después, fue declarado anticonstitucional. Le preocupaba también mucho esta corriente recentralizadora que nos invade y defendía la autonomía andaluza y el valor que para el pueblo andaluz tuvo aquel referéndum de determinación constitucional que hicimos el 28 de febrero de 1980. En los días de la reforma del Estatuto trabajó con Alfonso Perales, que era ponente del PSOE en el Congreso y cuando murió, en circunstancias tristemente parecidas a las suyas, se creó la Fundación que lleva su nombre y se incorporó a la misma como patrona en su recuerdo.

Era buena, era grande, era importante. Nuestra amiga del alma. Hoy solo queremos gritar que

sentimos su ausencia, pero que estamos orgullosos de haber conocido a esta mujer excepcional: feminista, profesora, articulista, escritora, tertuliana, política y cariñosa a la que siempre llevaremos en lo más profundo de nuestro corazón. Como me escribió el 12 de enero, diez días antes de su muerte: "Que suerte haberte reencontrado".

Perderte ha sido duro, pero te querremos siempre.

Estas líneas están escritas con motivo del homenaje que la Fundación Alfonso Perales, de la que era patrona, le rindió en Sevilla el pasado 19 de enero.